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Mi nombre es Emily, soy una chica de diecisiete años. Soy una estudiante que esta a punto de graduarse de preparatoria. En unos meses cumpliré dieciocho años.

En estos momentos, me encuentra en LA. Lejos de todo lo que tanto amo; mis amigos, mi escuela y mi casa.

Mi mamá trabaja en una agencia de viajes por que lo que estamos viajando constantemente. No nos quedamos en un lugar por más de un año.

Para mi es muy difícil el viajar y cambiar de escuela constantemente. Algo que no quería, era hacer amigos de los que sabía que me iba a encariñar para luego alejarme y talves no volver a verlos.

La primera vez que tuvimos que viajar, tenía trece años. Estaba por terminar el primer año de secundaria.

Fue realmente difícil para mi despedirme de todos, sobre todo de mi mejor amiga Nicol. Ella y yo éramos inseparables, literalmente éramos como uña y mugre.

No tenía muchos amigos, pero los pocos que tenía, eran muy preciados para mi.

Adoraba mi escuela y mi casa, tenía que dejarlo todo para irme a un lugar completamente desconocido.

No era justo, realmente no lo era. Estaba féliz de que mi mamá tuviera un trabajo que amaba, pero aún así, significaba que dentro de poco, estaría en un país extraño, con personas extrañas que hablan un idioma completamente desconocido para mi.

Con todo el dolor de mi corazón, me despedí de mis amigos y de la familia que teníamos cerca. A partir de ese momento, solo seríamos mi mamá y yo.

Ya han pasado algunos años desde entonces y he estado en muchos países diferentes, he conocido todo tipo de lugares e idiomas. Tuve la oportunidad de ver la belleza que posee cada lugar.

Ya estaba más que acostumbrada a viajar de aquí a allá, también me había acostumbrado a cambiar de escuela constantemente, bueno... más o menos.

Lo único que fue difícil al principio, fue estar sola. No porque las personas me apartaran o me trataran mal, al contario. Yo odiaba las despedidas. Por lo que decidí evitar hacer amistad con cualquier persona, el encariñarme con alguien solo haría mucho más difícil para mi tener que irme lejos y realmente no sabría como decir adiós.

Es fácil pensar que seguiras en contacto con las personas que dejas atrás, pero cada uno sigue su propio camino hasta llegar al punto de que se olvidan el uno del otro.

— Hija, ¿ya terminaste de empacar todo? —gritó mi mamá desde su recámara.

— ¡Si mamá! Tengo todo listo —grité.

Íbamos a viajar.

Si, otra vez.

— De acuerdo, no olvides llevar tu pasaporte —escuché sus pasos acercandose a mi habitación. Apenas llegó, se recargó en el marco de la puerta—. ¿Todo bien? ¿Estuviste practicando el idioma, verdad?

— Si todo bien, y claro, practiqué mucho. Sabes que este país está en la lista de los tanto lugares a los que siempre quise ir.

— Lo sé, es un lugar muy bonito —dijo mi madre con emoción—. Siempre quise ir ahí, llegando tenemos que hacer algo juntas.

— No tienes que pedirlo dos veces. —sonreí ampliamente. No veía la hora de llegar a Corea del Sur.

Ya podía verme en las calles de Seúl conociendo la ciudad junto a mi madre.

— Ah, ¿y viste la ropa que tienen ahí? —mencionó con alegría después de sentarse en la cama junto a mi—. Definitivamente tenemos que ir de compras.

𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘓𝘢 𝘗𝘳𝘪𝘮𝘢𝘷𝘦𝘳𝘢 𝘓𝘭𝘦𝘨𝘶𝘦| 𝘌𝘶𝘯𝘸𝘰𝘰: 𝘈𝘴𝘵𝘳𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora