Despedidas agridulces

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X despertó somnoliento entre los cálidos cobertores. Se talló los ojos y soltó un largo bostezo. Vio la hora desde un reloj puesto en la mesita de noche y notó que todavía era muy temprano incluso para desayunar.

Volteó a ver a Sun, su compañero de habitación, el cual roncaba fuertemente con sus extremidades cubriendo toda la longitud de la cama. X fue de puntitas hasta el baño para lavarse el rostro y quitar cualquier pizca de sueño que quedaba en él.

Se miró en el espejo, encontrando un rostro cansado. Por un momento le recordó al X de hace unos años, cuando todo era gris y no parecía encontrarle significado a nada. Así que sacudió rápidamente la cabeza para quitarse esa idea. No quería regresar a ese estado tan profundo y aislado.

Aunque, era normal sentirse sin ánimos. Después de todo, pasado mañana podría ser el último día se su vida...pero al mismo tiempo, también le preocupaba Y.

El saber que ella también podría sufrir el mismo destino, era lo que no lo estaba dejando dormir del todo bien. Porque el hecho de que él saliera vivo o muerto de esta situación, le daba realmente igual, por más crudo que sonara...Después de todo, la muerte podría ser la única libertad absoluta que existe.

Pero, por otro lado, ¿quedar vivo y tener que soportar una vida entera sin ella? Era mejor que lo aventaran de una patada al mismo infierno...

Lo peor de todo es que ni siquiera le dirigía la palabra después de la conversación que tuvieron en la cocina.

Con un derrotado suspiro, salió con cuidado de la habitación, preguntándose si habría alguien más despierto a esta hora. Caminó por los pasillos, encontrándose con una puerta que siempre había estado cerrada desde que llegaron a la mansión.

Sin ninguna pizca de remordimiento y una tonelada de curiosidad, la abrió.

Parecía ser una sala de té. Los sillones de color rosa y la mesita redonda en medio le daban un toque femenino más que a cualquier sitio de la casa. Sin embargo, también lucía como el lugar más olvidado de toda la mansión.

Se sentó en una de las sillas, imaginando si esto sería una actividad normal para la familia Berlitz. Tomar el té mientras hablaban sobre...sobre cosas de ricos, sean cual sean.

La puerta se abrió y X encaró a uno de sus mayores.

Por un momento creyó que se trataba de Green, pero terminó siendo Diamond.

—Oh, lo siento. Creí que eras alguien más—dijo Diamond apenado.

X negó con la cabeza.

—Yo lo siento. Me dio curiosidad esta puerta y entré sin permiso...espero que no le moleste a Platinum.

—No lo creo—habló Diamond con sinceridad, sentándose frente a X y viendo con la misma curiosidad la sala.

—¿Tampoco puedes dormir bien?

—En absoluto.

X chasqueó la lengua ante la honestidad de Diamond. 

—¿Conoces a Pearl desde hace mucho tiempo? —preguntó.

—De toda mi vida. Siempre hemos sido inseparables...—dijo con voz serena. X se sorprendió que a pesar de la pesadez que podrían conllevar estos temas, Diamond irradiaba un aura de tranquilidad.

—Lo mismo me pasa con Y. No quiero que le suceda nada...Estoy dispuesto a dar mi vida si se trata de que ella esté bien—dijo y Diamond mostró una sonrisa casi invisible—No entiendo por qué está enojada conmigo.

Diamond se quedó callado por unos minutos. Se mostraba pensativo, posiblemente recordando algunos acontecimientos.

—Una vez, hace algunos años me dieron por muerto después de un ataque directo de Giratina. Quité a Pearl del camino porque el simple hecho de pensar una vida sin mi mejor amigo fue insoportable...

Pokespe: Last StandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora