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Taehyung Marcini tardó en volver

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Taehyung Marcini tardó en volver.

La luna abraza el pueblo y Notte ya se encontraba en un estado casi de ebriedad.

Y ahora ambos comparten una botella de vino.

Una sonrisa tonta y tono burlesco en su voz provoca risas en ambos, sentados en una sábana encima de la tierra mientras apoyan sus espaldas cansadas en las raíces del árbol, aquel de madera fuerte y ramas firmes a la par que varios faroles les daban luz en la penumbra. Y una fogata les da la luz que necesitan.

Notte ya se había acostumbrado a la oscuridad, pero Taehyung aún le temía.

El castaño había llegado desde hace algunos días al pueblo, mismos en los cuales no pudieron tener algún tipo de conversación más allá que un par de saludos formales en la residencia. El trabajo es agotador, lo tenía encerrado en su despacho el tiempo en el que Notte trabajaba y traía un muy mal humor con quien sea que se le cruzase, con un ceño fruncido y ojos cansados.

El problema en Grecia fue toda una red de desastre que sólo ocasiona desgracias más grandes, provocando en él una completa decepción cuando vio que, el comienzo de la ruina, eran las malditas plagas que se extendían por toda la plantación.

Productos elaborados sin el debido tiempo de espera a la fermentación, mal sabor en las bebidas, poco interés en los trabajadores. Realmente estuvo a nada de despedir a todos en aquel lugar debido a la ira que sentía.

Su cabeza estaba a punto de explotar del agobio que adquirió, tanto por la incompetencia de los viticultores que cuidaban las cosechas, por quienes se encargaban de la distribución de los vinos ya elaborados y por su falta de preocupación en estas tierras al pensar que todo saldría de maravilla.

Así mismo como se lo había asegurado Yoongi al convencerle de adquirir esas propiedades, canalla.

Incluso su estadía se alargó porque el traductor que había contratado no aparecía y, aunque conozca el idioma, no podía tener una conversación fluida y con los términos apropiados que debía de usar para su trabajo.

Los problemas le empezaron a asfixiar, por ello, buscó un lugar para relajarse de todo.

Ese lugar fue el pintor.

La luna volvió a tener compañía.

Llegó al establo con una sonrisa ladina, en sus brazos, pan y vino griego – de otra marca que la suya – para compartir un momento en el que no importaba nada más que ellos.

La sorpresa en el rostro del pelinegro fue divertida, cómica, no pensó que se verían esa tarde.. Realmente lo tomó desprevenido, ahora mismo toda su cordura se estaba desvaneciendo, provocando un gran nudo en la garganta debido a sus pensamientos contradictorios en los que maldecía por estar bebiendo entre los deseos de permitirse un descanso aquella noche para mandar todo al demonio.

Bella Mujer. | kth | jjk |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora