Capítulo 5

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Sol/ Kira

Miro las pantallas que muestran las calles de la céntrica Madrid. Observo una en particular en la que se ve un edificio de una editorial. La miro atentamente esperando a que Will salga. Ya han pasado casi tres semanas desde que le dije que se fuera, tiempo durante el cual he estado vigilando a Will. Al principio me decía que era por su seguridad. No podemos olvidar que fue atacado dos veces por los hombres de Kurz. Por eso, o eso me decía yo, no he dejado de seguirlo por las cámaras de seguridad. Pero tengo que reconocer que en parte es por curiosidad, porque no puedo evitar preguntarme qué es lo que me estoy perdiendo por hacer caso omiso a mi pasado. Y tengo que admitirlo, Will es mi única conexión con mi pasado. 

- Te estaba buscando - dice Raquel - Creo que ya podemos quitarte los puntos. Ven y vamos a verlo.

Me levanto mirando hacia atrás a la pantalla. Me debato entre decirle que me revise la mano aquí o entre ir a la enfermería.

- Venga, sabes su rutina. Sabes que hasta dentro de una hora no saldrá del edificio. No tardaremos tanto. - me dice pero al verme dudando lo intenta de otro modo - A lo mejor si te quito hoy los puntos puedes coger una moto y vigilarlo más de cerca.

La miro y cuando veo su gran sonrisa veo que mi expresión ya ha revelado que voy a hacerle caso. Sale de la habitación y la sigo apresuradamente mirando una última vez a la pantalla y rogando porque no salga antes de lo habitual. Diana nos ve en el pasillo y corre hacia nosotras con sus cuadernos de estudio en la mano.

- Hola peque - le digo cariñosamente - ¿No se supone que deberías estar haciendo tu tarea?

- Sí, pero realmente odio las mates - resopla frustrada ante lo que no puedo hacer más que reírme. 

- Eres demasiado pequeña para odiar las mates - consigo decir entre las risas

- Odio al hombre que inventó las mates - replica ella con un tono de bebé

- Pues tienes que odiar a muchos - se ríe Raquel mientras entramos en nuestra enfermería improvisada.

Me siento en la camilla y Raquel se acerca con una banqueta mientras observa mi mano ya con la venda fuera. Por mientras, Diana se ha sentado en una de las otras sillas y resopla viendo su cuaderno de ejercicios.

- Voy a quitarte los puntos ya - dice Raque y no puedo evitar el gritito de alegría.

- Raquel - susurra Diana desde la silla mientras Raquel me quita los puntos - Tú eres muy lista. Y se me había ocurrido que me podrías hacer tu los deberes.

- Ja - se ríe falsamente Raquel - Como haga eso tu padre me mata.

- Papá no mataría a mi nueva mamá - resopla Diana.

- Auch - me quejo cuando Raquel tira demasiado fuerte del hilo.

- Perdona - susurra mortificada - Diana, ¿qué te ha dicho tu papá de mí?

- Tú no me haces las tareas, yo no te cuento lo mucho que habla mi papá sobre ti. - responde mientras camina hacia la puerta - Me parece justo.

Dicho esto cierra la puerta y Raquel tras unos segundos desconcertada continua curándome la mano. No quiero decir nada porque ya se la ve bastante mortificada, pero me encantaría decir un "ya te lo dije". Termina de curarme la mano en silencio con las mejillas completamente rojas. Cuando dice que ya está todo listo, me levanto rápidamente hacia la puerta.

- Gracias - grito a mis espaldas mientras corro por los pasillo hacia el garaje.

Llego sin pensar en nada escojo una de las motos y arranco sin coger una chaqueta. Puede que estemos a finales de verano y que aun haga un poco de calor, pero en la carretera, con el viento golpeando contra mí, voy pasar frío con la simple sudadera que llevo puesta. Hago poco caso a mi razón y salgo del garaje a máxima velocidad hasta introducirme en el temible tráfico de Madrid. Puede que no sea hora punta, pero aun así las calles están llenas de coches. La editorial no queda lejos y no hemos tardado más de veinte minutos pero de todos modos sigo a una velocidad que roza el límite. Llego a la editorial y aparco a un edificio de distancia frente a una cafetería. Me siento en una de las mesas y cuando el camarero se acerca a preguntarme que me sirve le digo que estoy esperando a alguien y que luego pido. Pasan unos diez minutos antes de que vea a Will saliendo del edificio, siempre se dirige hacia donde estoy sentada a coger el autobús en la parada de una calle más abajo, pero hoy se dirige hacia la dirección opuesta. Me levanto rápidamente siguiéndolo con la mirada y lo veo subirse en el lado del conductor de un coche un poco más abajo. No tardo en reaccionar y me voy hacia mi moto. Subo y arranco en cuanto lo veo salir de su sitio de aparcamiento. Lo sigo a unos cuatro coches de distancia hacia una zona de la ciudad donde nunca lo había visto ir. Entramos en una zona que se nota mucho más adinerada, por decirlo de una manera suave, que el resto de la ciudad. Me paro a una calle de distancia extrañada por el coche negro que se encuentra prácticamente pegado al coche que conduce Will. Lo noté en la carretera pero no lo vi salir en la misma salida que nosotros. Me da mala espina y los sigo rápidamente. Will llega a un edificio y se posiciona para entrar en el garaje. El coche negro hace lo mismo, ya es demasiada coincidencia. Decido esperar unos segundos en cuanto desaparecen los coches para entrar yo, pero esos segundos son demasiado porque la puerta que se desliza hacia abajo está casi completamente cerrada. De un modo u otro paso, hincando rodilla como si estuviera en una carrera paso a ras del suelo, tan pegada que no consigo levantarme y la moto cae encima de mi pierna. Me la estoy apartando de encima cuando veo a Will salir de su coche e inmediatamente salen dos hombres armados del otro coche.

Te EncontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora