Hacia la misión

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Edit: Dios, digna historia de Naruto, cuanto relleno. Jajsjaja. Espero que igual lo disfruten. <3

Yo viendo que la historia tiene más de 10k:

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Muchas gracias, boludos ;;💖✨

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Seguimos en nuestra «pijamada» junto a Konan. Según ella, me está entrenando para mi «cita» —no la considero una cita, solo sería pasar un rato juntos y almorzar a solas— mañana. Creo que será horrible, ¿por qué? Fácil: arruino todo. Triste, pero cierto.

—¿En qué tanto piensas? —me sacó de mis pensamientos Konan, con una sonrisita.

—En nada... —inicié, mas seguí a decir—: Bueno, en realidad, ¿por qué debo hacer esto? Ya te dije que yo no valgo mucho al lado de Kakashi. Podría tener a quien desee a sus pies, jamás me querría. Aparte, seguro y solo me voy a lastimar si continúo con esto —expliqué. Konan sonrió un poco y giró los ojos.

—¿Y por qué piensas eso?

—Nadie sería tan idiota... O tal vez tengo problemas de autoestima y ya —Creo que más bien es una combinación de ambas.

—¡No seas bobo! Es más, si no te gustara Kakashi, yo sí te doy —dijo sonriente, con la intención de levantar mi autoestima. Guiñó un ojo, para luego reír.

—Sí, claro —Reí junto a ella.

—¿Quieres papitas?

—Te agradezco —Me pasó la bolsa y comimos un poco.

El resto del tiempo que compartimos leímos y conversamos acerca de algunos mangas —cosa genial, dado que con Kakashi y Rin no puedo, solo un poco con Madara-sensei—, además de que charlamos un par de estrategias para mañana. Luego de un rato, me fui al cuarto que me dejaron para compartir con Kakashi y Minato.

Al día siguiente, nos alistamos para el viaje. Realmente no era tan lejos, pero sí era un poco difícil el recorrido hasta allá; es por eso que tendríamos un guía.

Minato-Sensei decidió dejarnos ir solos a esta misión, ya que no tenía peligro alguno. Solo encargarnos de unos ladrones en un pueblo... No confío en las «misiones sencillas» de Minato.

—¿Ya vamos? —preguntó Konan, sonriente.

—¡Claro! —Al salir, nos encontramos a todos. Solo faltaba yo, como siempre.

—¡Konan! ¿¡Realmente vas a llevar a ese peluche!? —reclamó incrédulo.

—¡Sí!

—¡Déjalo! —exigió.

—¡Oblíguenme! —Empezaron un forcejeo que desde la distancia era divertido de ver. En un momento, Kakashi se me acercó y, jalando un poco mi camisa para llamar mi atención, me habló.

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