23. El autor

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–Muy bien, creo que debemos hablar, Cipher.

En cuanto Dipper pronunció esas palabras la habitación perdió sus colores, curiosamente el arcoíris de los prismas que adornaban algunas paredes permaneció, adicionalmente aparecieron una mesa con un tablero de ajedrez de cristal de apariencia muy elegante, un juego de té bastante familiar y dos sillones bastante cómodos de un conocido color azul. Una vez el chico tomó asiento el demonio triangular apareció en un destello de luz en el asiento contrario.

–¿Por qué tan serio, cariño?

–Ca... –La expresión de Dipper pasó por mil fases en un segundo hasta que pudo recobrar la compostura sacudiéndose la palabra de la mente. –En este momento no estoy para tus juegos. Dime, ¿con qué intención quieres abrir un portal a tú dimensión?

–Directo al punto ­–Se reacomodó en su asiento un poco aburrido, señaló con un dedo una pieza iniciando la partida. –Siendo sinceros creí que me preguntarías primero por el autor.

Dipper no respondió, después de unos segundos de silencio hizo su movimiento, y así estuvieron varios minutos, enfrascados en una partida de ajedrez sin decir una palabra, volviendo el ambiente más tenso. No fue hasta que Bill logró comer uno de sus alfiles que el menor decidió ceder.

–Está bien, un asunto a la vez. Hicimos un trato y yo logré escribir en el diario antes que tú.

–Si cuentas un garabato como escribir­... – Murmuró detrás de su taza de té ganándose una mirada molesta.

–Eres insufrible.

–Gracias.

–Te recuerdo que ese día quedé inservible por tu culpa.

–Difiero, cumplí mi palabra y no te hice ni un rasguño. Todo fue obra de tu hermana.

–¿Y bien? – presionó el joven empezando a irritarse.

–¿Por qué tanta prisa, niño? –El ser bajó su taza de té de manera un poco brusca, el vínculo entre sus mentes se había estado fortaleciendo y, aparentemente, no solo sus pensamientos se transmitían entre ellos. –¡El tiempo ni siquiera existe en este momento!

–¿¡Y tú por qué simplemente no quieres decirme!? – El demonio cerró su ojo pasando de su típico color amarillo a un naranja profundo y de regreso.

–¡Pues si lo único que quieres de mi es eso pues bien!

Algo en el interior de Dipper se removió al escuchar eso, no sabría describir exactamente cómo, pero sólo sabía que lo hacía sentir muy incómodo. Repentinamente tenía la urgencia de hacer algo pero tampoco sabía qué, su mirada vagó a través del tablero de ajedrez a sus manos y finalmente se detuvo en el ser frente a él, pero sin ser capaz de verlo directamente.

Bill se limitó a observarlo olvidando su molestia. A diferencia del joven y pesar de lo enredado de sus pensamientos, él sí reconocía los peculiares sentimientos que estaba experimentando, era un algo inesperado y bastante interesante... Pero si seguía así no podrían continuar con su conversación.

–Pino, ¿por qué no me cuentas tus pensamientos sobre la identidad del autor? – Poco a poco se fue acercando hasta que sus asientos quedaron lado a lado. El nudo en el interior de Dipper se disipó considerablemente al sentir cerca el calor emitido por el ser. –Es más interesante así, ¿no crees?

–Sí. – Inhaló profundo e intentó despejar su mente. –Evidentemente este es el estudio del autor y por lo que veo es más... obsesivo que yo.

–No puedes culparlo, has visto...

–Tu narcisismo no es requerido en este momento, gracias. –Bill soltó una pequeña risa, pero lo dejó continuar. – Así que esta cabaña es en realidad propiedad del autor... lo que en teoría volvería al tío Stan el autor... Lo cual haría que ciertas cosas tengan sentido como la extraña máquina apocalíptica en el sótano o que quisiera mantenernos lejos de todos lo paranormal, considerando que de alguna manera volviste loco al autor, no me sorprendería que terminara temiendo a todo lo demás.

–Era una opción, pero no. Es un humano necio, un dolor de cabeza en verdad. –Bill retomó la partida desde ese lado del tablero.

–Eso me confirma que Stan no es, además de que no creo que el autor sea tan avaro... –Hizo su movimiento. –Lo que no logro entender es cómo Stan consiguió todos los diarios, es decir, al tercero le tomó una copia, alguno de los otros debió tomarlo de Gideon antes de que los oficiales se lo llevaran, y el último debió conseguirlo antes de ese incidente o no creo que habría sabido qué era y no lo veo robando un libro sin razón alguna.

– Vas por el camino correcto. Piensa, ¿qué más sabes sobre Stan?

–Pues en este momento no estoy seguro de lo que sé es real. Después de lo que Mabel y yo descubrimos... él probablemente no es quien dice, según el periódico que encontramos en su habitación, Stan Pines está muerto... ¿pero se hace pasar por él? –Volteó a verlo –¿Por qué alguien se haría pasar por alguien que está muerto? Quiero decir, oficial y legalmente muerto, ¿cómo es posible?

–Es porque no se hace pasar por Stan Pines, él es Stan Pines y para hacerse pasar por la persona que es ahora tuvo que fingir su muerte.

–Un momento... Pero eso no tiene ningún sentido, Stan sí es Stan Pines, sí es nuestro tío. Pero si fingió su muerte, ¿cómo es que nuestros padres no se enteraron de su muerte?

–De momento no es esa la pregunta que debes hacerte, sino con quién los enviaron a pasar el verano.

–Es cierto, si esta es la casa del autor... pero es la dirección de nuestro tío, eso solo regresa a que Stan es el autor. Pero no tiene sentido que sea Stan, además de que no tiene seis dedos... quizá pudo adquirir la propiedad después de la desaparición del autor. – En este punto Dipper había perdido total interés en la partida de ajedrez, estaba completamente girado en su asiento e hincado en este. – ¿Pero para qué fingió su muerte si sigue siendo él? Todos en Gravity Falls lo conocen desde años y lo conocen como Stanford Pines, no tiene sentido. ¿Y para qué está replicando la máquina del autor? – Se reacomodó en su asiento sobándose las sienes. –Esto me está dando dolor de cabeza.

Bill rio un poco para sí y pasó una de sus manos por los rizos de Dipper, una sola vez. Al instante el chico sintió su dolor disminuir, su mente aclararse, su cuerpo descansado y su estómago dar un vuelco, un efecto secundario. Antes de que pudiera abrir la boca de nuevo el demonio habló.

–Es suficiente de tu parte. Un trato es un trato, y debo ser yo quien te dé respuesta. – Se sirvió otra taza de té y tomó un sorbo antes de proseguir. –Lo que te hace falta es tan solo una pieza, ¿qué tanto sabes de genética, Pino?

–Lo básico, supongo. Sé que soy algo más inteligente, pero sigo teniendo 13 años, ¿recuerdas?

–Claro. –Un sorbo más. –Bien, como has dicho, todos conocen a tu tío por el nombre de Stanford Pines, y es porque esa es la identidad que asumió, su verdadero nombre es Stanley Pines.

–¿Stanley? –Dipper se quedó un momento asimilando la información para luego abrir los ojos como platos. – ¡Stanford Pines es el autor! ¡Mi tío es el autor! ¡El tío Stan es familiar del autor! –Bill sólo rodó el ojo y se movió casi imperceptiblemente lejos de él. – ¡El tío Stan tiene un gemelo! ¿Verdad?

–Sí, así es.

–Después de tanto tiempo, al fin tengo respuesta a la identidad del autor. Oh por... ¡espera a que se lo diga a Mabel!


Dipper salió de la habitación después de asegurarse de dejar todo exactamente como lo había encontrado, cerró con llave y volvió a su cama con mucha emoción por el descubrimiento, tanta que le costó volver a dormir. Justo cuando el sueño lo estaba envolviendo, un último pensamiento surgió: ¿en dónde está el autor?

Un cambio en la historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora