VEINTE.

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Sus ojos se mantenían fijos en el camino, de vez en cuando alzaba el rostro para observar el atardecer de un cálido cielo con los últimos rayos matizando en el horizonte. Aquel paisaje era mil veces mejor a las calles transcurridas de Liberio, la ciudad rodeada por muros para separarlos del resto de la humanidad. Eran la suciedad del mundo, una mancha que buscaban erradicar.

Apretó las riendas del caballo regresando a la realidad y posó su mirada en el rubio que caminaba delante de ella. Zeke mantenía la misma calma que siempre tenía, sus ojos azules se escondían detrás de sus gafas redondas pretendiendo la inocencia que nunca tuvo. Por más que quisiera mostrarse cooperador con sus enemigos, ella era incapaz de creer ni una sola palabra que salía de sus labios. Todo estaba muy confuso, y aunque intentaba reunir todas las piezas para revelar sus intenciones, todo estaba siendo demasiado rápido incluso para Irina.

— ¿Este es el hotel? —Zeke abrió la boca sorprendido. Con incredulidad miró la entrada al bosque de árboles de gigantes sintiéndose un poco disgustado. Nada en ese lugar parecía agradarle, sus meticulosos ojos estudiaron el panorama encontrándolo favorecedor para sus oponentes.

— ¿Hay algo que no te guste? —Levi lo miró desde arriba encontrándose en el caballo que había tomado apenas salieron de las murallas—. Es un bosque de enormes árboles. No se me ocurre mejor hospedaje para ti.

Optó por mantenerse en silencio y solo siguió el camino que sus captores le indicaban. En su mente contabilizaba los minutos para reunirse con su hermano menor. Tenía el brillo en sus ojos que lo delataba en su organizado plan, pero no podía reprimirlo. Tantos años buscando llevar a cabo su plan y a tan solo un año de morir, por fin podía sentirse aliviado de haber encontrado la coordenada. Terminaría por sentirse pleno cuando todo estuviera completado.
Solo había un inconveniente para él y era la mujer que parecía lejana a la realidad. Irina, su primer y único amor, un deseo que estuvo cerca, pero a la misma vez lejos. El placer que nunca pudo saborear, la victoria que nunca tendría. Al final del día ellos no eran más que dos almas enamoradas, pero separadas por las decisiones de un caprichoso destino. Sus caminos empezaban a separarse y él no haría nada para evitarlo. Por casi veinte años gozó de la presencia de Irina, respiró en su mismo espacio y la admiró como nadie más lo hizo.

Pero ella no era suya, nunca estuvo destinada a serlo. Le pertenecía a alguien que no conocía, alguien que ahora cabalgaba a su lado y le daba aliento para no rendirse. Ella nunca necesitó de un hombre para afrontar los problemas, pero Levi Ackerman era el hombre que la completaba. Él era su alma gemela, su igual.

Los miembros de la Legión del reconocimiento seguían llegando al punto acordado

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Los miembros de la Legión del reconocimiento seguían llegando al punto acordado. Lo único que llevaban consigo eran pertenencias realmente necesarias para aquella misión. El propósito era vigilar de Zeke Jaeger, el titán bestia, hasta esperar órdenes que indicaran lo contrario o anticiparon el siguiente movimiento.

— Te encuentro pensativa. Más de lo que recuerdo haber visto en ti. —mencionó Levi amarrando el caballo. Había dado la orden a uno de sus subordinados sobre llevar a Zeke al interior del bosque para que empezara a familiarizarse con el cálido entorno que le aguardaba—. Me recuerdas a esa tétrica enamorada del otro Jaeger. —indicó mirándola de reojo—. Solo que tú pareces más sensata.

𝐖𝐀𝐑𝐑𝐈𝐎𝐑𝐒 ┇ ❛𝑍𝑒𝑘𝑒 𝐽𝑎𝑒𝑔𝑒𝑟; 𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora