I OLYMPIA I

41 1 0
                                    


⊱⋅ ──────────── ⋅⊰


Olympia alcanzó a evitar que la lapicera le golpeara la cara.

—¿¡Tour por Auradon!?

Cualquiera hubiera entrado en seguida por el escándalo que Maureen creó, pero era la hora del almuerzo y ellos siempre acostumbraban a comer en el salón de música.

—¡Cristal! —chilló Olympia, escondiéndose tras el piano. Observó desde el suelo, los zapatos de su amiga acercarse hacia los tenis amarillos de la pelirroja. A pesar de la lejanía, podía jurar escucharla intentando tranquilizar a Maureen.

Se levantó con lentitud, alcanzó a ver a Gideon sentando desde el otro lado del salón, burlándose de la escena.

—¿Por qué te molestas, si la vas a ayudar de todos modos? —preguntó el único chico del grupo, mientras masticaba parte del sándwich.

—No perderé mi oportunidad de poder lanzarle algo sin sentirme culpable -respondió, girando hacia él. Olympia aprovechó la distracción y corrió a ella, rodeándola con los brazos y alzándola del suelo—. ¡Bájame, olimpo! Me encargaré que mi abuelo no te salve cuando te lance al mar.

Olympia apreció la risa que le provocaron a Cristal, incluso Maureen dejó de patalear y se dedicó a escucharla. En momentos como esos, los demás estarían dispuestos a realizar cualquier incoherencia para poder alargar su risa.

Gideon bajó de la mesa y caminó hacia ellas, Olympia le pasó a Maureen y el no dudó en cargarla sobre su hombro y comenzar a dar vueltas, provocándole a la más joven (por sólo un año) chillidos de volver al suelo.

—Considera el tour como algo bueno... —se alejó al ver a Maureen caminar, mareada, hacia ella.

—¿Qué tiene de bueno convivir con desconocidos? —preguntó, recargándose en el piano, intentando recuperar su equilibrio—. No es que juzgue ya a los... ¿villanos? —se calló, pensando en su comentario.

Incluso los demás lo hicieron, los padres de los chicos de intercambio eran los verdaderos villanos, mientras que ellos aún podían elegir su camino.

—El punto es que, convivir no es algo que quiera hacer —se señaló, convencida que nadie podía contradecirla—. A ninguno de aquí le gusta convivir con otros. —y a pesar de ser la pequeña del grupo, cómo tenía razón la mayoría de las veces.

—A mí me gusta —defendió, Cristal. Pero todos sabían que lo consideraba más un deber que algo que realmente amara hacer—. Además, si lo haces, Ben pensará que fue una acción linda de tu parte.

La simple mención del futuro rey de Auradon, provocó que la defensiva postura de Maureen desapareciera. En su grupo, era bien conocido el pequeño -gigantesco- enamoramiento que la menor tenía hacia Ben Beast. Olympia entendía que fuera más torpe de lo usual cuando estaba cerca de él, pero lo que no comprendía era que la inexistente timidez de Maureen se manifestara en esos momentos.

—¡Está bien! —respondió en seguida, los demás tan sólo esperaban que dijera su consentimiento en voz alta, aunque era predecible que jamás los abandonaría—. Sólo quiero saber, ¿qué demonios te pasó para que aceptaras un tour sin darte cuenta?

Tres pares de ojos, de diferente color cada uno, la observaron, en busca de una respuesta. Olympia intentó no mostrarse nerviosa, pero pareció volver a escaparse de la realidad cuando recordó aquellos ojos profundos observarla, con curiosidad. No quería emocionarse, pero pudo distinguir en sus ojos, una emoción similar a la que ella sintió en ese momento.

Pero no admitiría en voz alta que un par de ojos le provocaron todo ese revuelo de emociones y una gran distracción como para aceptar un tour por Auradon Prep. Y por más que les confiara la vida a sus amigos (tal vez a Maureen no tanto, era más probable que ella la matara por accidente) seguía siendo muy reservada en lo que respectaban sus sentimientos románticos. Además, no quería emocionarse tanto y que acabar en otra decepción.

—Las clases de "voluntad" me tienen hasta el borde —se quejó, y no mentía. No podía siempre ser voluntaria en cualquier trabajo del pueblo—. La pregunta de a donde servir en un desastre no me ha dejado dormir.

—Búsqueda —respondió, simple, Gideon.

—Primeros auxilios —habló al mismo tiempo, decidida, Cristal.

—Tú no serías voluntaria a menos que perdieras a alguien —La respuesta de Maureen fue la que más se escuchó, y Olympia no pudo contradecirla.

—No te preocupes —le aseguró la hija de Cenicienta—, el último gran desastre que ocurrió en Auradon fue cuando cuatro príncipes quisieron andar en una scooter.

El recuerdo de haber visto los rostros de varios jóvenes, entre ellos Chad y Ben, con raspones había provocado la primera carcajada de Olympia desde que se mudó al reino. Eran preadolescentes queriendo actuar como inmortales, cuando ni ella siendo descendiente de un dios lo era.

Maureen golpeó el hombro de Gideon, siendo el más cercano a ella, pues la idea de que se burlaran del accidente de su enamorado no le provocaba tanta gracia. Olympia recordó haber visto una pequeña figura con llamativo cabello dudar en acercase hasta el accidente, con una preocupación imposible de ocultar.

Si no fuera por la poca atención que su amiga pelirroja recibía del reino, todo el mundo sabría de su enamoramiento hacia el heredero de Auradon. Olympia se prometió no ser tan obvia para no levantar sospechas a sus amigos.

Pero no pudo evitar una expresión de ensueño cuando vio pasar a los hijos de los villanos, logrando distinguir el característico cabello de quien le robó un suspiro.

Κατάρα |DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora