Capítulo 3

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Tomamos el camino largo, pasamos por una heladería, comimos reímos y caminamos a su casa. En primera instancia, estaba fastidiada que aparezca de la nada, pero luego sentí que valió la pena.

Las risas, juegos y sentirme en paz, era algo que necesitaba. Todo eso se acabó cuando discutimos por qué película ver.

—Yo quiero ver esa —señala la pantalla con fastidio.

—No entiendo el porqué de tu insistencia, al final... —me mira con sorpresa—, ¡ni siquiera te va a importar el final de la película, Dean!

—¿Qué te sucede?

—Tengo razón, esto de “ver películas juntos” —hago comillas con mis dedos—, es un cuento tonto en el que termina en sexo.

Tenía razón, pero aún así insistió en ver la película que él quería. Obviamente, terminó como lo esperaba, no es que me haga la tonta e ignore el “ver películas”, pero esta parte de la relación se volvió aburrida, para mi. He tenido poca experiencia y lo poco que he descubierto, no me causa demasiada impresión. Tampoco es que me entusiasme demasiado, solo me encojo de hombros y ya.

Según Ben, «No has vivido ni la mitad de tu vida y ya me estas diciendo que el sexo no es una de mas mejores formas de evitar que el estrés te mate» y su favorita «Ya encontrarás a alguien que te coma y te deje sin caminar bien unos días».

—Me daré una ducha —me pongo de pie y en el camino voy recogiendo mi ropa.

—¿Tan rápido? —me mira extrañado.

—Ya es tarde, debo ir a casa.

—Tus padres no llegan hasta las 5, quédate para almorzar.

—Hoy no, Dean —cierro la puerta del baño sin esperar su respuesta.

Me ducho lo más rápido que puedo y al salir, lo encuentro en la misma posición.

—No entiendo.

—¿El qué? —alzo una ceja.

—No entiendo qué es lo que te sucede, ahora me pones peros para todo —se sienta en el borde de la cama—, antes no pensabas mucho las cosas.

—Ese era el problema, supongo —camino con la intención de salir, pero me sujeta del brazo.

—Dime que aun me quieres —me mira con tristeza— porque yo te quiero un 10.

—También te quiero un 10 —intento sonreír, pero me sale una mueca extraña—, debo irme.

—Esta bien, me avisas cuando llegas a casa —me da un pequeño beso.

Una cosa extraña eso de “¿cuánto me quieres del 1 al 10?” y también estúpida, pero diciéndole eso, me deja ir.

Llego a mi casa, tras un largo camino en autobús, saco la comida del frigider y la caliento en el microondas. Viendo la comida dar vuelta mientras se calienta, los pensamientos me invaden, en especial en todo lo que ha sucedido en el día. No es que me fascine almorzar sola, pero mis ánimos lo pedían a gritos. Empezaba a disfrutar mis momentos en donde no necesito llenar el silencio con alguna conversación.

Almuerzo tranquila, con música y al terminar, decido estudiar un poco.

*

Primero llega mi madre discutiendo con alguien con el celular en la oreja. Me saluda en silencio y continúa con la discusión. Recojo todas mis cosas y me encierro en mi habitación para evitar el caos que se avecina. Pasada una hora, llega mi padre, me doy cuenta al escuchar la discusión con mi mamá, los gritos me sacan de mis pensamientos y al ver lo mucho que me queda por estudiar, guardo todo en una mochila y salgo de mi habitación.

Ben & ZoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora