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Glean Òir-  Sala del trono- Radanta

—No me gusta como se pone con él. — gruñó Neji.

—Déjala  en paz,  si se cabrea contigo todos pagaremos las consecuencias, ¿quiéres que este sitio se vuelva un maldito infierno? Porque yo no. Éste clima primaveral es mi favorito— dijo Obito mientras afilaba su lanza.

Tsunade se compadeció,  sabía que el jóven Neji, estaba confundido, lo que sentía por Sakura no sería correspondido nunca,  ella tenía a su destinado.  Y él  aunque no lo  notara aún,  también tenía a su destinada.
Tenten entró a la sala y depósito una  gran fuente de frutas picadas.

Miro a Neji de reojo,  se sonrojó y regresó a la cocina.
Tenían un banquete que dar a los recién llegados.

Obito le sonrió al verla pasar y ella devolvió el gesto.

—El amor flota en  el aire—  susurró Shizune detrás de ella,  sorprendiéndola como de costumbre. — Tsunade soltó una maldición  antes de girar y ver a la pelinegra con un expresión divertida.

—El amor sólo complica las cosas— murmuró entre dientes y se volteó a ver a los dos guardias que salían de la sala.
La mano de Shizune en su espalda baja y el aliento caliente en su cuello,  le obligaron a apretar los muslos bajo la túnica que lucía.

—Las cosas del amor no son complicadas Tsuna,  somos nosotros quienes insistimos en volverlas complicadas. — dejo un sútil beso en la base de su oreja,   que envió una descarga a cada parte de su cuerpo.

Luego tan sigilosa como llegó se fué.
Tsunade llevó su mano al sitio donde Shizune la había besado. Y soltó el aire que sin darse cuenta había estado reteniendo.

Por los jardines del valle Neji se paseaba furioso.

—Si no te tranquilizas le dire a Karin que te ponga a flotar un rato— amenazó Obito

—Estoy furioso, se pasean como si no existiera nada más alrededor.— dijo serio.

—Lo sé amigo, pero Saku es feliz ¿No haz visto como lo mira?—respondió tranquilo.

—¿Un humano? ¿¡ES ENCERIO!?— Una ráfaga de aire caliente cortó la hierba y dejo un sendero de por lo menos un kilómetro de largo.

—¿Quién lo hubiera dicho? — repuso con ironía, Obito,  mientras guardaba distancia de su muy encabronado amigo.

—Pero le voy a demostrar a ese humano que no sabe nada de Sakura, que no tiene nada que hacer con ella— su sonrisa maliciosa hizo a Obito maldecir en voz baja.

—Sólo no te metas en problemas con Saku ¿Quiéres?— se lamentó en silencio sabiendo que eso no sería posible.

Si bien se habían criado juntos,  Obito sabía  que Sakura sólo los queria como amigos, casi hermanos.
Neji sin embargo siempre albergaba la esperanza de que  ella le diera algo más.

Así fue como se embarcó en una lucha de fuerzas,  humano versus hada,  amistad contra amor.
Lo que Neji no sabía era que ni Sasuke ni Sakura estaban al tanto de lo que sentían.

Sakura convenció a Sasuke de dar un paseo por el Castillo,  quería  poner su plan de encantarlo con el lugar cuanto antes.

—Si algún insecto enorme aparcere yo...— ella lo interrumpió.

—Yo no permitiré que nada te pase,  estás a salvo. — él  murmuro alguna maldición ininteligible.
Ella sonrió  de lado mientras le tendía una mano.

—Hay muchos de ustedes— observó las casitas qué  se extendían por el vasto Valle.

—Somos una familia numerosa. — espetó  orgullosa. Extendió sus alas y él  pudo ver como resplandecían,  la sonrisa de ella era algo que siempre atesorería en su memoria.

—Brillan— admitió con sorpresa.

—Me llenan de vida— añadió ella.

Siguieron recorriendo el valle,  Sakura extendía sus manos y hacia florecer las plantas a su paso.
Algunas aves se acercaron,  eran enormes,  tanto que podían llevarlos si quisieran.

Sasuke se maravillo mientras acariciaba un ala.

—¿Aves eh? Veo que te comunicas bien con ellas— aqueo una ceja y sonrió de lado.

—Lo siento— ella admitió la culpa por su desagradable experiencia cuándo la parvada lo sorprendió fuera del parlamento.

—¿Por qué no vives con tu pueblo?  Eres una Reina— cuestionó confuso.

—Mi padre era como tú,  un humano.  Un fuerte guerrero de las Highlands. Nací en 1821.— Sasuke carraspeó. 

—Eso son muchos años— ella asintió. Comprendió que los relatos que había leído en la biblioteca del parlamento se referían a ella.
Llevaba siglos cuidando del pueblo.

La realidad lo golpeo con fuerza.
Ella quería proteger a su pueblo.
Él quería llevar miles de turistas a su tierra.

Sintió como se formaba una contradicción en su cabeza.
Su sueño a cambio del bienestar de ella y su gente.

Podía manejar unos cuantos turistas en temporada,  pero no podría contra la enorme cantidad de gente que atraería el Uchiha resort y centro  turístico.

Suspiró...

—Regresemos,  hay un banquete esperandonos— le tendió la mano y él la tomó con confianza.

Dentro del gran salón,  muchas hadas iban y venían con fuentes.

Sasuke notó que solo había un asiento, el trono, al cual llegabas subiendo una escalinata llena de pétalos de flores.

Seguía sosteniendo la mano de Sakura aún después de sentarse en el suelo junto a ella,  a su alrededor había muchas hadas curiosas que los observaban  sin decir nada.

El murmullo se terminó en cuanto Tsunade entró al salón,  ocupo un lugar junto a Sakura y le sonrió  mientras acariciaba su cabello de una forma maternal que Sasuke no pudo ignorar.
Tampoco pudo ignorar la mirada de odio que le dirigió a él.

—Bienvenido a mi reino, Humano— dijo entre dientes.

—Tía... — murmuró Sakura.

Las fuentes empezaron a flotar a medida que las hadas levantaban sus manos,  todos conversaban animadamente,  Sasuke quiso tomar un trozo de fruta  pero la bandeja se alejo.
La siguió con su vista y se topó  con la sonrisa burlona del mismo tipo que lo había golpeado.
Sus manos se hicieron puños.

—¡Tú!— lo señaló molesto.

—Sasuke, Neji sólo me protegía,  él no sabía que tratabas de ayudarme— dijo Sakura poniendo su mano sobre la de él.

Neji recibió el gesto de ella como una bofetada.
—¿Quieres  dormir el resto de tu estadía? Por que puedo arreglarlo— se tronó los dedos y lo miró desafiante.

Obito intervino como siempre hacía,  calmando las aguas.

Tsunade se divertía con la situación.
Sabía que Neji no le pondría las cosas fáciles  al humano.

Sakura le dió a Sasuke un trozo de manzana,  él lo tomó y sonrió.
Las mejillas de ella se enrojecieron de inmediato.
Cuándo quizo devolverle el gesto,  tomó  un gajo de algo que parecía ser un cítrico, ¿naranja talvéz?,  y se lo ofreció.

—Ella no come eso amigo, no le gustan— dijo Neji con burla. Luego tomo unas bayas blancas y se las ofreció a la pelirosa, ella lo fulminó con la mirada. Pero aceptó las bayas,  y compartió con Sasuke para que las probará.
Él  tomo eso como una pequeña victoria.
Neji maldijo en silencio y la risa de Obito le valió un golpe de Karin en las costillas.

Sìtiche ( SasuSaku +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora