06 | Duele mil veces más

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08 de Julio de 2019

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08 de Julio de 2019

El agua golpea contra el plato de ducha. Cierro los ojos disfrutando de la sensación de placer hasta que escucho el sonido de la puerta. Mi primera reacción es apuntar con la alcachofa, pero pondría perdido el baño y no tengo ganas de andar limpiando el desastre. Agarro el bote de champú y lo sujeto con fuerza. Está casi lleno, así que un golpe con él en la cabeza y te quedas tonto.

Mi cara se llena de alivio cuando la puerta se abre y veo a Carla. No parece muy contenta y me pregunto a qué viene su molestia. Sostiene el móvil entre sus manos.

—¿Cuándo ibas a decírmelo? —inquiere, de manera acusatoria.

Alzo la alcachofa.

—¿No ves que me estoy duchando?

Ignora por completo mi queja y sigue con lo suyo.

—Guardas silencio. Bien.

La idea de apuntarle con la alcachofa cada vez me parece menos descabellada. Si el baño queda hecho un desastre, pues que lo limpie ella, por venir a joderme la ducha. Es mi momento de tranquilidad y me lo está arruinando. Resisto las ganas de llevar a cabo mi plan y tras aclararme, abro la mampara. Enrollo una toalla alrededor de mi cuerpo y contemplo a mi amiga que me observa desde el marco de la puerta.

—¿Qué debo decirte si se puede saber?

Ahora sé que su molestia es conmigo, pero no recuerdo haberle hecho algo. A veces creo que me estoy volviendo loca a causa de convivir con ella.

Estampa su móvil en mi cara como si ahí se encontrara la respuesta. Tengo que alejarme un poco y cuando veo mi perfil de Instagram se me revuelve el estómago. Lleva abandonado desde hace meses. El último post que publiqué consiste en una luna con el pie de foto «I wanna hold your hand». Recuerdo el día que la tomé, justo un mes después del accidente.

Alejo la mirada cuando empiezo a notar ese dolor punzante en mi pecho.

—No veo nada —digo con la voz entrecortada.

Carla comprende lo que pasa.

Niega con la cabeza y entra en el apartado de mis seguidores. Después vuelve a mostrarme la pantalla de su móvil. Se me seca la boca cuando leo el nombre de la última persona que me sigue.

Lander.

Casi le arranco el móvil de las manos. Entro en su perfil y dejo escapar un suspiro de sorpresa al ver que en efecto, me sigue. Miles de preguntas surgen en mi cabeza. La más importante es cómo narices ha dado con mi cuenta. Debí haberla borrado hace tiempo, pero soy una cobarde.

No me pasa por alto la cantidad de seguidores que tiene. Casi medio millón de personas. Opto por salir de su perfil y le devuelvo el móvil a Carla. No quiero saber más del tema. Por la noche borraré mi cuenta para siempre y tendré un problema menos en mi lista.

El valor de los recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora