Capítulo 24

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De camino a su casa, me advirtió que era largo y que mejor me ponga cómodo. Yo no tengo problema mientras tenga como regresar a casa. Tras unos largos minutos en silencio, ella decide encender la radio a volumen moderado y continúa una canción que tenía en pausa. No logro recordar en donde la había escuchado y al escucharla tararear la canción con ánimo, intento seguirle el ritmo. 

—¿Ese es Justin Bieber? —digo sin estar completamente seguro. 

—Lo es —sonríe— a pesar de los años, sigue siendo parte de mi rutina para no perder los nervios o golpear a alguien.

—Vaya, no me lo esperaba —me burlo.

—Todos me dicen eso —se une a mi risa— pero mira —estira su brazo derecho cuando se detiene en un semáforo, entre tantos tatuajes me señala uno que está en el antebrazo. En un principio no entiendo la forma que tiene, pero al verlo bien, es una silueta de la cabeza de Justin Bieber— me lo hice cuando tenía veintitrés. 

—Creí que eras más de rock —digo cuando su mano vuelve al volante y el auto se pone en marcha otra vez. 

—También, suelo escuchar de todo —se encoge de hombros— pero él siempre será mi ídolo principal. 

Lo que resta del camino se lo pasó contándome sobre cómo fue que lo descubrió, lo muy obsesionada que estuvo y que todo el mundo le decía que con el tiempo se olvidaría de él. Llegamos y al entrar veo a un tipo cruzado de brazos en el sofá, los que supongo que eran los padres de Blake, estaban en el comedor. 

—Genial, esto se va a poner bueno —dice el que supongo que es Darren al ponerse de pie. 

—Toma asiento, Ben. —me dice y obedezco al instante, tras saludar a todos. Luego se dirige a él con amargura— he estado hasta arriba de trabajo y lo único que quería era un poco de espacio. 

—¿Y él? ¿También es trabajo? —alza las cejas— ¿Podemos hablarlo en privado?

—Sí, es parte de su trabajo —dice el papá de Blake poniéndose de pie— he estado ayudándola con el caso que intentan cerrar y él es uno de los hijos. 

—Lo siento —dice Darren— es solo que no se cómo sentirme, te extraño en casa y en todos estos días no has respondido a mis mensajes. 

—Aún necesito un poco de espacio, ¿Podemos hablarlo cuando llegue a casa? 

—¿Podemos hablar un poco en privado, antes de que vuelvas a desaparecer? 

—Puedo esperar en el auto —sugiero, pero al intentar ponerme de pie, Blake me interrumpe. 

—Podemos hablar en mi habitación —le hace ademán para que la siga— ¿Puedes esperar un momento? —me mira sobre el hombro— luego tengo unos archivos que darte. 

—Esta bien —digo, pero ellos ya están dentro de la habitación y Blake cierra la puerta detrás de ella. 

Miro de reojo a la madre de Blake irse a la cocina y a los minutos regresa con una taza de café y un sándwich, me los ofrece diciendo: es probable que tarden un poco. 

—Muchas gracias —los recibo con una sonrisa y ella se me la devuelve antes de alejarse, a donde supongo que es su habitación. 

—Bueno, Ben —dice el padre de Blake y yo me exalto al oírlo pronunciar mi nombre— Descuida —se sienta en el sofá frente a mi— como dije, estuve ayudando a mi hija con su trabajo y es por eso que sé tu nombre, soy Bruce.

—Lo siento, señor —dejo el café sobre la mesa de centro que se interpone entre ambos, luego de darle un sorbo— sigo sin entender el caso por completo, a pesar de las vueltas que le doy y lo mucho que logra quitarme el sueño. 

—Te entiendo, es difícil saber que tu padre es sospechoso de asesinato —suspira— no seas tan duro contigo mismo, nada de esto es tu culpa, solo eres parte del daño colateral que ha generado la toma de decisiones de tu padre. 

—Eso intento, pero ahora ni siquiera puedo verlo a la cara cuando esta cerca. —me cubro el rostro con ambas manos y las retiro al pasar un par de segundos— quisiera poder reprocharle todo y pedir que confiese si hizo lo que sospechan o no, pero simplemente... 

—Descuida, todo se va a aclarar pronto —me da ánimos— lamento que estés pasando por esto y gracias por ayudar a mi hija en lo que puedes, a pesar de que tu familia es la que esté involucrada.

—Lo hago porque siento que es la única que ha sido sincera conmigo, mi familia hace todo lo posible por ocultar las cosas e intentar dejarse llevar por las apariencias. 

—Se que no nos conocemos de nada, pero aquí tienes un lugar a donde puedas venir cuando necesites cualquier cosa, así mi hija vuelva a su casa con el novio ese que tiene —rueda los ojos y me burlo. 

—Te he escuchado —dice Blake acercándose a nosotros y detrás viene Darren con un semblante más tranquilo. 

—Solo digo lo que pienso —su padre se burla y se despide de mi con un apretón de manos, también le da uno a Darren y le da un beso en la mejilla a Blake, para luego irse a su habitación. 

—Te veo en casa —dice Darren despidiéndose de ella y a mi me hace un gesto con la cabeza— un gusto, adiós —se va sin esperar respuesta. 

—Él tan social —se burla— déjame buscar el archivo que debo darte y te llevo a casa. 

—Está bien. 

Regresa a su habitación, sale con un sobre lleno de papeles que me entrega y me hace ademán de volver al auto. Le doy un último sorbo a mi café y lo que queda de sándwich me lo llevo para disfrutarlo en el camino de regreso. 

—Gracias por acompañarme —dice Blake tras cinco minutos en silencio manejando.

—Gracias a ti, por todo —susurro— me alegra que hayas arreglado tus cosas. 

—Aun no lo hago —se encoge de hombros— le he dicho que lo amo y que no lo cambiaría por nada, pero aún no hemos hablado sobre el compromiso como tal.

—Claro, lo harás llegando a casa. 

—No sé cómo lo vaya a tomar —suspira. 

—¿Tan malo es? 

—No lo se —sus nudillos se vuelven blancos al apretar con fuerza el volante y tras un largo silencio y relajarse un poco, continúa— hace un año fui al médico como suelo hacerlo todos los años. 

—Blake, no... 

—Y la ginecóloga decidió hacer más exámenes, solo para ver el porqué mi periodo no se regula a pesar de los tratamientos que he tenido —continúa, ignorándome—  también me tomaron un test de fertilidad y resulta que tengo las mínimas posibilidades de quedar embarazada y sinceramente no sé cómo decirle a Darren que es muy probable que no pueda darle los hijos que algún día quisiera tener, tal y como me lo dijo hace unos años atrás. 

—Te entiendo, pero él también sabrá entenderte si te ama, como tanto te lo dice.

—Tengo miedo, Ben —suspira— no sé porqué te lo he contado, pero me ha sentado bien hacerlo.

—¡Hey! Tú sabes todo sobre mi y mi familia —me burlo— te has preocupado por mi y eso es lo mínimo que puedo hacer por ti. 

Enciendo la radio, continuamos escuchando a Justin Bieber todo el camino de regreso a casa.

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Ben & ZoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora