XVII

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*Narra escritora*

— Oye Rouge, ¿Cuántos años tienes?

— Yo tengo 19, ¿Y tú?

— Oh, vaya. Yo tengo 15.

— ¿En serio? Sigues siendo un niño.

— Me temo que sí — Da un ligero suspiro — Así es...

— Oye, ¿Y qué tiene la computadora de tu amigo?

— Se le cayó, a parte de que ya lleva usando la computadora desde hace años. — Sentencia el adolescente.

— Ya veo, un golpe y después de tantos años de usarla aumenta el daño. — Menciona Rouge y el Yīndáo Lí asiente. — Oye, yo tengo a un amigo que es bueno para esas cosas, ¿Te parece si vamos con él?

— No, gracias jaja. No creo que sea tan difícil arreglar esta porquería. — Dice Marín.

— Sirve que conoces a un cerebrito como tú. — Mencionó la peli blanca y Marín queda algo convencido.

— Bueno, pues no tengo prisa. Puedo decirle a mi mejor amigo que se espere que por su culpa estoy tratando de averiguar cómo arreglar su computadora.

— Muy bien, vamos. Es que vivo cerca de mi amigo. Entonces... — Rouge es interrumpida por Marín.

— Ya veo, vamos.

Los dos se fueron caminando y empezaron a platicar, muy tranquilos.

———

———

Dos Yīndáo Líes en la casa de nuestro erizo negro, el pelirrojo con algo de cansancio y Juan con algo de tristeza por su computadora.

— Oye, Juan. — Menciona Markus, acostado en el sofá de su hermano.

— ¿Qué pasó?

— Ya se tardó Marín, ¿No crees?

— Nah, está bien. Seguro al rato viene.

— Márcale y pregúntale en dónde está.

— Órale, deja le marco.

Juan tecleó el número del menor y esperó que respondiera su llamada.

Llamando...

Llamando...

Llamando...

— ¿Bueno? — Responde Marín.

— Oye, ¿Se puede saber en dónde andas?

— Ando con lo de tu computadora, pero si no quieres yo sin problema me regreso y a ver cómo le haces.

— Como que ya te tardaste, ¿No?

— Con tremendo fregadazo que le metiste, estuviste a punto de darle en la torre.

— No respondiste mi pregunta, Marín. ¿En dónde estás?

Marín estaba algo presionado porque en realidad no sabía qué decirle a su mejor amigo, pero se las ingenió. Mintió diciendo que estaba en un centro comercial tratando de buscar algún lugar en donde reparar su computadora, Juan le creyó y le pidió que no se tardara más. La llamada finalizó.

— ¿Qué te dijo? — Preguntó Markus mientras veía a Juan con mucha atención.

— Me dijo que anda en un centro comercial.

— ¿Le preguntaste en cuál? — Juan negó. — ¡Qué baboso eres! — El medio rió. — Era para ir a buscarlo.

— Ya hombre, no creo que sea tan baboso como para perderse, a parte le doy chance porque me está haciendo un mega favor.

EN LA CELDA - Shadamy 🎇¡Actualizada!🎇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora