Capitulo 26

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POV Jairo

-Hola, hola, hola mi vida.- dije en un susurro y me acerqué a ella ágilmente, con delicadeza para no asustarla. Dirigió sus ojos hacia mi y le dediqué una pequeña sonrisa.- no tienes idea de cuánto te he extrañado.- acaricié su cabello suavemente y cerró los ojos.

Tenía un tubo en la boca, me dijeron que aún le costaba respirar por si sola y tenía el pulmón sin sanar así que le han dejado el respirador mecánico. Por lo tanto, no podía hablar.

Puso una de sus manos sobre su vientre con bastante esfuerzo y entonces entendí lo que quería decir.

-Está bien, sigue aferrado a ti.- seguí acariciando su cabello. Abrió los ojos lentamente, estaba muy sedada y supongo que era lo mejor, tener un tubo en la garganta no sería muy cómodo.- Nuestro pequeñito, porque presiento que es varón, es muy fuerte. Mucho más fuerte de lo que pensamos.- tome una de sus manos, en el brazo tenía una vía intravenosa y ésta estaba conectada a varias bolsas de medicamentos.

Estaba pálida, muy pálida. No se parecía en nada a la Stella de siempre, aquella Stella llena de vida, bromista y enojona al mismo tiempo. La chica que podía ordenarme cualquier cosa con tan solo unos besos se había ido quien sabe a donde.

Me observo con sus enormes y hermosos ojos, estaba muy agradecido por que estuviesen abiertos.

-Te amo, no te imaginas el susto que me has dado.- dije serio, recordar que casi muere entre mis brazos aún me dolía. Seguí su mirada, ella estaba observando lo que tenía puesto.  Me habían hecho poner un traje especial para no traspasarle algún virus, ella aún tenía que mantenerse dentro de la zona esterilizada, porque aunque haya despertado, su herida aún estaba en riesgo.- Sin ti... si ti directamente no soy Jairo, no soy nada si no estás a mi lado,  cariño. Mi vida termina cuando lo hace la tuya y aún así, estoy seguro de que en el más allá o en nuestras próximas vidas, seguiríamos unidos.

Unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos y me encargué de limpiarlas delicadamente.

-Torres, el tiempo ha acabado.- aviso una enfermera por altavoz. Cerré los ojos y me lamenté internamente, solo tendría estos pocos minutos por día para poder verla, me lo habían dicho antes de entrar.

-Sigue luchando amor, sé que saldrás de aquí, estaré esperándote.- trate de guardar su imagen en mis retinas para recordarla cuando yo ya esté afuera de la habitación, acaricié tan solo un poco una de sus mejillas y volvió a cerrar los ojos.- descansa, te sanarás. Recuerda a nuestro hijo, si sientes que ya no puedes más entonces recuérdalo. Él sigue allí a pesar de todo.

Deje de acariciarla, si seguía haciéndolo no podría irme jamás. Di sólo dos pasos hacia atrás, no podía separarme de ella aunque quisiera.

-Se ha dormido, será mejor que la deje descansar. Mañana podrá volver.- una enfermera se acercó a Stella y comenzó a revisar todos los monitores.

Le mire por última ves, como si fuera la cosa más preciosa que vi en el mundo, mi gran tesoro, mi gran amor.

Me dirigí a la habitación de Luca luego de quitarme el traje. Respiré hondo varías veces mientras caminaba, trataba de convencerme de que ella estaba bien y que iba a mejorar.

-¿Como está? ¿Ya hace chistes?- pregunto emocionado mi amigo. Me senté a su lado en el sillón de siempre.

-Ella sigue en estado delicado. Ha abierto los ojos y ha movido un brazo pero nada más.- refregué mi rostro con ambas manos.

-Bueno, es un avance.- Luca se acomodó mejor en su camilla.- recuerda que hace tres días le han disparado y le han hecho cirugía, en el mismo día. Es muy fuerte, ella siempre ha sido así.- asentí y le mire. Él me daba la tranquilidad que necesitaba.

-Me ha dejado mal verla así. Si tan solo hubiese podido evitar todo esto.- suspire- si tan solo me hubiese hecho cargo de Elidia cuando debí... soy un reverendo imbecil.

-No puedes echarte la culpa de todo lo que ha sucedido, de ahora en adelante sólo debes pensar en el bien de tu familia. Recuerda que ahora no están solos, hay un pequeño niño ahí que los necesita.

-¿Te imaginas lo fuerte que es? Ha soportado fuertes medicamentos, ha soportado el estrés de su madre, ella casi se desangra y aún así él se mantuvo aferrado en su vientre, luchando por su vida. Hemos engendrado a un pequeño guerrero.

-O guerrera, aún no sabes lo que es.

-Estoy seguro de que será un niño, es un presentimiento que me viene desde muy adentro.

-Pues yo apuesto que es una niña, te pagaré cien euros si es varón.

-No hagas apuestas sobre mi hijo, Luca.-Advertí.

-Esa niña será única, ya puedo imaginarme lo cabreado que estarás cuando llegue a presentarte un novio.

-Eso no pasará, no tiene ni tendrá permitido tener novios.- Me cruce de brazos y me puse a la defensiva.

-No veo la hora de ver ese momento. Igualmente si tiene cara de gilipollas te ayudaré a golpearlo.- Hablo divertido.

-Será niño y aquí se termina el tema.

-Tienes miedo, ni siquiera ha nacido y ya te tiene agarrado de los huevos.

-Calla ya, tonto. Soy su padre, debe respetarme.

-Se muy bien que cuando nazca se te caerán las babas, estarás pegado a ella constantemente, peor que con Stella. Y ahí sí, a la mierda comisario Torres. Sólo serás un padre enamorado.- Rodé los ojos, no tenía miedo de convertirme en un padre enamorado, estaba preparado para ello.

-¿No tienes sueño? Estás pesado hoy.

-Te he dicho varias verdades y sí, tienes razón, me muero de sueño así que apaga las luces y déjame descansar.- Se acostó en la camilla y se dispuso a dormir. Yo por otro lado me acomode mejor en el sillón y me quedé allí pensando en cómo sería mi hijo o hija.

Si salía igual a Stella tendría que prepararme para todas sus torpezas, tendría que contenerlo el doble. Pero sería precioso o preciosa y le daría todo el amor que corre por mis venas, toda la vida.

Porque si de algo estaba seguro era que amor jamás se iba a faltar.

La chica del expediente IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora