El mismo día, Leon se despertó tarde y poseído por la pereza; con ganas de desaparecer de la faz de la tierra y alejado de todas las maneras de contactarse con el exterior. Se recluía asumiendo que, si realmente llegaban a necesitarlo, Hunnigan aparecería en su puerta a perturbar su amargura, —o enviaría a alguien.
Se prometió a sí mismo no seguir bebiendo, pero como lo de beber era ya un problema antes del problema presente, estaba cumpliendo la promesa un día sí y dos no. Y hoy, aunque fuera turno del no, debido a que amaneció afectado porque la mujer que tanto se estaba esforzando en olvidar seguía apareciendo en sus noches, el sí comenzaba a hacerse más y más atractivo.
Había soñado a Kay en su cocina sonriendo y burlándose porque él quemó la cena; en su sofá hablándole de una película; en su ducha, apegada a su pecho bajo el agua tibia; y en su cama, desnuda entre sus sábanas y aferrada a sus hombros, mientras él se movía dentro de ella dando y obteniendo placer infinito. Y en todos esos sueños, nada de lo malo que había ocurrido tenía cabida.
"Al menos en mis fantasías no me odia...", pensó, y luego de resignarse al retorno a la realidad fue a mojarse la cara para terminar de espabilar. Se levantó de un brinco, tenía que darse prisa y aprovechar la escasa energía, pues se le agotaría dentro de poco y querría regresar a intentar soñar.
Caminó hacia el baño contando mentalmente los diez días desde la última vez que la vio, pero sintiendo la discusión doler como si fuera de hace diez minutos. "Acepta que todo ha terminado", lamentó mirándose al espejo con el rostro empapado. "Vuelve a ser tú mismo". Si quería olvidar, debía retomar su rutina y dejar de esperar que ella apareciera a abrazarlo en cualquier momento con cualquier excusa. Se visualizó en su oficina pareciendo ocupado, invitando a salir a otras mujeres, volviendo a sentirse por igual miserable y cómodo en ese terreno conocido, pero la idea le fue incongruente. No podía volver a ser él mismo si nunca lo había sido en realidad, y odiaba tener que volver a fingir. "No te engañes", sentenció para sus adentros, "Nunca vas a poder aceptarlo...", aceptó.
Salió del baño y se dirigió a la cocina resuelto a preparar algo saludable para desayunar en lugar de embriagarse, mas al estar frente a la estufa, imaginar el esfuerzo le quitó la intención. Se sentó en el taburete y se recargó sobre el mesón, apoyó la cabeza sobre sus palmas y cerró los ojos. Inspiró profundo buscando algo de motivación, la más mínima. Al poco sintió una presencia peluda empujar sus piernas. Era Max saludándolo.
—Hola, vecino —lo saludó también.
El gato estaba quedándose a acompañarlo cada día, a patrullar su desánimo. Lo seguía por todo el departamento, dormía a su lado, y solo comía cuando lo veía a él comer, como si quisiera cerciorarse y no permitir que muriera de tristeza, —o de hambre.
—¿Crees que esté con Carlos ahora o que haya regresado con Chris? —preguntó Leon, y fue hacia la alacena en la que guardaba su colección de licores —Quizás haya aceptado salir con ese coreano... —se hirió con sus teorías.
Tomó un vaso de plástico y rebuscó entre las opciones. Max se subió al mesón de un salto y asomó su pequeño hocico para husmear.
—¿Gusta acompañarme con una ronda, señor? —ofreció Leon acercándole el whisky al que acababa de quitarle la tapa.
El animal olfateó el pico de la botella; ni bien sintió el aroma, alejó la cabeza. Saltó al suelo con la misma prisa con la que acababa de treparse y huyó horrorizado, igual que si escapara de la secreción venenosa de una serpiente.
—¿¡Qué!? ¿No te parece un buen desayuno? —lo regañó Leon y se puso a verter en el vaso un trago del costoso whisky —¡Es un Macallan, gato prejuicioso! —le gritó.
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𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘
Fanfiction❝𝑁𝑜 𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒, 𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑎 𝑝𝑜𝑐𝑜 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑑𝑖́𝑎 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎 𝑡𝑢 𝑎𝑢𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎...❞ ━━━━━━〘☣〙━━━━━━ Víctima de la tragedia y la precisión...