20 | Siempre creí en ti

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25 de Octubre de 2019

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25 de Octubre de 2019

Me cuesta darle a la tecla de enviar y sé que si tardo más de la cuenta, existe una mínima probabilidad de rendirme y continuar con mi vida como si nada. Así que tras soltar un leve suspiro, pulso.

Lo he hecho.

He enviado mi portafolio a la revista.

En esta ocasión opto por mandarlo en formato digital, porque prefiero conservar como un recuerdo el álbum donde las guardo. Soy incapaz de ocultar la sonrisa que inunda mi rostro. Me siento muy orgullosa de esta Estela. Cierro la sesión en mi correo y apago el ordenador.

Salgo de mi habitación en dirección al salón. Lander ha decidido tomarse la tarde libre y pasarla conmigo. Además, como Carla salió a correr, durante un rato la casa es toda nuestra. Le pillo por sorpresa cuando aparezco detrás suya y deposito un beso en su cuello.

—Me has asustado. —Se lleva la mano al corazón.

Sonrío.

—Perdón.

Se incorpora y palmea el sitio a su lado. Me dejo caer en el sofá y en sus ojos veo la pregunta que se muere por hacerme. Para que luego digan que las miradas no dicen más que las palabras. Tengo la genial idea de vacilarle un poco. Cambio por completo la expresión de mi cara y de pronto el artista de las redes se muestra preocupado.

—¿Lo has hecho? —inquiere curioso.

Niego. Me llevo las manos a la cara para ocultar las ganas que tengo de reírme. Lander nota algo raro porque enseguida las aparta y cuando me ve, me fulmina con la mirada. No le ha fascinado mucho mi broma.

—Idiota.

Fija la vista en el televisor sin volver a dirigirme la palabra. Le llamo varias veces pero el muy capullo me ignora. Bien. Si por las buenas no funciona, entonces será por las malas. Enredo mi mano en su pelo y le escucho suspirar.

Puesto que esa táctica no parece funcionar, porque mantiene bastante bien la compostura, paso al plan B. Voy trazando un camino de caricias desde su pecho —de momento cubierto por una camiseta— hasta la cinturilla de sus pantalones. Hago ese mismo recorrido varias veces y noto la respiración acelerada de Lander. Sin previo aviso agarra mi mano acabando con la tortura.

—Cómo te gusta jugar con fuego, Estela.

Me aplaudo internamente por la victoria, la verdad es que ha sido una buena táctica. Voltea en mi dirección y vuelve a tener la sonrisa puesta en la cara. Mi corazón baila en mi pecho por estos pequeños momentos de felicidad que me aporta el artista de las redes.

—He enviado el portafolio —confieso, rompiendo la pasión del ambiente—. Creí que me rajaría en el último segundo, pero lo hice.

Lander se acerca un poco más a mí y tras depositar un beso corto en mis labios, dice:

El valor de los recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora