quindici

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Jungkook se había tomado muy en serio el papel de mantener una distancia prudente en la residencia Marcini

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Jungkook se había tomado muy en serio el papel de mantener una distancia prudente en la residencia Marcini.

—¿De verdad no vas a quitarte el velo?

—No, estoy trabajando. — el castaño bufó y abulta sus labios de inmediato, en evidente desacuerdo con aquel actuar.

—Pero quiero ver tu rostro.

Ambos se encuentran en el mismo lugar donde las pinturas de la demás familia se habían hecho, sólo que en completa soledad y con la puerta cerrada, con la excusa poco creíble que el mayor quería ver el desempeño del pintor sin ningún tipo de distracción, por lo que las criadas que vagaban por los pasillos les dejaron un par de frutas y agua para las horas que estuvieran allí.

Sólo Rosé seguía en dicha casa, su madre y Francesca habían salido con su futura suegra al tener su boda a la vuelta de la esquina, más pronto de lo que le podría gustar.

—No frunzas el rostro — Kook le regañó, por lo que se quejó en voz mucho más alta. Causando una sonrisa en el menor, aunque ésta haya sido ocultada por la tela que le cubría —. Y deja de moverte.

—Pido un descanso.

El pelinegro estaba vestido como hace mucho tiempo no lo hacía, con sus guantes, velo que cubre su rostro casi en su totalidad al igual que su cabellera, la cual amarró esa mañana con una piola que venía con los costales de arroz. De cierta manera, y por el color negro de toda su ropa, parecía no tener cabello y le daba una apariencia un poco cómica.

Notte asiente, dejando su pincel a un lado mientras hace tronar su espalda, se sentía cansado y algo preocupado, algo lo cual no pasó por desapercibido del contrario.

—¿Sucede algo? — Marcini se le acerca con unas cuantas uvas moradas en sus manos, extendiéndolas al otro.

—Estoy pensando en Hoseok. Ayer no fue al establo, hoy tampoco y es alarmante tomando en cuenta que ya considera el hecho de vivir juntos como una realidad — el alimento no fue rechazado por el menor, quien bajó la tela sólo una pequeña porción para que su boca se vea con claridad y comió la fruta, disfrutando el dulce sabor —. Uhm, están deliciosas. Gracias.

—¿En serio? Habrá que probar.

Pero antes de que Jungkook pudiera decir algo, ya tenía a Taehyung uniendo sus labios con parsimonia y un ligero sabor a uva.

Ahogó un quejido, que se escuchó más como un jadeo, en el momento que unas grandes manos se colaron por el cuello de su camisa y él llevaba las suyas a la cintura contraria que tanto ama.

Porque, ¿para qué decir que no quería que eso sucediera? Si es lo que ha ansiado desde la primera vez que se dieron un beso, unos más suaves que otros, tal vez algunos podrían parecer que eran cargados de segundas intenciones con las que ninguno tenía buena experiencia, por lo que siempre terminaban con sus respiraciones y latidos de sus corazones en un fuerte ritmo, acelerado y preocupante.

Bella Mujer. | kth | jjk |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora