Chapter 20

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Antes de que nadie tenga tiempo de notar lo que se esconde detrás de las palabras que acabo de pronunciar; antes de que se arqueen cejas, se pongan objeciones, se sumen dos más dos y decidan mantenerme lo más lejos posible del Capitolio, decido seguir escuchando lo que dicen. Porque una vencedora enfadada, independiente y con una capa de cicatrices psicológicas tan gruesa que resulta imposible de penetrar quizá sea la persona menos indicada para este pelotón.

-Ni siquiera sé por qué te has molestado en hacernos pasar a Finnick y a mí por el entrenamiento, Plutarch-comento

-Sí, y a somos los dos soldados mejor equipados de los que dispones-añade Finnick en tono engreído

-No crean que no soy consciente de ello-responde él, agitando la mano con impaciencia-Venga, volved a la fila, soldados Odair y Montgomery. Tengo que terminar la presentación

Si todo esto era una prueba, tanto Finnick como yo la pasamos. Al final de la sesion, ambos nos buscamos entre los pasillos. Se que tiene miedo, yo tambien lo tengo.

-¿Que le dire a Annie?-me pregunta preocupado

-Que volveras pronto a casa, eso le dire yo a Morgan-

Antes de que podamos continuar, aparece Haymitch. No estaba en la reunión y no está pensando en arenas, precisamente.

-Johanna a vuelto al hospital-nos dice a ambos

-¿Está herida? ¿Qué ha pasado?- le pregunto con aparente preocupacion, Haymitch intenta relajarme poniendo sus manos en mi hombre.

-Fue en la Manzana. Intentan sacar a relucir las posibles debilidades de los soldados, así que inundaron la calle.-Nos dice Haymitch- Asi es como la torturaron en el Capitolio. La empapaban y después le daban descargas eléctricas. En la Manzana tuvo algún tipo de Flashback  Le entró el pánico y no sabía dónde estaba. Han vuelto a sedarla.

Finnick y yo nos quedamos quietos, como si hubiésemos perdido la capacidad de responder. Pienso en que Johanna nunca se ducha; en que se tuvo que obligar a ponerse bajo la lluvia, como si fuera ácido. Yo creía que se debía a la abstinencia de la morflina.

Finnick se va directamente a ver a Johanna, pero y o me espero a que salga Boggs. Ahora es mi comandante, así que supongo que los favores especiales tendré que pedirselos a él. Cuando le digo lo que quiero hacer, me escribe un pase para que me dejen salir al bosque durante la hora de reflexión, siempre que esté a la vista de los guardias.

En el bosque encuentro un pino y arranco de las ramas unos cuantos puñados de aromáticas agujas. Después de hacer una ordenada pila en medio de una venda, recojo los extremos, los enrollo y los ato con fuerza con un trozo de enredadera para hacer una bola del tamaño de una manzana

Observo un rato a Johanna desde la puerta de la habitación del hospital y me doy cuenta de que la mayor parte de su ferocidad se debe a su actitud mordaz. Sin ella, como ahora, no es más que una joven que lucha por mantener los ojos abiertos a pesar de las drogas porque le aterra lo que pueda encontrar en sus sueños. Me acerco a ella y le ofrezco la bola.

-¿Qué es eso?-me pregunta

-Lo he hecho para ti, para que lo pongas en tu cajón-respondo, poniéndoselo en la mano-Huélelo

Ella se lleva el bulto a la nariz y lo olisquea con precaución.

-Huele a casa-dice, y los ojos se le llenan de lágrimas.

-Eso esperaba, por eso de que eres del 7 y tal. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Estabas bestida de un árbol. Bueno, lo fuiste brevemente.-

Hunger Games: The Singing of the MockingjayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora