Todas las dudas se habían esfumado. El silencio de las resoluciones solamente evocaba vacío, y, para afrontar el vacío, hubo siempre una sola respuesta: el alcohol. Llevaba un par de horas bebiendo solo en el bar, pero los efectos no aparecían, la etapa de perder la conciencia estaba demorando más de lo acostumbrado, y no quedaba mucho para seguir intentando. La botella contenía uno o a lo sumo dos chances más; luego habría que empezar una nueva. Claro que la insoportable realidad no se alteraría por ignorarla, sin embargo, tampoco convenía quedarse en ella a rumiar su inmutabilidad.
Una rubia muy sensual se acercó y ofreció conversación. En tan bajo ánimo, no tenía caso ni siquiera intentar ser amable. La mujer desistió pronto, abandonó la barra y se fue a probar suerte a una de las mesas.
Leon vació la botella. Ese último trago de Vodka bajó lentamente por su garganta, quemando tanto, que le pareció que podría escupir fuego si quisiera. Tomó su teléfono y fue a revisar la aplicación de mensajería, con la ilusión de encontrar algo que le devolviera la esperanza, la más mínima; pero no había nada. "¿Y por qué esperar que me escribas? Soy tan insignificante para ti, que no merezco ocupar ni un solo minuto de tus pensamientos", lamentó.
Katherine nunca se había molestado en agregar una fotografía para su perfil en dicha aplicación, y esto le hizo pensar que no tenía con qué torturarse recordándola, más que las voces e imágenes en su cabeza.
—Te odio... —le dijo al teléfono, y apoyó la mejilla contra su palma, de modo tan flojo, que se le estiraba la piel.
—Ya has bebido demasiado si empiezas a pelear con las cosas —respondió el hombre al otro lado de la barra —Y eso de odiar... El odio solo es amor invertido.
Leon abrió los ojos para verlo, no pudo enfocar bien su rostro y así supo que todo lo que había ingerido sí estaba provocando una buena pérdida de facultades; aunque no las suficientes.
—Cállate y dame otra —repuso empujando la botella vacía a un lado, y sintiendo su mandíbula pesadamente adormecida.
—Voy a repetírtelo, ya has bebido demasia-...
—¿Qué eres? ¿Mi niñero designado? —interrumpió Leon.
—Me pediste detenerte en ocasiones como esta, así que, sí, soy algo así como tu madre ahora. También dijiste que no te dejara conducir, y que podía golpearte si te ponías difícil.
—Yo nunca dije eso...
—Claro... dijiste que ibas a decir eso también. Es suficiente, dame tus llaves, Kennedy.
Leon agachó la cabeza y suspiró contemplando su vaso.
—No traje mi motocicleta.
—Vamos, no me hagas revisarte. Un bartender no debería registrar los bolsillos de un policía.
Leon soltó una risilla.
—Te lo prometo, Rob, vine caminando. No conduciré, ¿de acuerdo? Puedes servirme otra ronda.
—No lo haré. Lo que haré será llamar un taxi y enviarte a casa.
—Vamos... no estoy taaaaan ebrio todavía.
—La respuesta sigue siendo no. Y... escucha, sé que no me incumbe, pero, sin importar la cantidad de alcohol que seas capaz de soportar antes de acabar en una sala de emergencias, esa mujer no va a salir de tu cabeza —añadió el hombre e hizo una pausa para dejar cuajar un poco el comentario.
Leon rechistó.
—Soñé con ella, todas las noches durante una semana entera. Esperé verla, conté las malditas horas. Y cuando por fin volví, me dijo que soy un cínico egoísta... —narró.
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𝚂í𝚗𝚍𝚛𝚘𝚖𝚎 𝚁𝚎𝚍𝚏𝚒𝚎𝚕𝚍 - 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟸, 𝙰𝚗𝚝í𝚍𝚘𝚝𝚘
Fanfiction❝𝑁𝑜 𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒, 𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑎 𝑝𝑜𝑐𝑜 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑑𝑖́𝑎 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎 𝑡𝑢 𝑎𝑢𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎...❞ ━━━━━━〘☣〙━━━━━━ Víctima de la tragedia y la precisión...