Capítulo 20

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Clariss

Es de mañana, y no quiero dejar la seguridad de los brazos de Aidan, por eso finjo dormir.

Quiero alargar todo lo posible este momento, guardarlo en mi memoria y recurrir al mismo cuando sea necesario.

Puede que las revelaciones que me diga el día de hoy me alejen de su lado, o destruyan, pero siempre quedarán los buenos momentos como éste para atesorar en el futuro.

A pesar de las circunstancias que él creó para que lo conociera, Aidan ya se había llevado un pedacito de mi corazón.

Totalmente inaudito, pero real.

¿Y si es mejor no saber lo que tiene que decirme?

Si nadie me lo ha contado antes, puede que sea por mi propio bien. Ya no sé si quiero saber.

Pensando y sintiendo todo aquello, llego a la conclusión de que tal vez Aidan sea mi primera y única oportunidad de estar con alguien que me atrae y gusta tanto.

No debería dejarlo pasar.

Lo veo despertar, me acerco a sus labios, despacio y lo beso.

Él no lo vio venir y le toma unos segundos responder. Cuando al fin lo hace, me encuentro de espaldas con él encima, saboreando nuestras bocas.

Mis manos en su pelo, las suyas en mis caderas apretando, y siento su dura erección contra mi sexo.

Comienzo a mover mis caderas, gimo en la boca de Aidan e intento quitarle su remera musculosa poco a poco.

Él se separa de mí abruptamente, quedando arrodillado entre mis piernas.

—¿Qué sucede? —pregunto sin entender.

Quiero continuar y llegar hasta el final.

—No puedo hacer esto, Clariss —su voz es más ronca de lo habitual. Se acerca despacio a mi rostro, mirándome fijamente mientras enjaula mi rostro con sus brazos.

»Cuando te haga el amor, será porque sabes absolutamente todo de mí, y aún así no quieras que permanezca lejos —musita y muerde despacio mi mandíbula.

»Si ese día llega, me encargaré de hacerlo inolvidable —agrega y embiste entre mis piernas, robándome el aliento.

 Lo abrazo con fuerza y susurro:

—Puedes posponer para mañana lo que tengas que decirme.

—No más, Clariss —niega entre mis brazos.

—¿Es tan grave? —pregunto.

—Tu mundo tal cual lo conoces, dejará de existir para convertirse en algo más oscuro.

Lo sostengo una última vez y lo suelto.

—Habla, Aidan.

Comienza a levantarse, y se aleja hasta quedar apoyado en el mueble detrás, poniendo distancia.

La forma en que me mira, tan afligido y roto, demuestra que él ya me cree fuera de su alcance incluso antes de hablar.

—Comenzaré por el principio, paso a paso. —me recuesto en el respaldo de la cama, y muevo mi cabeza afirmativamente para que comience.

»Hace cinco años, terminaba mis entrenamientos junto a otros con los que había crecido y entrenado en un lugar en el medio de la nada —frunzo el ceño.

»Ninguno había ido allí por elección, éramos niños robados, y vivíamos en cautiverio. No había manera de escapar, algunos lo intentaron y cuando eran encontrados, los traían de vuelta para matarlos frente a todos, y así se aseguraban de que nadie más se atreviera a intentarlo. También asesinaban a sus familias, eliminando a todos los de su sangre. Entendimos que lo mejor era aceptar la horrible realidad.

Destino sin opciones © [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora