V NEAL V

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Neal volvió a bostezar, sabía que el Hada Madrina poseía magia, pero no pensó que su voz fuera tan mágica como para adormecerlo. Y jamás había pensado lo aburrida que podía volverse la bondad, ¿tan malo era querer desaparecer a un bebé que llora?

Era el único sin compañero de asiento, pero agradecía que Jay estuviera frente a él, al menos podía ocultar su cara de aburrimiento. Neal no les había dirigido la palabra una vez que se encontraron en los pasillos de camino a la clase. Hizo caso omiso a la reclamante mirada de Mal tras haber ignorado el mensaje que le mandó cuando estaba en la playa con su compañero de cuarto, Gideon, y su inusual grupo de amistad, diciéndole que se presentara en el Museo de Auradon. A Neal lo que menos le importaba era si lograban robar la varita, su padre había asegurado lo contrario, pero se lo dejaría a las decisiones que ellos tomaran. Aunque sus cansadas posturas, y el hecho de que siguieran ahí, le hacían entender que el plan había sido un fiasco.

Por su parte, el querer dedicarse solamente al pergamino de su padre no estaba resultando como quería. Había pensado que el tener a un compañero que no quería prestarle atención al mundo le daría la libertad de hacer sus cosas sin preocuparse en esconderlas, pero el que lo invitara a pasar el tiempo con su grupo lo tomó desprevenido, aceptando. No iba a negar que le sorprendió que Gideon tuviera amigos, mucho menos que fueran chicas completamente diferentes entre ellas mismas. Cuando habían llegado al patio y divisó a una princesa y una chica con claros problemas en mente, quiso volver a su cuarto. El silencio incómodo entre los cuatro solo acabó cuando Gideon mencionó su ayuda con la lavanda de su habitación, sumergiéndose sin saberlo en una inusual charla de plantas y sobre la diosa griega dedicada a ellas.

Neal jamás había hablado con alguien antes sobre plantas, de cualquier tipo, y por un momento en la conversación, se sorprendió al notar que él era quien más estaba hablando.

¿Neal? la voz del Hada Madrina sonaba como una canción de cuna, aun así, logró sacarlo de su trance de recuerdos. Se inclinó hacia un lado para que el cuerpo de Jay dejara de ocultarlo. ¿Qué deberías de hacer si presencias un accidente?

Neal dejó de verla y dirigió su mirada al pizarrón, la mayoría de las respuestas eran divertidas. Eran villanos, no estúpidos... Bueno, había sus excepciones.

A) Llamar a emergencias
B) Deshacerte de los accidentados
C) Pasar de largo.

¿A? sabía que era la respuesta correcta para ese reino. En la Isla de los Perdidos los accidentes sucedían a cada momento y Neal tan sólo pasaba de largo cuando los presenciaba.

Ignoró las burlescas miradas de los demás cuando la directora lo felicitó y le llamó "Cielo" La única clase que veía importante era química (más al haber sido aceptado en una clase avanzada) y porque podría perfeccionar su técnica en crear pociones, al resto las consideraba insignificantes.

Un conocido presentimiento le invadió, su poder de ver fragmentos del futuro comenzó a manifestarse desde su llegada al reino. Por ahora no eran más que una inquietud con imágenes apareciendo sin sentido en su mente, pero eran más que suficiente para que pudiese descifrar si era algo bueno o malo, aunque ahora no sabía cómo descifrar el color del cielo. Observó a los demás, esperando que alguno sacara algún arma y creara un escándalo que rompiera el techo. Esperó que Mal los hechizara a todos como un as bajo la manga, pero ella seguía absorta en el dibujo de la varita; Evie estaba muy concentrada con verse en el espejo y los dos chicos se encontraban discutiendo por alguna tontería.

Buscó por detrás de él y su corazón dio un brusco vuelco que le hizo pensar que sería enterrado en Auradon. Una pequeña figura con vestido celeste apareció al principio del salón, no brillaba como una estrella ni olía a veneno como para que llamara la atención. Pero le fue imposible apartar los ojos de ella, estaba tan absorto en observar su apresurado andar, que no se dio cuenta que tenía la boca entreabierta como tonto.

Ella lo observó una vez que pasó a su lado. Su memoria se encargó de recordar para siempre el despejado cielo que poseía en los ojos, el cabello por arriba de los hombros que le recordaba al carbón y la pequeña figura que escondía un inquebrantable poder. Hasta que el chillido que soltó apenas y lo vio le hizo recordar la inquietud que provocaban con su presencia.

—Necesito que firmes esto... —la escuchó hablar y vaya que su voz era mucho más hipnótica que la de una sirena. Se inclinó más, pues la bruta espalda de Jay la apartaba de su vista.

—Seguramente todos recuerdan a mi hija Jane —Neal cayó de su asiento. ¿Su hija? Pero no podía pensar en otra cosa más que su nombre se escuchaba como el de un ángel o algo mejor; un hechizo de rendición.

Los ojos de los demás no tardaron en dirigirse hacia él desde más arriba de donde se encontraba. El corazón le palpitaba más de lo normal y la falta de aire le atemorizaba. Neal por primera vez en mucho tiempo sintió vergüenza.

—Neal ya no es tan fuerte como parece —apenas logró escuchar la voz burlona de Jay. Quería hacer magia y que la tierra lo escupiera hasta su torre, no podía alzar la mirada y esperar ver las divertidas miradas de los demás.

—Jane, llévalo a la enfermería, está muy pálido —escuchó al Hada Madrina hablar y vio los lentos pasos del ángel caminar hacia él.

Por fin decidió dejar de observar el suelo. Frente a él, Jane le observaba con temor, se sintió más avergonzado del miedo que le provocaba a que los demás hubieran presenciado su caída, y el que le ofreciera su mano pareció tan irreal que quiso pellizcarse. Tardó en aceptarla, deseando que no desapareciera. Su tacto era suave y su mano era pequeña a comparación de la suya; teniéndola frente a él le hizo darse cuenta de la gran diferencia de estatura. Una palabra estaba siendo rebuscada por lo más profundo de su mente, esperando que fuera digna para describirla.

Jane lo soltó en seguida que se puso de pie, provocando que indagara si había sido sólo una ilusión. Ambos titubearon al comenzar a caminar, pero Neal estaba seguro de que ella no sentía al corazón querérsele salir del pecho por la misma curiosidad que él sentía.









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chin, no sé si alguien siga por acá, pero buen día por si las dudas xd

Κατάρα |DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora