Un cambio en la historia.

28. La historia de Stanford

Ford ingresó de nuevo a la cabaña, encontrándose con su hermano y McGucket, en silencio los hombres pasaron a la sala donde fueron recibidos por los gemelos dormidos uno sobre otro en el sofá. Stan los observó por unos segundos, aún eran jóvenes y dos noches seguidas de desvelos y emociones fuertes habían podido con ellos.
–Dipper seguramente quería hacerte un millón de preguntas... Loco McGucket, ayúdame a llevarlos a su habitación.
En silencio un poco incómodo cada uno tomó a un chico y los cargaron a sus respectivas camas, mientras Ford se desplomó en un sillón. Estaba de vuelta, después de tanto tiempo... ni siquiera sabía cuánto había pasado en esta dimensión, el riesgo había sido muy grande también, todo estaba tan cambiado y se había reencontrado con se gemelo y su antiguo socio y amigo...apenas podía reconocer el hombre en el que se había convertido, y no necesariamente para bien, sabía que era culpa suya. Quería sentarse a charlar con él, disculparse sobre todo y quedar en buenos términos, su esperanza de recuperar su amistad era muy baja.
Pero sabía que eso tendría que esperar, tenía que enfrentarse a su hermano y no sabía cómo iría eso, no terminaba de entender porqué lo había traído de vuelta, no sabía ni por dónde empezar con ese tema... pero había algo más.

Apenas podía creer que estuviera de vuelta en el Reino de las Pesadillas, años de planeación lo traían de vuelta al fin. Era igual a como lo recordaba y a la vez totalmente diferente, la dimensión entre dimensiones, siempre en caos constante de remolinos de colores, exenta de gravedad, inestable y siempre cambiante.
Cuando Bill envió a sus secuaces por mi, yo ya estaba listo para defenderme, en todos esos años me había vuelto más ágil, fuerte y llevaba conmigo el arma que Fiddelford Paralelo me había ayudado a perfeccionar: el Desestabilizador Cuántico.
Entre el caos que se había desatado encontré mi oportunidad para atacar a Bill Cipher y acabar con él para siempre...

Las pisadas de los hombres bajando las escaleras interrumpió sus pensamientos, levantó la mirada y alcanzó a ver cómo McGucket y Stan intercambiaban unas pocas palabras, después se escuchó la puerta principal abrir y cerrarse, el inventor se había ido. Su mente aún frágil no podía hacerle frente a Stanford después de revivir su accidente con el portal de años atrás.
–Deberías descansar, te ves un poco mal. –Dijo Stan sin acercarse demasiado, quería evitar otra pelea. –La habitación de arriba, yo dormiré en el sofá.
Y aunque era verdad que Ford estaba cansado y la promesa de seguridad y una cama era muy tentadora, su mente hiperactiva necesitaba respuestas, y nunca había sido muy paciente para obtenerlas.
–Preferiría que me explicarás que ha pasado aquí en estos años, qué sigues haciendo en Gravity Falls, porqué están esos niños aquí y por qué abriste el portal.
Se miraron fijamente unos minutos.
–Bien.
Stan tomó una silla del comedor y se posicionó delante de su hermano, tomó aire, organizando sus pensamientos. Finalmente habló.

Tardó menos que cuando habló con sus sobrinos, Ford se había quedado en silencio todo ese tiempo, incluso después de que Stanley terminará su relato. Al fin se levantó y sin apenas mirarlo le dijo.
–De acuerdo Stanley, este es el trato: puedes quedarte el verano para cuidar a los niños, yo me quedaré en el sótano a tratar de contener los daños que causamos... Pero cuando el verano termine, me devuelves la casa, me devuelves el nombre y está basura de la acaba del Misterio se termina, ¿entendido?
–Nunca vas a agradecerme, ¿cierto? –el contrario solo le dedicó una mirada molesta, terminando con los últimos pedazos de esperanza de Stan de recuperar a su hermano. –Bien, con una condición. ¡Aléjate de los niños! No quiero que corran peligro, porque en lo que a mí concierne, son la única familia que tengo ahora.
Se fue en dirección a su habitación, deteniéndose un momento en las escaleras... pero no tenía caso. Siguió con su camino, las cosas quizá no serían tan buenas como lo habían imaginado en un inicio.

Calculaba que solo contaba con un par de minutos antes de que las fuerzas de Bill se reorganizaran, aunque tampoco se veían por ningún lado, me abalancé sobre el demonio, forcejeamos y peleamos unos instantes, pero necesitaba acorralarlo manteniendo algo de distancia para usar mi arma mortal, ya lo tenía en el punto de mira y aún así él se mantenía impertérrito. Fue entonces que el portal se abrió, Bill estaba paralizado por la risa pero yo no podía perder tiempo, debía llegar antes que él o cualquier criatura. Eché a correr y a ciegas disparé en la dirección general de la risa de Bill, se escuchó una maldición, tomé un segundo para mirar atrás y no pude evitar soltar un grito eufórico, había logrado (al menos) herir al demonio de un ojo, estaba doblado sobre sí y pude notar un enorme agujero en su centro que parecería expandirse como si fuera ácido.