Capítulo 16.1

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NOTA PREVIA: Como habrán notado en el título, les debo una explicación (emoji llorando). NO he terminado de editar el capítulo (otro emoji llorando). Sin embargo, se me ocurre que, para no abandonar tanto la historia y porque respeto y aprecio mucho el tiempo que invierten en leerla, podía publicar un capítulo cortito de transición (emoji esperanzado). Así tendrán el resto en los próximos días, pero ya tendrán algo mientras llega. Contrario a otros capítulos largos —larguísimos —que he publicado porque no encontraba cómo partirlos, en este sí apareció un punto que podía dar chance a un corte, para luego seguir con el siguiente, inmediatamente después. En serio espero que les guste esta idea, si no, son libres de desearme que Némesis me atrape y me coma (vuelve emoji llorando). Los dejo por ahora, promesa que el siguiente será más larguito <3.

Besotes y muchos abrazos. ——————————

Mirar el agua del río era casi terapéutico, para cualquiera, pero en especial para Sherry. Había encontrado algunas ventajas en el hecho de que el mundo fuera un lugar menos ajetreado, como que el parque estuviera casi siempre vacío, por ejemplo. Pocas personas lo recorrían y muchas menos se quedaban a admirar el paisaje en las banquetas, de modo que nadie importunaba su espera, nadie se sentaba junto a ella, ningún extraño iniciaba ninguna conversación. No le hubiera molestado hacer más amigos, amigas, o ser amable con algún anciano solitario, sin embargo, tampoco le venía mal estar a solas con sus pensamientos. Así podría meditar bien lo que iba a decirle a Jake.

La mayoría de las actividades públicas de entretenimiento estaban suspendidas, para evitar que los grupos de terroristas tuvieran puntos para atacar o fuentes de rehenes. A Sherry no le parecía justo, por los niños, más que nada. Pero hay ocasiones en que es necesario aceptar la injusticia como un medio para preservar la vida, y ella lo sabía mejor que nadie.

Se quedó contemplando el brillo de cristal sobre las lentas olas del rio, y preguntándose por qué no estaba ansiosa por ver llegar a ese pelirrojo de mirada aguda. En otros tiempos, habría estado emocionada, impaciente y fantaseando. Pero ahora, luego de haber rechazado la oportunidad de vivir a su lado, parecía que la relación no tenía más arreglo ni más futuro.

A este punto, habiendo intentado de todo para recuperar a su siempre complicada media naranja, nada más iba a funcionar. Jake no daba señales de haber superado —o al menos estar tratando de superar— su resentimiento. Lo haría, en algún punto del futuro no cercano. De momento se había propuesto no ceder. Quería que Sherry lo extrañara tanto, que nunca más se atreviera a abandonarlo. Sin embargo, inesperadamente, la chica se había hartado de ser predecible para él y, adivinando lo que se esperaba de ella, decidió tomar el camino opuesto.

Retomaron el contacto bajo la excusa de que un rompimiento no significaba que no pudieran ser amigos; y por sus trabajos, que a pesar de estar en polos opuestos, siempre los llevaban a necesitar el uno del otro. La había llamado la noche anterior, y la citó en el parque al otro lado del puente para pasarle los datos de cierto doctor loco que estaba desaparecido, y que era sospechoso de estar llevando a cabo experimentos con humanos en un país de Centroamérica.

Jake reconoció la hermosa y delgada complexión de Sherry a varios metros de distancia. La vio sentada sobre el espaldar de la banqueta, con los codos apoyados sobre las rodillas, las mejillas sobre sus palmas y los zapatos sobre el asiento.

—¡Hey! —llamó su atención.

—Llegas tarde... —le reclamó Sherry sin levantarse a saludarlo.

—Lo siento, tuve que cruzar el puente a pie.

—¿Por qué...?

—Porque mi taxi se descompuso a dos calles de llegar allí.

𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora