Siempre contigo

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-Todo era mentira –le digo, con los ojos todavía encharcados en lágrimas–. Sus palabras, sus caricias, su amor... me engañó para llegar a mi padre y cuando no lo logró, se acabó todo.

Todavía no me siento segura para contarle la verdadera historia de Andrew, pero esta parece ser una noche de confidencias, y no podía no hablarle de él. Y aunque me sienta bien liberar el peso de tal recuerdo, es igualmente duro confesar que fui estúpida.

-Hay personas malas en este mundo –me dice, con esa forma tan pausada que tiene de hablar. Creo que seguimos viéndonos por eso, porque su tono me tranquiliza. Y a veces, me hace creer que lo que dice es cierto y que no todo es tan malo como lo que yo viví hasta ahora–, pero también las hay buenas. No debes juzgar a todos por igual, por lo que hizo uno. Y no me refiero solamente al amor, sino también a la amistad. Hace un mes ni siquiera me querías cerca y...

-Todavía me molestas –digo, aunque sabe que estoy bromeando.

-También tú a mí –sonríe. Tiene una bonita sonrisa, tan sincera y real, que a veces me asusta.

Cuando me habló por primera vez, pensé que sería un borracho más intentando ligar conmigo, así que quise deshacerme de él, pero es un hombre insistente y cuando le ofrecí la posibilidad de volver a vernos, no la desaprovechó. Desde entonces, no hemos dejado de quedar, primero en el bar, luego en otros lugares. Se ha convertido en una constante en mi vida, a pesar de que hasta el momento no le he dejado entrar de lleno en ella. Siento que si lo hago, lo pondré en peligro.

-Creo que es un buen plan –Adam estudia el plano donde hemos marcado la ruta de entrada y salida–. Pero no me gusta esto que pone aquí.

He añadido un extra al plan, que Kendall no ha visto tampoco, y sé que Adam se refiere a eso. Estaba decidido que entraríamos todos en la casa, sin que nos detectasen, pero conozco a Malone y sé que nos estará esperando.

-No vamos a engañarnos –les digo, a modo de explicación–. Nos van a estar esperando. Sabían dónde estábamos Kendall y yo, así que mi medio hermano sabe que no iré sola. O que no pensaba hacerlo.

-¿Y crees que si te presentas allí tú sola se creerá que no te hemos acompañado? –me interrumpe Adam.

-No sé si lo creerá o no, pero si no entro primero, nos darán caza sin piedad. Malone tiene a muchos hombres allí y nosotros solo somos cuatro. Si nos pillan, estamos muertos. Estáis muertos. Yo seguiré con vida mientras le sea útil, pero Colin os acompañará en la muerte y no quiero más cargos de conciencia.

-No nos estás obligando a acompañarte –dice Clive.

-Lo hice en el mismo momento en que os llamé –remarco. Digan lo que digan, esa es la verdad. Sabía que si los contactaba, no me dejarían ir sola, así que en realidad, les obligué a acompañarme.

-¿Y por eso tienes que morir? –pregunta Adam.

-No voy a morir –lo miro directamente para que crea lo que digo –. Os tengo a vosotros.

Aunque la idea sigue sin gustarle, al final, en vista de que se nos echa encima el tiempo, acepta que yo entre primero. Espero que haga su parte y espere a mi señal para intervenir, porque tengo mucho que hablar con Malone, antes de que todo esto acabe de una vez por todas. No quiero pensarlo, pero creo que ninguno de los dos saldrá vivo de esta pequeña reunión familiar. Porque si yo caigo, me lo llevaré conmigo.