Epílogo

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Red miró el cielo estrellado de Pueblo Paleta. Una semana después de que Yellow despertara, todos regresaron a sus respectivas regiones.

Desde que leyó aquella carta, no podía dejar de pensar en ello.

Lo que ahora mismo sentía era una falsa tranquilidad. Sabía que en cualquier segundo el infierno volvería a desatarse y esta vez no tenían las herramientas para defenderse. No por el momento, pero tampoco era como si supieran por dónde empezar...

Miró a la lejanía, cerca de la salida del pueblo. En la oscuridad de medianoche escudriñó una silueta muy conocida para él.

Red se acercó para verla mejor. Yellow también lo miraba, recargada en una cerca, hermosamente tranquila, con el sombrero puesto, como siempre, pero esta vez con el cabello suelto.

En un pensamiento un poco arrogante, quiso creer que esa melena al viento era para él.

Se sonrieron mutuamente y Red aprovechó para ver sus pequeños y finos labios formarse en una curva. ¿Acaso venía a verlo a él?

—Me alegra mucho verte—le dijo Red.

Ella se sonrojó y sus ojos marrones brillaron hasta el punto de parecer dos estrellas más en el firmamento. Estuvo a punto de decirle algo más, pero entonces notó que su sonrisa era una triste. No parecía tan feliz de verlo como él a ella.

El ala de su sombrero le cubrió sus facciones por unos momentos al inclinar la cabeza. Entonces dijo:

—Vengo a despedirme.

Red quedó en silencio por unos momentos esperando a que Yellow terminara de hablar:

"Vengo a despedirme de Blue porque escuché que irá de visita a Kalos".

"Vengo a despedirme de Chuchu porque la dejaré aquí unos días con Pika".

Red tardó más de lo que debía en entender que se estaba despidiendo de él.

—Pero, ¿a dónde irás? —preguntó con voz angustiada.

—A investigar—dijo ella—. Creo que tengo una pista y no la quiero soltar.

—No puedes estar hablando en serio—bufó, metiendo sus manos a los bolsillos del pantalón—. No puedes hacer algo así.

Yellow alzó la vista, pareciendo ofendida.

—Sí puedo...y lo voy a hacer.

—Al menos déjame acompañarte—le dijo tan súbitamente que Yellow se exaltó.

—No debes. Eres la primera línea de defensa en todo esto. Todos ellos te necesitan.

¿Y qué hay de mí? ¡Yo te necesito! Pensó, teniendo aquellas palabras atoradas en la garganta.

—No perderé el contacto contigo, ni con Blue o Green, ni nadie...—continuó—. Simplemente me iré por un par de semanas. ¡Es más! Aprendí de mi error. Ahora anuncio que me voy.

—Un par de semanas—bufó el chico sabiendo que eso podía estar muy lejos de la realidad—. Es una estupidez, Yellow. ¡Escúchate!

Ella se mordió el labio, cabizbaja, pero no arrepentida de su decisión.

En la mente de Yellow todo esto parecía una ironía. Ni en las peores pesadillas de la rubia hubiera esperado que las cosas fueran así. Que fuera ella quien hablara con frialdad y él le suplicara. Yellow juraba que algún día Red le diría adiós para seguir su camino de entrenador y ella empezaría a rogarle que se quedara entre lágrimas, echándose a sus pies.

Claro que esto Red no lo sabía, y nunca debía de saber que el miedo más grande de Yellow podría estar a punto de hacerse realidad, pero de una manera invertida.

Se miraron por un largo instante. Ahora Red entendía que sus ojos marrones brillaban tanto debido a que estaba aguantando las lágrimas.

Entonces él perdió el control.

Se acercó a ella, tomándola por los hombros y sin decir nada la besó. Ella quedó estática por unos momentos, sin saber exactamente qué estaba sucediendo. Red estuvo a punto de romper el beso, pero antes de poder hacerlo Yellow se puso de puntitas y lo atrajo más hacia sí.

La abrazó por la cintura y la alzó del piso sin romper ese cálido tacto de sus labios. Se quedaron así en lo que pareció el momento más corto y largo de sus vidas.

Cuando Yellow finalmente rompió el beso, Red la miró a los ojos de manera suplicante.

—Quédate al menos esta noche.

El corazón de Yellow pareció revolotear ante esta petición, pero aun así negó con la cabeza.

Red la bajó al suelo lentamente.

—No puedo—susurró mientras colocaba cariñosamente su mano en la mejilla de él—. Gracias, Red. Gracias por todo.

Red entonces comprendió que ese era su último momento juntos. Lo supo y no pudo hacer nada para evitarlo.

—¡Yellow! —musitó.

Pero ya se había marchado.

Las casas, el exterior, el pueblo, la noche misma, estaban en completa calma y silencio...  

Pokespe: Last StandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora