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— Perdón, pero después de todo esto sigo sin saber tu nombre, ¿cómo te llamas?

Me dedicó esa linda sonrisa de la cual no planeaba cansarme—. Me llamo Moon Bin, deberías entra, esta haciendo mucho frío —se acercó y me dio un beso en la mejilla—. Cuidate, adios. —se dio la vuelta y se fue.

Yo por otro lado me quedé ahí parada como estúpida sin creer lo que acaba de pasar, podía sentir que mis mejillas estaban ardiendo. ¡Dios mio, me besó en la mejilla! Sé que fue un gesto de despedida, pero no puedo evitar sentirme emocionada.

— Moon Bin... —dije en un susurro recordando el corto momento que pasé con él. Su apellido sin duda alguna se vería genial junto al mio. Es estúpido que me guste tan pronto pero todo el tiempo fue muy lindo y amable conmigo. Dicen que solo necesitamos cinco minutos para saber cuando alguien nos gusta. Y bueno... pasé más de 30 minutos con él.

Regresé al departamento y para mi buena suerte, mamá aún no había regresado. Por lo que fui a mi cuarto para alistar mis cosas ya que desgraciadamente mañana tenía clases. Este era mi último año antes de entrar a la universidad, así que debía esforzarme más que nunca.

La idea de dormir temprano fue descartada cuando recibí una videollamada de Nicol.

— ¿Sabes qué hora es? —vi a una Nicol completamente desaliñada como si acabara de levantarse. De hecho, creo que si se acaba de levantar.

— Si —bostezó—, son las 10 am, ¿sabes lo que me costó el levantarme a esta hora para hablar contigo? Odio la maldita diferencia de horario —gruñó.

— 10 de la mañana no es tan temprano, ridícula, aquí son... —revisé la hora, ya iba a dar las 12—. Debiste llamar antes, tengo que dormir temprano, mañana tengo que ir a clases. Ya casi es media noche.

— Es por eso que te marqué ahora —volvió a bostezar—. Te quería desear suerte en tu primer día de clases, deberías valorar más mi esfuerzo —puso su mano en su pecho haciendo una expresión de indiferencia—. No soy apreciada como debería, esto es lo que me gano por ser tan amable. —no podía ser mas dramática.

— Pero si eres la mejor amiga que hay sobre la faz de la tierra —y la única que me soporta.

— Eso ya lo sé, no por nada estas hablando conmigo ahora, podría estar dormida en estos momentos, ya que para mi buena suerte, mis clases son en la tarde. Siento que madrugué y yo no hago esto por nadie.

— Aprecio mucho lo que haces por mi, en serio. Eres muy linda amiga, no te enojes. Pero creo que necesito más que "suerte" para que me valla bien mañana.

— Suerte es todo lo que te puedo ofrecer. Y un fuerte abrazo virtual.

— Bueno, algo es algo.

— ¿Pasa algo? Te noto un poco decaída. Y no me digas que no es nada porque hasta aquí puedo oler que te pasa algo. Dilo ya.

Dios, ni mi mamá es así.

— No pasa nada. —acomodé el cabello detrás de mi oreja en un acto de nervios.

— ¡Acabas de hacer eso! —gritó mi ruidosa amiga señalándome con el dedo—. Te acomodaste el cabello detrás de la oreja. A mi no me engañas. ¿Qué ocultas? ¡Dimelo ya!

— Bien, tu ganas —dije cansada. Me conoce tan bien que da miedo—. Estoy nerviosa. Tengo miedo. —suspiré—. Aún no puedo acostumbrarme a ir de escuela en escuela. Sabes que es difícil para mi socializar y es aún peor llegar a una escuela donde todos ya se conocen, mientras que yo solo soy la extranjera que acaba de llegar.

— ¿Porqué nunca me dijiste que te sentías así? —preguntó en un tono preocupada—. Debiste decirme, creí que éramos soulmates, el complemento de la otra, medias naranjas, el yin y el yang; esto me duele. —dijo fingiendo estar indignada—. Regresando al tema principal, me sorprende mucho de ti. Siempre me haz parecido una chica confiada, talves no platicas mucho, pero eres divertida y tus tragedias hacen reír a cualquiera.

𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘓𝘢 𝘗𝘳𝘪𝘮𝘢𝘷𝘦𝘳𝘢 𝘓𝘭𝘦𝘨𝘶𝘦| 𝘌𝘶𝘯𝘸𝘰𝘰: 𝘈𝘴𝘵𝘳𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora