Un cambio en la historia.

25. La espera

Hubo un nuevo abrazo grupal y después de separarse Stanley revisó su reloj.

–Niños, es muy tarde, deberíamos ir a la cama. Un buen descanso no me vendría mal.

Se dirigían al elevador cuando Stan se detuvo y rápidamente volvió a la mesa de controles, oprimió un botón primero que hizo que el portal se encendiera.

–Será un viaje movido. –Un temblor se sintió al tiempo que Stan presionaba un botón final, que inició la cuenta regresiva. –Pero valdrá la pena. ¡Sosténganse!

Pequeños objetos a su alrededor abandonaron las superficies donde se encontraban, pronto los adolescentes sintieron sus cuerpos ingrávidos y después de unos segundos cayeron al piso. Stan copió el tiempo a su reloj de muñeca y por fin se fueron a dormir.

Al día siguiente la familia Pines no despertó hasta pasadas las 12 del día, faltaban alrededor de 16 horas para que el portal se abriera, ninguno sabía realmente qué había que hacer para la ocasión, ¿deberían adornar la cabaña? ¿Preparar una pequeña fiesta? Ninguno sabía a ciencia cierta dónde había estado Stanford Pines ni qué había estado haciendo durante esas décadas, aún existía la posibilidad de que ni siquiera continuara existiendo... aunque claro que nadie se detenía a pensar en eso, evitaban ágilmente esa idea.

Lo que realmente necesitaban hacer era distraerse para llenar esas horas de espera que parecían alargarse más que las horas de escuela en un lunes. Por lo que Mabel tan pronto acabó su desayuno, y aún en pijama, se puso a explorar cada rincón de la cabaña, quién sabe con lo que podría tropezar, ya habían encontrado toda una habitación antes.

–¡Aaaaaaah! ¡Es aquí es aquí es AQUÍ! –Una muy entusiasmada chica iba corriendo un par de metros más allá que su hermano gemelo, quién no terminaba de despertar aún. Se detuvo frente a una ordinaria puerta de madera en el segundo piso. –Oye, estaba abriendo puertas al azar cuando descubrí algo increíble. –Y antes de que Dipper pudiera responder, Mabel abrió la puerta presentándole el contenido. –¡Festín para tus ojos!

–¡Wooooooow! –Lo que vio no era nada de otro mundo, pero logró espantar lo que quedaba de sueño de su sistema. Era un pequeño armario con una caja repleta de fuegos artificiales enormes con la leyenda "¡No tocar!

–Oye, hermano. ¿Pensamos lo mismo?

–¡Fiesta loca de fuegos artificiales!

–No tan rápido niños. –De algún pasillo apareció Stan con su bata de dormir. –De ningún modo encenderán esos peligrosos fuegos artificiales ilegales sin mí.

Después de asearse, cambiarse e ir al centro del pueblo a comprar unos cuantos bocadillos helados para el sol veraniego, tío y sobrinos se encontraban en la pequeña terraza con paletas de hielo encendiendo increíbles (y peligrosos) fuegos artificiales de luces enormes, eran tan brillantes que ni siquiera el sol de la tarde opacaba su brillo.

–Oigan un momento. ¿Tienen permiso para eso? –Un par de conocidos oficiales se acercaron.

–Ah...

–¿Y usted tiene permiso para ser tan aburrido? –El comentario de Stan hizo reír a todos.

–Pues no discutiré eso. Continúen.

–Jajaja... En serio niños, tal vez debamos apagar esto. – El resultado de los bellos fuegos artificiales habían sido una docena de pequeños incendios en la cabaña y sus alrededores.

–¿Con globos de agua?

–Sí, porqué no.

Y así dio inicio una divertida guerra de agua entre los gemelos, de la cual Stan no salió ileso, o seco en este caso. Después unas horas más de diversión los menores ya estaban exhaustos y hambrientos, así que, en un arranque poco usual de Stan en su estado de ánimo tan bueno, decidió que harían una carne asada al aire libre, así que cuando habían acabado de comi-cenar, el sol empezaba a descender en el horizonte. Quedaban 9 horas.