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Glean Òir- Sala  del trono- Radanta

—¿Abejas Sakura?  Pudo sufrir un shock anafiláctico— reprochó Tsunade.

—Lo sé,  no estaba pensando con claridad,  él me desestabiliza ¿¡Está bien!? — Sakura agitó sus manos en el aire.  Tsunade observaba cada gesto,  con preocupación,  su hermana mayor había pasado por lo mismo cuándo  ese maldito de Kizashi Haruno la conoció.

Era todo un fastidio para ella ver como Mebuki se ponía cuando estaba con él.
Sobreprotectora,  celosa, extremadamente cariñosa,  descarada,  sí, sobre todo esa parte.
Aún después de milenios,  un escalofrío recorría la columna vertebral de Tsunade cuando sus recuerdos la llevaban al momento mas incómodo y vergonzoso de su vida.

La imágen del trasero de Kizashi y sus bolas velludas hamacandose, mientras empotraba rudamente a su hermana,  la acompañaría por miles de años más,  lamentaba no ponerse senil como los humanos cuando alcanzaban cierta edad, realmente le gustaría olvidar esa escena. Y sobre todo la descarada frase del humano,  cuándo la sorprendió petrificada en la puerta viendo todo.
"¿Te gusta lo que vez? Puedes unirte o irte pero decide rápido."

"Malditos humanos", pensó mientras su sobrina daba vueltas por la sala hecha un lío de nervios y miles de emociones que él despertaba y de las que apenas si era consciente.

— Debes exponerlo al alergeno de nuevo, hay que comprobar si tu gracia se encargó de curarlo sinó, se puede presentar una reacción alérgica nueva.— Afirmó Tsunade,  fingiendo que le preocupaba la salud del extraño humano que había hechizado a su sobrina.

—La anafilaxia sucede rápidamente después de la exposición— dijo la pelirosa mientras corría por el pasillo directo a su dormitorio.

Obito y Neji hacían guardia en la entrada de su dormitorio.

—¡Oh vamos! Ya les dije que no es una amenaza. Pueden regresar a sus entrenamientos, tareas o lo que sea que hagan— masculló desde la puerta.

—No tenemos nada que hacer,  mas que protegerte— dijo Neji,  desafiante.

—Te extrañamos Saku,  nos gusta sentirnos útiles y saber que podemos cuidarte— intervino Obito.

—No confían en él,  está claro,  pero confíen en lo que yo les digo. — se cruzó de brazos y alzó la barbilla — Sasuke no es una amenaza.

—¿Te gusta el humano?— cuestionó Neji, indignado.

—Ese no es asunto tuyo — se defendió Sakura. Las miradas entre ellos podían ser dagas envenenadas.

—Es mi maldito asunto cuando sabes que llevo siglos esperandote.— La pelirosa negó y bajo su cabeza.

—No me hagas ésto,  somos amigos,  siempre lo fuimos y siempre lo seremos— intentó sonar calmada,  pero el frío en el pasillo dónde se encontraban podía congelar el infierno.

—Lo siento— Neji dió un paso hacia ella y la abrazo con cariño,  no podía  evitar sentir la tristeza que le causaba,  a través del  helado frío que los rodeaba. — Aceptaré lo que sea que  me ofrescas,  amistad,  odio,  todo... — afirmó.

—Nunca podría odiarte— dijo ella correspondiendo el abrazo,  poco a poco el frío iba mermando.

—Lo odiarás cuándo sepas que dejó fuera de combate a tú humano— se burló Obito.

Sakura gimió,  sus brazos cayeron.

—Lo siento— repitió Neji.

—Parece que es tu frase del día,  ¿No? — negó varias veces. — Prometan que dejarán en paz a Sasuke.  No quiero que nos tema o se haga una idea equivocada de nosotros.

Ambos guardias asintieron,  Sakura entró a su habitación y vió  a Sasuke dormido en su cama.
Era una vista increíble, tenía que reconocerlo. 

—De una u otra forma te las ingenias para acabar siempre en mi cama— murmuró mientras se acercaba.

—No he tenido ningúna satisfacción cada vez que termino acá — respondió él mientras abría lentamente sus ojos y la miraba fijo.

Sakura se sonrojó.

—¿Dónde me trajeron? — cuestionó,  quería estar molesto,  pero la presencia de ella le causaba una paz y un gusto que no podía ignorar.

—Necesito comprobar que tu alergia se ha ido— explicó mientras caminaba a un enorme balcón, una abeja del tamaño de un oso se acercó a ella y Sasuke casi mojó las sabanas. —Tranquilo,  te aseguro que no te harán daño. — afirmó Sakura.  Ella podía sonreír todo lo que quisiera,  pero el pánico que Sasuke tenía no mermaba, bien podría entrar en coma,  sólo  por el susto.  Salvó lo poco que le quedaba de orgullo,  cerrando los ojos para no ver al enorme insecto  frente a Sakura.

Ella se acercó con un pedazo de aguijón, cuando el pelinegro la sintió a su lado abrió primero un ojo y luego el otro.

—Eso está chorreando ¿Qué  diablos harás con esa cosa? — aunque quiso,  no pudo dejar de sonar aterrado.

—Confía en mi— le ofreció otra inútil sonrisa tranquilizadora.

Con un hábil movimiento rasgó la palma de la mano del pelinegro.
Él observó aturdido. Esperaba sentir la comezón y el ardor,  luego la falta de aire y su cuerpo debíl.

Nada sucedió  más que la molestia del corte.
Las palmas de Sakura brillaron como cuando estaban en su granja.

—No hagas eso te pondras débil de nuevo— la detuvo él con un tono de preocupación que hizo a Sakura estremecerse.

—Estamos en Glean Òir,  mi reino,  aquí mi gracia es infinita Sasuke. — él la miró  sin decir nada.
La herida en su mano se cerró  sin dejar huella.

Contuvo el aliento por la impresión y sorpresa.

—Lamento que te apresaran y casi mataran de hambre. No somos así, por lo general mi pueblo es muy pacífico. — Deseaba que Sasuke se sintiera cómodo,  si podía hacerle  ver lo que ella protegía,  talvéz desistiría de hacer ese maldito hotel junto a las Fairy Pools.

—Eres un Hada... — Él se frotó la cara,  tratando de asimiliar lo que  veía,  lo que sentía,  lo que escuchaba. — No estoy muerto,  no estoy soñando ¿Ésto definitivamente es real?

Ella asintió,  sus miradas se cruzaron por lo que pareció una eternidad,  sin decir nada,  solo observándose.
Ambos pensaban cual sería el siguiente paso.

Sìtiche ( SasuSaku +18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora