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-¿Todos tenemos claro lo que hay que hacer? –pregunta Adam.

Es el líder de uno de los tres equipos que hemos formado y mira a sus hombres en busca de confirmación. Keenan se encarga del segundo y Nolan del tercero. Aunque quise tener a mi cargo a un equipo, entiendo por qué no lo permitieron. Esto es demasiado personal y podría acabar poniéndolos en peligro por mis ansias de matar a mi medio hermano. Podría mentirme diciendo que jamás lo haría, pero sé que si tuviese la oportunidad, no vacilaría en ir a por Malone.

Adam, Clive y Kendall abrirán la marcha y Nolan y yo iremos tras ellos en un equipo de dos. Keenan, Randy y Rory permanecerán en la retaguardia con rifles de asalto para asegurarnos una salida fácil. Alec estará con ellos para informarnos de la posición de los hombres de Malone con el dron.

La misión es conseguir que Nolan y yo nos colemos en la casa sin ser detectados, pillemos el joyero y volvamos a salir en silencio, sin que se enteren de que hemos estado aquí. Diría que es algo surrealista pensar que no nos verán, pero tenemos que evitar la lucha directa tanto como podamos porque son muchos más que nosotros.

-Bien, entonces –asiente–. En marcha.

Mientras planeábamos la mejor forma de entrar a escondidas les señalé todos los puntos ciegos que tienen las cámaras del jardín, los mismos que usaba cuando me veía a escondidas con Andrew. Me dolió recordar lo ilusa que fui cuando lo conocí y cómo dejé que unas cuantas palabras bonitas gobernasen mis decisiones. Él fue uno de los motivos por los que acabé siendo desconfiada y lo odio por eso, incluso estando muerto. Durante mucho tiempo el miedo a caer en una nueva trampa me mantuvo lejos de todos y casi pierdo a Nolan por mi miedo a confiar en la gente.

-Atenta –justamente el hombre de mis sueños es quien me hace volver al presente.

-Perdona –le sonrío–. Ya me centro.

-Sé que tendrás muchos recuerdos pasando por tu mente, pero no es el momento de dejarse llevar por ellos –me recuerda.

-Tienes razón –asiento.

-Eh, pero voy a conocer tu habitación –me mira con picardía y se me escapa otra sonrisa. Sé que intenta relajarme y funciona.

Al menos hasta que divisamos la primera cámara y tenemos que esquivarla. Desde ese momento, me obligo a no pensar en nada que no sea la misión que tenemos por delante para no estropear el plan. Ya es insostenible por sí mismo, como para meterle más presión.

Nos movemos sigilosamente de punto ciego a punto ciego hasta alcanzar la parte trasera de la casa. Es la zona con menos acceso al interior, pero también es la que menos vigilancia tiene por ese motivo, así que es la vía más adecuada.

-Espero que siga siendo estable –susurro, antes de apoyar el pie en el entramado de madera por el que trepa la enredadera. Mi madre se empeñó en poner una de estas en la casa cuando la vio por televisión, y mi padre no fue capaz de negarse. En eso tengo que decir que no lo hacía mal, pues nos daba todos los caprichos que se nos apetecían, claro que eso también podía ser solo por los remordimientos que sentía por tenernos encerradas–. Solía usar esta cosa como vía de escape cuando...

Siempre contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora