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- Gatotkaca contra Aldous, ¡qué emocionante! - Dijo Harith.

- ¿Cierto? - Alucard se acercó a Miya.

La rubia los observó y se incomodó al verlos besándose. A Harith y a Fanny no pereciera importarles. Estaban muy atentos a la pelea.

El enmascarado comenzó a golpear. Su contrincante sabía que ya se estaba alargando la pelea y eso haría que su enemigo se hiciera más fuerte con cada golpe que daba.

Aldous no cesaba sus golpes y Gatotkaca tampoco. Sería una batalla simple a puño limpio que decidiría quien sería el ganador del Coliseo.

La batalla fue intensa y larga, tanto así que creían que no terminaría nunca. Finalmente el ganador del Coliseo fue el combatiente que a duras penas salió de pie victorioso.

- ¡El ganador es Aldous, señoras y señores! - Decía el organizador del evento.

El derrotado fue hacia su equipo que lo esperaba algo furioso.

- ¡Te dije que yo atacaba primero, mocoso enano! - La pelirroja estaba muy enojada.

- Yo no ataqué primero, debiste cubrirme del asesino

- Basta, basta, lo importante es que dimos una buena pelea

Los dos miraron a Gatotkaca como si lo quisieran asesinar apenas penetrarlo con sus miradas. Este intentó no parecerse intimidado y solo les sonrió.

- Como sea, me voy - Dijo el rubio de pelos rizados.

Guinevere y Gatotkaca lo miraron y luego miraron al niño que se estaba acercando a ellos que detuvo a Harley.

- Harley, lo hiciste muy bien

- ¿Bien? Fui la primera derrota, ¡tsk! - Miró hacia otro lugar. - Mejor ve a humillar a otra persona

Los dos espectadores no les gustó aquel comentario de su ex aliado, pero dejaron que el felino le respondiera.

- Nana estaría orgullosa, supongo que si ella te dijera eso, no le responderías de la misma forma

Después de aquellas palabras, el rubio no tardó en sonrojarse apenas escuchar ese nombre. Luego bufó y se fue, dejando a su amigo en un estado de confusión, pero no a los espectadores, ya que sentían más ira que confusión.

Acabó el receso y nuevamente comenzaron las clases. Normales como siempre. Llegó la hora de almuerzo y todos escogieron lugares con sus respectivos amigos o compañeros. Finalizó la hora y las clases empezaron de nuevo.

[3-C]

- Muy bien, flojos estudiantes míos, ¿quién será el siguiente que quiera demostrar su talento en el campo de batalla?

Ninguno de ellos había levantado la mano, ya que estos tres días habían estado entrenando duro sin un breve descanso. El profesor sabía eso y por ello rió. Los estudiantes no comprendían qué le causaba gracia y hasta llegaron a pensar que le divertía su sufrimiento.

- Bueno está bien, ésta clase será sobre realizar estrategias entre ustedes y planificarlas mentalmente para que cuando tengan que estar en combate, las usen, ¿qué les parece?

Sonaron más convencidos sobre la oferta que les estaba dando. Finalmente aceptaron y comenzaron a hacer grupos entre ellos, o eso se venía en algunos.

- Oigan tórtolos, ¿por qué no hacen nada? - Preguntó el profesor a una pareja que solo se la pasaba besándose y dándose mimos.

- Estamos en ello, ¿no ve? - Dijo el chico de orejas puntiagudas.

- Oh, ¿y qué harán en batalla? No creo que su romanticismo ayude

- Sí nos ayuda - Dijo la chica.- Sólo que usted no lo ve

Seguido de lo que dijo, la pareja se levanto y de repente la chica fue atraída hacia su novio y desapareció, como si hubiese sido succionada por él. Luego una gran sombra en forma de murciélago salió del demonio de sangre y se desplomó en el suelo, haciendo no graves daños a lo que estaba cerca de ella.

- No será posible que se acerquen a mi Cecilion - Comentó la novia colocándose a su lado para luego abrazarlo.

- ¿Ya ve?

- Sí, les deseo suerte cuando los ataquen a distancia o una emboscada

Se fue y siguió observando a los demás estudiantes.

La hora pasó algo rápido y apenas sonó la campana, todos los estudiantes de cada aula, salieron inmediatamente de ahí. Los profesores, sin tener tiempo ni para despedirse, solo se dedicaron a ver como sus alumnos se iban como si su vida dependiera de ello.

En la salida, uno de los profesores encontró un lugar donde no lo viesen, de ahí sacó un cigarrillo y comenzó a fumar. Observó a los estudiantes en la entrada y salida de la Academia. En ella, pudo divisar a una alumna sentada en una banca llorando. Este se acercó a ella no sin antes apagar su cigarrillo y tirarlo a un cenicero.

- ¿Qué pasa, pequeña? ¿Tus padres no vendrán a buscarte?

- No soy una niña pequeña - Dijo limpiándose las lágrimas para verlo mejor.- Ah, ¿usted es el profesor de Miya?

- Correcto, ¿te doy puntos?

La rubia rió, alegrando más al mayor.

- Dime, ¿por qué lloras?

- Bueno, ¿le ha pasado que...? - Se interrumpió al ver a una pareja reconocida pasar. De inmediato se puso roja e intentó ocultar su rostro.

- Oh... ya veo - Observó detenidamente a la pareja que se separó rápidamente al ver al profesor.

La rubia dejó de cubrir su rostro que, ya no estaba tan rojo.

- A su hermano no le va a gustar esto si se lo cuento - Dijo el profesor para luego reír.

- ¿Su hermano?

- Sí, él me contó que hace años, su hermana estaba saliendo con ese mismo chico que, no solo la hacía saltarse las clases, sino que ya no la reconocía

- No creo que sea mala persona, se ve como un buen chico - Después de decirlo, hizo una sonrisa boba.

- Alguien suena enamorada

- ¡¿Eh?! ¡No! Se equivoca, no es lo que cree - Nuevamente se sonrojó hasta las orejas.

El mayor rió de nuevo, y eso molestó ligeramente a la rubia.

- Lo dice porque usted no tiene a nadie, ¿o sí?

El pelinegro calló. No sabía qué decir y se cuestionaba cómo es que se niña logró callarlo.

- ¡Ruby! - Gritó alguien.

La pequeña reconoció la voz en cuanto la escuchó. Volteó su cabeza y vio a su hermano mayor posándose en una de las puertas de la entrada de la Academia.

Por inercia, el profesor también se volteó y quedó boquiabierto. No se parecía en absoluto a lo que pensaba que podría ser el hermano de esa niña.

Ruby corrió hacia él y lo abrazó.

- Al fin llegas, casi me hago vieja esperando

- Ha de quedarte poco si sigues creciendo más

La rubia se despidió con la mano del profesor que hizo que su hermano también se despidiera.

« Qué familia tan extraña » Pensó el profesor.

Nota de autora: Espero que les haya gustado este capítulo. No olviden votar y comentar.

Atte. Brigitte

1093 Palabras.

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