Remordimiento

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Sin saber que realmente sucedió en aquel momento, me dirigí nuevamente a la silla cruzando los brazos, ¿de que manera escapar de aquí?, soy una hormiga a comparación de esos guardias, el gran pasillo tenía varias puertas entrelazadas, si me logro escabullir entre ellas, mi plan saldrá con éxito, pero, mi gran problema no era ese, sino Rose, esa mujer no era de fiar.

---¿Cómo logras no estar asustada?. ¿Désde cuándo se encontraba allí?

---¿Quién dijo que no lo estaba?.
La verdad, si lo estaba y mucho.

---No lo pareces---Estiré las comisuras de mis labios formando una leve sonrisa.

---Que no lo parezca, no significa que no lo esté.

---Supongo que deberás enseñarme. Su voz trató de aliviar el ambiente sin éxito.

El resto de la tarde transcurrió lentamente como el infierno, me encontraba en una manada de muertos vivientes, si es que así los podía llamar, todos hundidos en sus propios pensamientos, sus semblantes transmitían una variedad de emociones; yo, tan solo con ira reflejada en mis ojos.

Nos veíamos obligados a transladarnos de una habitación a otra, a medida que el reloj sonaba, comer engrudos indigeribles, tan solo pensé, ¿cómo demonios estas personas viven así día a día?, supongo que a ellos no les molesta en lo absoluto.

El reloj sonó marcando las seis de la tarde, ya era hora de poner a mi plan en marcha, tan solo rogé a Dios porque si me funcionara, en estos momentos no tenía otra opción que creer en el.

Ellos se dirigieron a sus correspondientes habitaciones, caminando entre ellos buscando con la mirada a el chico, sin poderlo encontrar, una mano sobre mi hombro, me sobresaltó.

---¿A dónde?---Nisiquiera tenía una idea definida de lo que tenía que hacer.

---No lo se, ¿conoces algun atajo?

---Sígueme.

Haciendo caso omiso, me mantuve pisando sus talones en el camino, no literal. Sin poderlo evitar giraba mi rostro observando si alguien nos había visto, pero al parecer no.

Pegué un leve salto al ver que las luces fueron apagadas, genial, nos encontrabamos a oscuras en los pasillos, sin ver con claridad dónde se encontraba mi compañero, lo sujeté del hombro para guiarme.

Abrimos unas puertas, sin provocar el menor ruido posible y tomamos dirección hacia el pasillo que se encontraba rodeando un pequeño patio, miré de reojo por sobre mi hombro al sentir algo detrás de mí, inmediatamente me dí la vuelta sin encontrar nada cerca , solo silencio.

De nuevo me giré caminando hacia la última puerta para salir, pero claro, no sería así de fácil.

Como todo, la puerta se encontraba cerrada, y unas luces se dirigieron hacia nosotros, esto tiene que ser una broma, con los ojos entrecerrados lo miré, parecía petrificado, mientras pensaba en una rápida solución miré hacia mi alredeor en busca de algo que nos pudiera salvar, mi mente tratando de procesar sumado a los gritos de los guardias corriendo hasta nosotros, lo encontré, a cinco pasos de distancia había un gran muro pero a excepción de los demás este estaba cubierto por redes de plantas y mo, sujeté a mi compañero de la muñeca y corrí hasta ellos, unos ladridos me hicieron girar la cabeza hasta la entrada de los pasillos, tenían pastores alemanes sujetados de correas que pronto desatarían, rapidamente subí mis pies hasta las mayas de hojas y ramas y me fui apoyando de mis brazos a medida que subía, mi desesperación por huír fue notoria cuando un pedazo de piel de mi pierna derecha fue razgada con las púas de acero, solté un grito de dolor y salté al suelo, esperando la anticipada caída de mi acompañante, escuché un grito del otro lado por parte de el, me sobresalté, quise ayudarlo, pero si lo hacía no volvería a ver la luz del día, maldecí internamente y corrí de manera dificultosa hasta lo que sería mi hogar, por suerte no estaba muy lejos puesto que observé los carteles que señalaban el lugar en el que me encontraba.

Ella está aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora