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La jornada vespertina en Ahoy's era más un descanso que un par de horas de trabajo. La playa de Auradon era una paz en medio de la rutina de cualquiera, dándoles tiempo a sus trabajadores jóvenes el espacio incluso de completar sus deberes escolares, con su debido dulce helado a la hora de descanso.
El aire salado, impregnado en el cabello de Gideon, era una forma de terapia que lo aliviaba de sus preocupaciones en la escuela. Las tareas acumulándose (a pesar de haber terminado unas cuantas durante el día), nuevos proyectos para el final de periodo y eventos, que lo obligaban a participar por puntos extras, lo estaban volviendo loco con cada asunto que se agregaba a la lista eterna de pendientes. Creaba una mala expectativa a la idea de seguir estudiando a futuro.
Por treinta minutos, todo aquello parecía desvanecerse con el aire que soplaba directo hacia su rostro, arrastrando cada peso de los hombros mientras se dirigía en su bicicleta de nuevo a Auradon Prep. Con su mejor amiga a lado, Gideon podía apreciar el camino nocturno que ambos recorrían a diario, absorto a su sueño más cercano por cumplir; caer directo sobre la cama y no despertar hasta que fuese necesario.
Pero los planes de Olympia no contaban con dormir, jamás la había visto tan comprometida con una tarea, menos cuando se encargaba de pasar con lo mínimo. Era eso mismo que lo motivó a no dejarla morir con su estrés académico, no era la primera vez que todos se reunían para ayudar a uno con un proyecto. Solía tratarse solo de Cristal, cuando la princesa se apuntaba en deberes que no le correspondían, pero que se esmeraba con apoyar, dejando en claro para cualquiera que se trataba de la heredera soberana a la corona.
—¿Neal? —encontró a su nuevo compañero de cuarto fuera de los dormitorios.
El chico de la Isla era toda una representación de lo que se trataba el lugar de villanos desterrados. La primera impresión de Neal era su bruta figura, llevándole a todos una gran ventaja de altura que lo obligaba a agacharse al entrar en cualquier puerta. Sus ropas oscuras y quemadas, junto a su mirada analítica, lo volvían alguien a quién evitar en los pasillos, lo había comprobado cuando caminó junto a él.
Y toda esa imagen que Gideon había tardado una hora en formar se fue al tártaro una vez que lo escuchó hablar de plantas. Ahora solo podía ver a un chico embelesado con la naturaleza y que se volvería loco una vez que entrara al Bosque Encantado.
Lo confirmó una vez más cuando lo vio alzarse de la jardinera cerca a la entrada, con una mano recolectando flores.
—¿No es hora de queda? —Neal se acercó una vez que ambos dejaron estacionadas sus bicicletas.
—Venimos de trabajar —habló Olympia, viendo entretenida su actividad recreativa—. ¿Cuál es tu excusa?
—No me he encontrado a nadie —explicó, encogiéndose de hombros. Ver a un chico de casi dos metros, guardando flores, era algo que jamás creyó ver. No cuando los príncipes de Auradon se encargaban de parecer los más valientes y estúpidos caballeros de la corte.
Olympia se acercó a él, ayudándole con su recolección.
—¿Sabes algo de métodos de estudios, Neal? —preguntó con aire distraído, había sido la misma manera en la que le había preguntado a Gideon antes de darle la misma respuesta que él.
—Yo no estudio.
Olympia volvió a soltar una maldición entre dientes.
—¡Ahora todos son superdotados! —reclamó a ambos chicos—. ¿Crees que tengas algo en tu pequeña biblioteca?
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Κατάρα |Descendientes
Fanfiction• El hijo de un villano puede estar maldito, al igual que el hijo del cuento más maravilloso de hadas. Unos tal vez fueron hechizados en su niñez. Otros nac...