Capítulo 35

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NOAH

Hacía muchísimo calor. No veía nada a mi alrededor y sentía como si me estuviesen asfixiando. Solo tardé un instante en comprender por qué me sentía como a cuarenta grados de temperatura. Unos brazos me rodeaban apretándome contra un cuerpo caliente y grande. Estaba completamente aturdida cuando mis ojos se posaron en un Nicholas profundamente dormido.

¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Y qué demonios hacía en la cama con él?

Mis ojos recorrieron mi cuerpo comprobando que estaba vestida pero con una camiseta que no era mía y que me quedaba grande como un camisón.

Se me cortó la respiración: alguien me había desnudado.

El pánico se apoderó de mí de una forma abrumadora. La respiración se me aceleró y me incorporé como pude apoyándome en el cabezal de la cama. Nicholas abrió los ojos al notar mi movimiento, aturdido un segundo e incorporándose y mirándome con precaución un segundo después.

—¿Estás bien? —me dijo inspeccionando mi rostro con escrutinio y cautela.

—¿Qué demonios estoy haciendo aquí? —le pregunté deseando no haber estado demasiado borracha como para no haber podido cambiarme yo sola en un cuarto de baño.

—Jenna me llamó para que fuera a recogerte. Estabas inconsciente —me contó mirándome de una forma extraña. Tenía el pelo despeinado y había dormido con la misma ropa que llevaba ayer.

—¿Qué pasó luego? —inquirí intentando mantener la calma.

Él me observó unos instantes sopesando sus palabras. Mi corazón aceleró su carrera.

—Te quité la ropa manchada de vómito y te metí en la cama —contestó y entonces mi autocontrol se fue a la mierda.

Me levanté y me fui hacia la otra punta de la habitación. Lo miré sin poderme creer lo que había hecho.

—¡Cómo has podido! —le grité fuera de mí. Nicholas no podía haber visto mi cicatriz, no podía, eso abría las puertas a un pasado al que no podía ni quería regresar.

Él se puso de pie y se acercó hasta donde estaba con precaución.

—¿Por qué te pones así? —me dijo dolido y enfadado; yo apenas podía controlar mi respiración—. Sea lo que sea lo que tanto te preocupa debes saber que a mí no me importa y que no se lo diré a nadie... Noah, por favor, deja de mirarme así, estoy preocupado por ti.

—¡No! —chillé furiosa—. ¡No puedes preocuparte por algo que no entiendes ni sabrás nunca!

Necesitaba salir de aquella habitación, necesitaba estar sola, las cosas no estaban saliendo como yo esperaba, nada salía como yo deseaba. Sentí un nudo en el estómago y muchas ganas de echarme a llorar.

Culpa mía © (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora