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— Habíamos llegado a un acuerdo Elena, si te ibas jamás regresarías estuviste de acuerdo con eso. ¿Recuerdas? — hablo Jack furioso. 

— Si, pero cambie de opinión soy su madre y quiero recuperarlos. — la voz arrogante de Elena le causaba un dolor de cabeza a Jack quien se mantenía tranquilo. 

— ¿Y por que no hiciste eso hace tiempo? Ya mejor dime que es lo que quieres de una vez, no le des mas vueltas al asunto. — 

— Quiero a mis hijos Jackson. Y a ti. 

— ¿A mi? No te confundas Elena, yo ya no estoy para ti. 

— ¿por que no? ¿Por qué piensas que la chica rubia esta tan enamorada de ti? Dios, Jack razona.

— Elsa, ah estado en los momentos malos de NUESTROS HIJOS que tu que eres su propia madre. 

— Esa mujer solo te quiere por tu dinero no te hagas idiota. — respondió de una manera brusca. 

— ¡No te voy a permitir que digas eso! — el tono de voz de Jack subió. 

— Es la verdad y aunque te duela. Ella no es digna de estar con mis hijos, ellos merecen miucho más. Solo mírala. 

— No puedes juzgar a Elsa si tu eres peor. 

— No, en eso te equivocas, yo si tengo clase y modales. Ella tan solo es una sirvienta más de tu casa que terminarás olvidando. No se como hablas maravillas de ella si solo es otra chica pobre con la que puedes jugar a tu antojo. — la mano de Jack se estampó contra la mesa de madera causando un ruido seco en la oficina, Elena se sobresaltó ante tan acción. 

— ¡SERÁ LA ÚLTIMA VEZ QUE TE EXPRESES ASÍ DE ELSA! — los ojos de Jack se clavaron con ira en los de ella. — Por que no sabes de lo que soy capaz. 

— ¿Me estas amenazando? ¿Acaso ya olvidaste todo lo que tu y yo vivimos juntos como para defenderla más a ella? — 

— No te estoy amenazando. Y no es tan difícil olvidar a una persona horrible de tu vida. No te confundas Elena, ya no siento los mismo por ti, ya no estoy tan idiota como para amarte, lo que una vez sentí por ti se fue el día que decidiste dejarnos. 

— Eso lo dudo mucho. — se levantó de su silla acercándose poco a poco hacia Jack con un aire seductor. — Estoy segura que si te besó de nuevo, volverás a sentir lo mismo. — acarició su mejilla, el solo la miraba fijamente a los ojos, unos ojos que no demostraban ni una pizca de amor o sinceridad. 

— Puedes besar el suelo por que es lo único que estará. 

Se alejó regresando a su lugar. — No hagamos esto tan difícil entonces, sabes lo que quiero. 

— No te puedo negar el no verlos Elena, por que eres su madre. — levantó las cejas con disgusto. — Pero si quieres verlos pondremos varias reglas. 

— ¡Ay! A la mierda eso. Solo quiero verlos y recuperarlos. 

— Y lo harás, pero como es mi casa son mis reglas. 

Los se quedaron en completo silencio solo mirándose fijamente a los ojos, se les notaba el coraje a flor de piel y como con la mente se podían decir todo sin decir nada. Estaban en su oficina encerrados sin molestias de nadie, le había pedido a su secretaria que si llamaba alguien le dijera que estaba ocupado. Por un rato nadie llamó, pero una chica rubia curiosa lo hizo. 

— Oficina del señor Frost, ¿Quién habla? — respondió la secretaria. 

— Hola, buenos días buscaba al señor Frost, de parte de Elsa Arendell. — estaba nerviosa por escuchar la respuesta. 

La Niñera. JelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora