Capítulo 20

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Hablar sobre ella... Es complicado, puesto a que nunca obtuve una respuesta a lo que había sucedido entre nosotras. 

Nunca estuvimos juntas, tampoco tuve el tiempo para descubrir lo que sentía. Todo era muy confuso, nunca me sentí correspondida por completo, pero a pesar del paso de los años, su presencia me genera ciertos nervios. Intenté descubrir qué me sucedían con las chicas cuando ella se alejó, pero fue un caso perdido. O eso es lo que creí en ese entonces, dado a que las chicas que conocí, caían en la terrible comparación que imponía mi mente. Dejé de intentar, de buscar a quien me hiciera sentir lo mismo. 

Seguí saliendo con chicos, conocí a unos cuantos, pero no llegó a nada mas por el inminente regreso de Dean. 

Verla parada frente a mi, hace que algunos sentimientos por ella despierten, pero intento no pensar en ello. Son muchas emociones por procesar. Además, es extraño y confuso para mi el volver a saber de ella, sin embargo, aun sigo esperando resolver algunas dudas que se generaron la última vez que hablamos. Se alejó de mi, sin ninguna explicación, sin dejar rastro de su paradero. 

—No debería preguntar esto, dado al estado en el que te encuentras, pero —mira en otra dirección— ¿Cómo has estado? 

—Muy bien —respondo a secas. 

—Pero la verdadera respuesta, no la fachada. 

—No sabría decirte cómo me siento en este momento —me devuelve la mirada, buscando respuesta en mis ojos— tengo el brazo roto y respiro con dificultad debido a las costillas rotas. Estoy drogada casi las veinticuatro horas. Pero nada de eso importa, tengo muchas preguntas, pero tampoco quiero saber las respuestas. Sinceramente... —no aguanto el contacto visual y miro en otra dirección— No esperaba tu visita. 

—Cuando me enteré, fue inevitable no venir —se encoge de hombros— me alegra saber que te encuentras mejor. 

—Gracias. 

No me dice nada más, nos quedamos en silencio por unos minutos que sentí interminables. Pero la llegada de mi madre interrumpió el momento. La mirada de desagrado que le da a Mia, me molesta, pero solo dura unos segundos, para cambiarla por una sonrisa amable al saludarla. Vaya tontería, el recuerdo que me viene a la mente. Mis padres nunca estuvieron de acuerdo sobre mi amistad con ella, siempre me lo dejaron claro e incluso... Meses después de su desaparición, me confesaron que planearon confrontarla para que deje de buscarme. 

—Bueno, yo debo volver al trabajo —me mira apenada— cualquier cosa que necesites, te dejé mi número por Instagram. 

Se despide amablemente de mi madre y sale en silencio. Quería respuestas, pero quizá este no sea el momento de resolver mis dudas. 

Mis auriculares tomaron protagonismo y me llenaron los oídos con la canción Complicated de Avril Lavigne. Me sienta muy mal ignorar a mi madre, pero por el momento prefiero no hablarle. Siento muy grande la carga emocional y prefiero no descargarla en ella. 

*

Pasan unos cuantos días, pero todo se vuelve confuso con tanta medicina. Me agregaron pastillas para dormir, debido a que me lo pasaba en el celular casi toda la noche y en las mañanas a penas sabía mi nombre y edad. Pude volver a casa, conforme los dolores iban disminuyendo, pero el yeso en el brazo se quedaría por un mes más, estorbándome.

Los días son mas cortos y las pocas horas que paso despierta en este, las siento pesadas. Últimamente me estoy levantando al medio día, si no es necesario ir a la universidad.

No supe que era mi cumpleaños, hasta que mis padres entraron a media noche a mi habitación cuando me ponía al día con la universidad. Me trajeron una torta con dos velas, formando el número 23. El cansancio y mezclado con medicina, me hicieron llorar. Sentir lo poco que he logrado en tanto tiempo, aún no termino mi carrera y no estar completamente segura de lo que quiero para mi vida, es una mierda. 

Las lágrimas se fueron junto con la angustia, aun me quedaba mucho por escribir y leer. Mis padres me dejaron sola, avancé la mitad de lo que tenía planeado hacer y me detuve a las 4:30 de la mañana. Mis ojos me arden, pero el sueño que necesito, esta a miles de kilómetros. Llega lo inevitable, seguir pensando cosas que no podré resolver en una noche, ni siquiera a la mañana siguiente. 

*

Pasan casi dos meses, lleno de terapias físicas, lágrimas y muchas pastillas. Me quitaron el yeso y las costillas tardaron en mejorar mas de lo esperado, pero aun no soy capaz de dejar las pastillas para dormir. Hace mucho no veo a Ben, el día de mi cumpleaños, me dijo que tenía mucho trabajo y la universidad lo esta matando. Pero conozco lo suficiente a mi mejor amigo para saber que algo más le ocurre. 

Me sigo concentrando en encontrar trabajo, mi padre me regaló la moto, como lo había planeado, pero no me dejó usarla hasta hace una semana en donde me dieron de alta por completo. Lo único que aún no tomo, son las terapias con la psicóloga que me recomendaron a los días de haber despertado. Siento que las necesito, pero por ahora prefiero seguir ignorando a toda costa enfrentar todo lo que siento. Las pastillas para dormir se me acaban con facilidad y el problema es que mi receta ya expiró y no puedo pedir más. 

Las semanas continúan pasando lento, estar completamente sobria me molesta demasiado. Mi exceso con el café se ha descontrolado, los cigarros me duran muy poco, últimamente me uno a fiestas, las cuales solo me interesan por el alcohol gratis. 

—¡Tú debes ser Zoey! —me habla el chico que recientemente se sentó a mi lado en el sofá de una pequeña reunión a la que me invitaron, pero ya no soy capaz de recordar el nombre del cumpleañero. 

—¿Cómo lo sabes? —respondo lentamente. 

—Saliste en las noticias hace bastante —me mira sonriente— no recuerdo exactamente cuando, pero lo siento mucho por el accidente. 

—¡Yo lo siento mas! —me burlo— fue hace dos meses y tres semanas, con unos cuantos días, pero no lo recuerdo. 

—No es que lleves la cuenta o algo así —se burla. 

—Pues... Algo así —me encojo de hombros— solo intento escapar de lo mal que me hace sentir el haber pasado por eso. 

—Vas a necesitar mas de estas —se pone de pie y se acerca al refrigerador, señalando el interior lleno de cerveza. 

—¿Y tu nombre era? —pregunto cuando regresa a mi lado. 

—Zane. 

—¡Zane, eres mi salvador!

O eso es lo que pensé. 

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Ben & ZoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora