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Narra Elsa.

— Y entonces... ¿Ya tienes empleo? — mi mirada se dirigió a aquella chica de cabellos naranjas.

— No, aun no Anna. — rodé los ojos con frustración.

— Yo se de alguien que necesita una empleada. — miro a mi hermana menor April.

— ¿Quién? — tomo un poco de mi comida y me la llevo a la boca. Saboreando ese exquisito sabor.

— El famoso empresario. Jackson Frost. — la miro. — Busca una niñera para sus tres hijos.

— ¿Trabajaras de niñera?, que aburrido. — Jacob mi hermano mayor empezó a reír.

— Jacob, nisiquiera tengo el empleo. — lo mire. — Además, ¿que tiene de malo ser niñera?.

— Ya chicos, dejen de pelear. — mamá sale de la cocina con un pastel. — No tiene nada de malo en ser niñera, en realidad creo que es un trabajo excelente.

— Entonces Elsa, ¿Quieres saber sobre el empleo? — vuelvo a mirar a April.

— Claro que si.

— ¿De cuál empleo? — pregunta mamá dejando el pastel.

— Oh, April me contaba de un empleo de niñera en la casa de los Frost. — tomo un pedazo de pastel.

— Es una gran oportunidad. — la voz de papá resonó en el pasillo de la casa, tomo asiento en la silla principal.

— Si, mañana iré a verlo. — todos empezamos a comer el riquisimo pastel que prepara mamá.
Al final todos subimos a nuestras habitaciones. Somos una gran familia, si seis hijos. A pesar de que la casa no es tan grande no tenemos incomodidad, todos trabajamos para poder mantener y ayudar en la casa, yo estoy terminando mi carrera en la universidad.

Yo trabajaba en un restaurante, pero cerró por asuntos personales del dueño. Ahora no trabajo pero estoy en busca de alguno, April me recomendó un trabajo de niñera no desperdiciare esta oportunidad. Me acosté en la cama, mañana iré a ver el trabajo.

•••••

Me levanté para ir a la casa de los Frost. Después de una ducha corta, me vestí con algo cómodo y presentable, un pantalón azul de mezclilla con una blusa blanca y mi saco azul marino. Tome las llaves del auto de Jacob para poder llegar a tiempo.

Cuando entre a las elegantes y exclusivas calles donde las grandes mansiones levantaban un hermoso paisaje, comencé a buscar la casa de los Frost, ya que mi hermana era donde el señor Frost hacia las entrevistas. Me detuve en una mansión de color azul bajo, con una gran reja con la inicial F en dorado. Acerque el auto al timbre por fuera de la casa.

Toque el timbre y se escucho la voz de un hombre.

— Casa de los Frost.

— Si, soy Elsa Arendell vengo por el trabajo de niñera. — trate de sonar tranquila, cuando los nervios me consumían por dentro.

— Espere un momento. — un silencio, y un pequeño sonido de la reja abriéndose sacudió mis pensamientos, apreté el manubrio con un poco más de fuerza, dejando salir un suspiro. Entre despacio mientras miraba todo. Estacione frente a la puerta blanca de la casa, baje con pasos temblorosos, mientras me acomodaba el saco. Toque la puerta y abrió un hombre peliblanco más o menos 39 años.

— Adelante. — entre y adentro era aún mas hermoso. Después de cerrar la puerta se colocó frente a mi. — Acompañeme.

Hice lo que dijo, nos dirigimos a la sala de su casa y vaya sala. Eran tan hermosa y espaciosa. Con sillones blancos y cojines suaves.

— Tome asiento. — asentí y me senté en el sillón blanco grande de la sala, mientras que el se sentó en el sillón de enfrente un poco más pequeño. — Dígame señorita, ¿Porque busca el empleo de niñera? — cruzó sus largos dedos.

— Necesito el empleo para ayudar a mi familia. — hablé tragándome los nervios.

— Bien, ¿cuántos años tiene? — Levante una ceja y suspire.

— 29 años. — cruze mi pierna, tomando una postura más cómoda.

— ¿Su nombre? —

— Elsa Marie Arendell.

— Okay, tengo tres hijos, uno de 16 una niña de 13 y una pequeña de 3 años. — tomo un papel. — Son algo complicados, traviesos y a veces pelean entre ellos.

— Seguro que sabré llevarme bien con ellos — sonrió. — Soy buena con los niños.

— Mis hijos son algo especiales. Desde que su mamá se fue han cambiado mucho. — su mirada reflejaba tristeza y enojo.

— ¿Falleció? — pregunte apenada.

— ¿Qué? No, no. Ella sólo se fue. —

— Lo lamento.  — bajo la mirada.

— No importa, eh sabido cuidar de ellos. — mira a un lado y después ríe. — Aunque si necesito ayuda.

— Bien, me encantaría trabajar de niñera. — enseguida cambie la respuesta. — digo, si usted me contrata claro.

— Tienes un buen aspecto, y si en tus papeles tienes muy buenas reseñas. El trabajo es tuyo si lo quieres pero hay algo, si te quedas debes vivir aquí ya que yo trabajo mucho y no estoy aquí muy a menudo. — abrí mis ojos.

— ¿Vivir aquí? —

— Si. Si aceptas. El trabajo es de tiempo completo. — sabía que era una gran oportunidad.

— Si, claro que aceptó. — el sonríe.

— Bien, entonces puedes ir a tu casa por tus cosas — me levanto y el igual, sellamos el contrato con un apretó de manos, al sentir su mano sentí un escalofrío y creo que el sintió lo mismo ya que la retiró inmediatamente. — Y empezarás mañana mismo.

Su mirada se mantenía con la mía como si ambos quisiéramos adivinar los pensamientos del otro, una sonrisa de lado casi imperceptible se formó en su rostro pálido pero de rasgos masculinos, debo admitir que era demaciado atractivo.

Salí de la casa con una sonrisa de los mil demonios, sentía como mi estomago se contraía de pura emoción.  Conducí hasta mi casa esperando dar la buena noticia.

La Niñera. JelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora