Capítulo 18

26 3 0
                                    

Una cosa sobre Dean, se nota desde kilómetros de distancia que solo se quiere a él mismo, pero vivir en negación estos años, creyendo que nadie me va a querer o ver como él lo hace, me puso una venda en los ojos. 

Se podría decir que fue uno de los primeros chicos que mostró interés en mi, cuando tenía tan solo 16 años, a esa edad parecía muy emocionante el saber que captas la atención de alguien por primera vez. Ambos éramos unos niños, con el pasar de los años empecé a darme cuenta que no todo era color de rosa y que los interminables "terminar por una discusión estúpida y volver semanas después porque te extraño", algún día debían desaparecer. Nos dejamos de ver a los 18 creí estar muy segura de que todo había terminado, yo había conocido otras personas y él también. Entramos a la universidad, nuestro círculo de amigos cambió y no volvimos a mantener contacto hasta dos años después, en donde solo pretendía ser mi amigo, que quería recuperar esa amistad que tuvimos cuando teníamos 16, saber cómo me iba en mi nueva etapa y sobre los problemas que solía tener en ese entonces. Pasaron los meses y me pidió otra oportunidad, en donde empezaríamos desde cero y que todos los problemas que tuvimos en el pasado, se quedaban ahí. 

Tardé mucho en darle otra oportunidad, no estaba segura sobre lo mucho que me decía el haber cambiado. Pero finalmente lo acepté, volvimos, mis amigos se volvieron locos cuando se enteraron, mis padres no estaban al pendiente de lo que realmente sucedía entre nosotros, pero Ben, se enojó conmigo por una semana. La "estabilidad" que tanto me ofrecía Dean, solo duró unos cuantos meses, volvieron los celos, las típicas frases "no vayas a esa reunión, quédate conmigo, hace semanas no te quedas aquí" "no deberías usar maquillaje" "traes labial, no te besaré hasta que te lo quites" e infinidad de ellas, no me dejaban en paz. El ciclo se repetía otra vez, por dos años más, en donde me hacía creer que yo era inestable, que yo no sabía lo que quería, cuando el que no sabía lo que quería era él, al terminar conmigo cuando algo no iba como él quería y a las semanas volver muy arrepentido, diciendo que podríamos arreglar el problema juntos; lo cuál consistía en hacer todo lo que él decía y aceptarlo en silencio. Me alejé de mis amigos, a Ben no lo veía seguido y cuando desapareció unos meses por un desacuerdo, creí que no lo vería más. ¡Otra vez, estaba equivocada! Los problemas en mi casa no cesaban, mi mejor amigo lidiaba con sus propios problemas y yo, aun no he aprendido a lidiar con los míos sin caerme a pedazos. Dean estuvo ahí cuando le pedí ayuda, se comportó de una manera que no creí que lo haría y así fue como volvimos esta última vez y el porqué Ben estaba tan enojado cuando se enteró. 

No fue fácil para mi aceptar que todo esto esta mal, que debo empezar a quererme e intentar no depender de una pareja que pretende ayudarme, cuando solo me genera más problemas de los que ya tengo. Tardé muchos años en poder tomar las fuerzas necesarias para dejarlo atrás.   

—¿Podrías perdonarme todo esto, por favor? —esa mirada, aquella que me hacía perdonarle todo, esta vez no le iba a dar el poder. 

—¿A qué te refieres? —lo miré sin mostrar alguna emoción en el rostro.

—A esto —se acerca e intenta tomar una de mis manos, pero lo interrumpo.

—Lo que tengas que decirme, que sea desde donde estabas, por favor.

—Está bien —suspira y retrocede unos pasos— he sido un completo imbécil, no encuentro las palabras para decirte lo mucho que lamento el haberte dejado sola y ahora estás así, creí que te perdería para siempre. 

Ya lo hiciste hace mucho tiempo.

—Estoy viva —susurro. 

—Pero él o ella... —mira en otra dirección.

—Eso no es algo que te incumba —frunzo el ceño— me dejaste muy claro que no ibas a asumir ninguna responsabilidad al respecto, ya que dudabas si realmente era tuyo o no. 

—Pero lo dije porque estaba enojado —me mira y sus ojos me dejan ver lo mucho que le esta costando retener las lágrima— estuve hablando con una psicóloga y me está ayudando a controlar esos ataques de ira. 

—Bien por ti —relajo el rostro y miro en otra dirección— ¿algo más que necesites decirme antes de irte?

—¿Irme? —de reojo lo veo secarse una lágrima rápidamente— estoy aquí para demostrarte lo arrepentido que estoy y lo mucho que intento cambiar por ti. 

—Si cambias o no, eso no tendría que ver conmigo —suspiro— hazlo por tu propio bien. 

—Solo quiero demostrarte lo mucho que me importas. 

—Ya demostraste suficiente —suelto un bufido. 

—¿Qué? —ahora él tiene el ceño fruncido. 

—Para mi, ya demostraste suficiente. Solo eres un tipo que su único pasatiempo es decirle a las personas lo mucho que ha cambiado, lo cuánto le importan ciertas cosas, cuando demuestra todo lo contrario. 

—Zoey, ya no soy el niño que conociste y cometió esos errores estúpidos. 

—Yo vi al niño cobarde cuando me dijo que mi embarazo no era problema suyo —mi filtro de palabras ha sido removido por la medicina, pero aun así quería decirlo— lo estoy viendo ahora, repitiendo el mismo discurso de siempre cada vez que vuelve luego de haberme desechado como cualquier cosa. 

—Eso no es así, sabes los problemas que hemos pasado juntos —da un paso acercándose a mi— te enfocas en lo malo, cuando sabes que hemos tenido buenos momentos. 

—Recordar los buenos momentos, no hará desaparecer todo lo malo —mis ojos me arden— estoy cansada de que siempre busques la manera de hacerme ver que yo soy el problema y que debo cambiar, cuando el error aquí, eres tú. 

—Ya veo lo que intentas hacer —su mirada de arrepentimiento cambia hacia una de furia— intentas deshacerte de mi para quedarte con él ¿verdad? 

—¿Qué? 

—Me enteré que él dijo que sería el padre y que se haría cargo. 

—Eso no es de tu incumbencia —ahí va otro de sus juegos estúpidos y no pienso caer. 

—Sí lo es, tú me aseguraste que era mío, pero ahora me entero de esto. 

—Dean, vete. 

—¡No! hasta que me des una explicación.

—¡Dean, vete! —grito.

—¡Ya te dije que no me iré de aquí! —iguala mi tono de voz.

—¡Perdí al bebé, imbécil! —se queda en silencio por unos largos segundos, en donde añado—: ¡Felicidades! no tendrás que hacerte cargo de algo que claramente no querías, ahora lárgate. 

—Pero... —titubea— yo... no. 

—¡Lárgate! 

Tras los gritos, llega una enfermera y al ver lo alterada que estoy, le pide a Dean que se retire y me añade algo a la vía que tengo. De momento no ingresa nadie más y la medicina lentamente adormeció por completo.

----------------------------------------------------------------------

Ben & ZoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora