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Gleann Òir- Radanta - espacio de tiempo infinito.

Valle Dorado se alzaba frente a los ojos verdes de Sakura.

Un remolino de viento agito sus alas, llevándola con fuerza contra las ramas de un imponente Sauce.

—¡Estás débil!  No use ni una decima de mi poder— gritó una peliroja mientras sobrevolaba a su alrrededor.

—¡Karin!— la sonrisa de Sakura hizo florecer  hasta el último lirio del valle.

—Veo que te recuperas pronto— espetó tras dar una breve mirada  a las radiantes flores que cubrían cada rincón del reino.

Se quitó algunas hojas del cabello y voló hasta donde su amiga la esperaba con los brazos abiertos.

—¡Te eche de menos pelo de chicle! Un día en el mundo humano  son cientos acá.— reclamó la peliroja mientras sujetaba fuerte a su amiga.

—También te extrañe pelo de zanahoria. Ya quiero llegar a casa. Tia Tsunade envió libélulas. 

—Ah estado rara,  diciendo cosas extrañas,  ya sabes como es. — Karin acomodo la trensa de cabello que Sakura llevaba, acaricio las flores silvestres que adormaban su peinado. — se preocupa mucho por ti.

— Lo sé.— admitió cabizbaja— ¡Anda,  una carrera hasta el Castillo!— propuso y emprendió vuelo rápidamente.

—¡Tramposa!— gritó Karin mientras trataba de alcanzarla.

Entraron con una ráfaga de viento que levanto los tapices que colgaban dentro de la sala del trono.

—Ya era hora de que  vinieras niña— la poderosa voz de su tia se alzo en el lugar,  imponente y fuerte.

—¿Vas a regañarme antes de saludarme? — Sakura fingió sentirse ofendida.

—Odio cuando esperas tanto tiempo.  Tu gracia se debilita.— recriminó Tsunade.— Iba a enviar una invasión de Libélulas que cantarán día y noche,  hasta que devolvieras tu trasero a casa.

—Si que lo harías,  pero deja de quejarte y dame un abrazó,  ya estoy aquí  tía. — sonrió emocionada.

La luna se alzaba brillando con más fuerza,  ya que la legítima heredera estaba en su reino.  Las hadas bailaron y cantaron por días.

Sakura sentía como su gracia se recuperaba.

—Haz estado algo nerviosa,  ¿qué sucede? — Cuestionó Tsunade.

—Unos hombres— resoplo— quieren montar en el pueblo,  un lugar que atraería muchas visitas.  Ya sabes qué   me gusta cuidar mi hogar,  aunque no este acá,  siempre protejo mi reino.—Tsunade asintió. Respetaba la desicion de su sobrina de vivir entre los humanos. Y sabía que podía cuidarse muy bien.  Eran otras cosas las que le preocupaban,  los hombres tenian un poder sobre las hadas,  que Sakura desconocía.  Mebuki había sucumbido a ese poder.  El amor,  era peligroso y podía acabar con su pequeña niña.  El temor hizo que un escalofrío recorriera a Tsunade de pies a cabeza.  Sakura la miró confundida.  Podía sentir en el aire que su tia se había  tensado.

—Los hombres pueden ser peligrosos— dijo firmemente.

—Puedo manejarlos— se jactó. — tuve que venir porque mis dones estaban fallando,  invoque un espejo de agua,  para saber que planeaban esos sujetos nuevos del pueblo y no pude oírlos,  además,  una extraña bruma distorsionaba el rostro de uno de ellos. — se explico con tranquilidad.

Tsunade dió un brincó  sobresaltada.
—"Chan eil an cridhe a ’leigeil le draoidheachd a dhol an sàs"— murmuró.

—¿El corazón no permite que la magia interfiera? — cuestionó Sakura confundida. — ¿A qué te refieres con eso?

—Oh mi niña— Tsunade ahogó un sollozo, sus temores se volvían reales.

Los siguentes días trato de disfrutar de la compañía de su sobrina,  sabia que la próxima vez que la viera podría ser la última.

Si ese sujeto no podía ser alcanzado por la magia, sólo significaba dos posibles cosas,  o era un ser mágico,  o era el destinado para su sobrina.

Las hadas podían amar mucho,  pero sólo tenían un ser destinado.  Tsunade habría deseado que su niña se enamore de uno de su propia especie,  pero el universo obraba de formas extrañas.

Sakura no tenía idea de todo lo que le deparaba el futuro.
Pero su tia ya vislumbraba muchos quebraderos de cabeza para su pequeña.

Se vió tentada de enviar algunos espías,  pero no podía interferir,  la naturaleza era sabia.
Desde las escalinatas de Radanta,  observó con placer como Sakura batia sus alas y se llenaba de brillo,  la luz de su reino era vida para su cuerpo. 

—Es magnífica,  será una gran reina cuándo su tiempo llegue.— dijo Shizune,  quién se deslizaba silenciosamente. — Espero que esta vez no demore tanto en regresar.

—Me sorprendiste— Tsunade sonrió— creo que mi sobrina va a volver  antes de lo que pensamos.

— Mmm,  esa criatura no puede estar mucho en el mismo lugar,  es demasiado libre,  curiosa y rebelde. — Tsunade asintió  y frunció el ceño.

—Mebuki era igual— suspiró.

Antes de que la noche cayera,  Sakura atravesó el portal.
Su cuerpo recupero la forma humana,  el clima de las hébridas la abrazó  y  tras exhalar el aire frío emprendió su regreso a la granja Haruno.

La hiedra se había extendido por los prados, los niños jugaban ahí habitualmente,  miro alrededor y luego se arrodilló en la hierba, hundió sus dedos en la tierra y la planta que invadía los campos,  empezó a retirarse.

Con su gracia revitalizada pudo deshacerse de gran parte de las hiedras de alrededor del pueblo.
Pero aún quedaban algunas cerca de Fairy Glen.  Conservaría esas para alejar a los curiosos.

Llegó a su casa y entró deprisa,  sobre la mesa había dejado polen fresco. Las abejas estaban llenas,  retozando.

—¿Y bién? — dijo poniendo los brazos en su cadera. — ¿No hay un informe que deban darme?

Las abejas volaron hasta su oído,  Sakura inclinó un poco la cabeza y escucho atenta lo que le informaban.

Tuvo que soltar la risa al imaginar a ambos hermanos discutiendo.

Luego se sentó a idear un plan,  haría lo que fuera para evitar que ese Sasuke,  llevará el caos a su pueblo.

Sìtiche ( SasuSaku +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora