Capítulo 32

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NICK

La sujeté antes de que su cuerpo tocara el suelo. Maldiciendo entre dientes cargué con ella y la senté en el asiento del copiloto.

Joder, se había desmayado. Le grité a uno de las guardias que me trajera una botella de agua y para cuando llegó vi cómo Noah volvía en sí poco a poco.

—Noah... eh —la llamé acariciándole la mejilla y acercándole la botella a los labios—. Bebe, Noah... vamos.

Abrió los ojos y cogió la botella que yo sostenía sobre su boca.

—¿Qué ha pasado? —preguntó mirando hacia todos los lados—. ¿Y Ronnie?

Suspiré aliviado al ver que recuperaba el conocimiento.

—Se ha ido —contesté apoyándome en el reposacabezas—. Maldita sea, Noah... me has dado un susto de muerte.

Ella se volvió hacia mí, estaba pálida como un fantasma.

—Estoy bien... —afirmó bebiendo agua de la botella y mirando hacia el frente.

—Joder, no estás bien —dije elevando el tono de voz—. Lion me dijo que te caíste jugando a los bolos, que te golpeaste en la cabeza y que no quisiste ir al hospital.

—No quise ir al hospital porque sé perfectamente lo que me van a decir. Solo tengo que descansar.

La miré perdiendo los nervios. —Podrías tener un coágulo.

—No, de eso nada.

No iba a escucharla. Puse el coche en marcha y salí en dirección a la autopista.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—Llevarte a urgencias. Te has dado un golpe en la cabeza y has perdido el conocimiento. Si quieres jugar con tu vida, allá tú, pero yo no voy a permitirlo.

Noah no dijo ni una palabra. Cuando llegamos al hospital se bajó sin esperarme y entró ella sola a la sala de urgencias. A diferencia de la última vez que había ido allí con ella, se mantuvo en silencio, rellenó los papeles y esperamos a que la llamaran.

—No quiero que entres conmigo, espérame aquí.
—No me jodas, Noah.
—Lo digo en serio.
Me molestó tener que quedarme fuera. Era consciente de que la había

cagado con Noah, pero me mataba saber que podía estar herida y no estar ahí con ella para hacerla sentir mejor. Ronnie no iba a parar hasta conseguir lo que quería y temía que las cosas fuesen a acabar peor de lo que ya estaban.

Pensé en llamar a Steve, el jefe de seguridad de mi padre, y explicarle la situación, pero eso sería desvelar demasiadas cosas. Mi padre se enteraría de lo ocurrido y temía que al sacarlo a la luz quisiesen ir a la policía. Si llegaba a oídos de Ronnie que había decidido ir a por él con la ley, iba a ser tres veces más peligroso que ahora. Las cosas entre las bandas se solucionaban en la calle, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo sin perder a Noah en el proceso. Me había costado lo mío no partirle la cara allí mismo, pero sabía que si lo hacía Noah no me lo perdonaría en la vida.

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora