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❝Estará atrapada entre los deseos que su corazón anhele y jamás podrá tenerlos❞

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❝Estará atrapada entre los deseos que su corazón anhele y jamás podrá tenerlos❞




El cielo y varias lunas.

Olympia recorría con el cielo en sus ojos a los alumnos ingresando a Auradon Prep. La escuela más elitista en la que alguna vez pudo haber estudiado, aunque en realidad solo hubiese estado en dos instituciones durante sus dieciséis años. Pero, sin duda, Greek Prep era de las mejores.

Auradon parecía prometer a sus habitantes y turistas el más bondadoso trato, pero no era más que una fachada que cubría la verdadera manera de ser de sus habitantes. No negaría que en verdad habitaban genuinas criaturas que parecían aun salvar la mala imagen que ella se había formado de ellos, pero las miradas arrogantes de algunos descendientes la hacían querer llamar a su abuelo y que con un rayo los quemara.

Suspiró con profundidad, cerró los ojos y pensó en lo único que la motivaba a seguir con su propia fachada.

Olympia odiaba vivir ahí, no era un secreto, pero el que sus padres parecieran ignorarlo era otro asunto. Tampoco es que los culpase de su propio infierno, el rey de Auradon había invitado a los líderes vecinos a una estadía en el más mágico reino, para que tuvieran más cercano sus cotidianas reuniones de su tratado de paz.

Una sonrisa a secas se escapó de ella.

—Tratado de paz —arrancó un poco del césped en el que estaba sentada—. Deberían de tratarla primero en su propio reino.

Sus piernas extendidas sentían un leve cosquilleo por lo que la hierba alcanzaba a tocarlas debido a su pescador. Sus brazos, extendidos igual, le daban el apoyo debido para poder seguir juzgando con la mirada a los príncipes fanfarrones y las princesitas primorosas de la preparatoria.

De pronto, sin aviso alguno, un extraño sentimiento la invadió. Sus manos comenzaron a toquetear el limpio pasto, el movimiento de sus pies incrementó, y un simple pensamiento salvó a los hijos de la realeza de seguir siendo juzgados.

Algo había olvidado.

Odiaba que eso pasara, el que fuera la hija de un líder (semidiós, por cierto) no significaba que tuviera compromisos qué recordar por ser su descendiente. Y el que tal pensamiento conquistara su mente por completo la sacaba de quicio.

La banda de la escuela la sobresaltó. Doug, su líder, tocaba la trompeta completamente ajeno a lo que sucedía, tan sólo se concentraba en lo suyo. Una limosina se acercó hasta la entrada de la preparatoria, donde el chofer abrió la puerta, dejando paso libre a una caída de dos chicos. Mientras que otros tres más salían tras la puerta, ignorando por completo a sus acompañantes.

Olympia los veía atenta, le extrañaba que sus atuendos no llevaran los tranquilos colores que solían vestir los demás en Auradon. Sus colores llamativos parecían decir a gritos que por ahí rondaban los problemas.

Κατάρα |DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora