Capítulo 10

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Clariss

No me permito dormir, estoy alterada por la manera en que me trató y dijo que me castigaría.

Siento el cuerpo muy sensible y los fuertes latidos de mi corazón no ayudan a calmarme.

Aunque la puerta estuviera cerrada con llave, no me mantiene a salvo de él.

Puede entrar en cualquier momento.

Trago saliva con el ritmo cardíaco más acelerado.

Siento sus movimientos detrás de la puerta oculta, pasa el tiempo y él sigue haciendo ruidos en su habitación.

¿Qué hará?

Me acerco todo lo que puedo sin hacer ruido y escucho de cerca.

Se siente una respiración agitada. Saltos y golpes. Puede que esté haciendo ejercicio para liberar el estrés.

Me alejo de la puerta y me voy a la cama.

En la mañana Roux me trae el desayuno, no hablamos y se va rápidamente.

Luego trae el almuerzo y se queda a charlar mientras como sentada en la cama.

—No puedo creer que se te ocurriera poner en marcha el yate —dice de brazos cruzados con la espalda apoyada en el mueble frente a la cama.

—Mi plan anterior no funcionó. 

—¿Cuál? —frunce el ceño mientras me ve comer, esperando mi respuesta.

—Uno —digo entre bocados sin dar más detalles. No necesita saberlos todos. —Pero él se resistió, no cayó como quería.

Roux me mira fijamente, entrecerrando los ojos.

—Te pidió más de lo que estabas dispuesta a dar. 

—Sí —murmuro sin mirarla.

Termino de comer, me acerco a ella y dejo la bandeja en el mueble. La recoge, y se despide. 

—Espera —la detengo. —Los escuché hablar anoche fuera de mi puerta. ¿Ya no saldré de estas cuatro paredes?

—Me las arreglaré para que sí —guiña y se va.

Respiro aliviada.

¿Podré tener una aliada en Roux?

*

En la noche me trae la cena y se va.
Luego de cenar, me doy un baño, y duermo.

A la mañana siguiente llega Roux con el desayuno, y me pide que luego me prepare para salir.

¿Qué tendrá preparado?

Me lleno de entusiasmo, me preparo rápidamente poniéndome un bikini y un vestido suelto arriba. Desayuno lo justo y espero.

—Al fin llegas —le digo a Roux cuando entra.

—¿Entusiasmada? —pregunta sonriente.

—Sí, aunque no quiero cruzarme con tu hermano.

—Aidan no está. 

—¿En serio? —pregunto intrigada.

—Salió por negocios, nuevamente —responde.

—Tiene mucho que hacer, ¿no? ¿Qué tipo de negocios tiene?

Necesito saber más sobre ello.

—Del tipo que obtiene dinero a cambio. —hace una pausa, pensativa. —Montones. —engancha su brazo con el mío y me saca de allí. —Vamos.

—¿Qué haremos? —la miro esperando su respuesta mientras llegamos a la parte de atrás del yate.

Destino sin opciones © [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora