Capitulo 31

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POV Jairo

Conduje casi sin darme cuenta, estaba en modo automático desde que salí del hospital.

Llegue a casa totalmente rendido. Observe el lugar, la habíamos pasado tan bien con Stella. Habíamos planificado toda nuestra vida aquí y ahora estaba todo tan vacío. 

Deje las llaves del coche sobre la mesilla del living y la extrañé, ella siempre estaba ahí esperándome con una sonrisa.

Camine hacia nuestra habitación y la observe desde la entrada, la cama aún estaba revuelta, ni siquiera me había dado el tiempo para ordenar las cosas y tampoco tenía ganas.

Respiré profundo, aún se podía sentir el aroma que Stella había elegido para la casa, ese perfume aún no se había terminado y lo agradecía, de alguna manera me hacía sentir contenido.

Camine hacia el baño y me desvestí, necesitaba una ducha urgente para poder aclarar mis pensamientos. Me observe en el espejo, estaba destruido.

Abrí la ducha y me posicione bajo el agua, deje que ésta limpiara todos mis malos pensamientos. Cerré los ojos y entonces recordé.

Stella en la estación el día que la conocí, ella parecía un pequeño cachorro asustado pero por dentro, por dentro era más fuerte de lo que ella creía. Cuando golpeó a aquel ladrón me conquistó totalmente, no necesitaba que nadie le defienda, podía hacerlo sola y eso me cautivó.

Stella por primera vez en la comisaría, parecía una adolescente rebelde aunque estaba totalmente asustada, hasta escupió café sobre mi. Ahí fue cuando descubrí que podía hacer de cualquier situación, por más mala que fuera, cómica a su lado.

Stella haciendo torpezas, como cuando tuvo contacto con una ortiga, ella ni siquiera sabía lo que era eso. O cuando rompió el vidrio de aquella lujosa casa. Ese día me hizo enojar por primera vez, pero me fue fácil perdonarla.

Stella y nuestro primer beso, en serio esperaba ese beso, se había demorado lo suficiente como para que lo deseara con mi vida. Cuando roce sus labios por primera vez descubrí el paraíso. Y pensar que se había enojado porque le robe su golosina de la boca, en realidad era un pretexto para poder acercarme, ya no aguantaba más.

Recordé cuando entro a la iglesia del brazo de Luca, ella estaba perfecta. Ahí supe que quería estar a su lado el resto de mi vida, aunque estuviera con los zapatos de su trabajo, eso me mostró su esencia. Stella podía tener un hermoso vestido blanco puesto, pero si no tenía un detalle que la representara entonces no era mi Stella.

Abrí los ojos y deje caer algunas lágrimas, muy probablemente si me hubiesen contado cuando joven que lloraría como un niño por una chica, me hubiese reído hasta desfallecer.

Ella no estaba a mi lado, yo era fuerte pero esa mujer era quien me protegía. Y me sentía tan solo si no estaba conmigo. No sólo estaba en mis pensamientos, se encontraba en todo mi cuerpo y en toda mi alma. Ella echó raíces en mi.

Podía observar la casa y recordar, pero en realidad esto sólo era una construcción con momentos vividos, mi verdadero hogar era ella. Si no estaba aquí entonces esto no era mi casa, tan solo paredes y pintura. Definitivamente Stella cambió mi vida.

Termine de ducharme y salí del baño, estaba totalmente rendido, no podía dejar de pensar en ella ni dentro, ni fuera del hospital, así que solo deje que los recuerdos inunden mi mente. 

Después de secar mi cuerpo no me quedo otra que tirarme en la cama, le haría caso a todos los que me dijeron que debía descansar, así que cerré los ojos y me dispuse a dormir.

-Buen día, guapo.- escuche la voz de Elidia cerca de mí y abrí los ojos. Observe todo mi entorno y no había nada, solo era una pesadilla.

Me levante de la cama y camine confundido hacia el baño, no sabía cuántas horas había dormido pero había sido suficiente para descansar lo que debía. Ahora que estaba más tranquilo solo me quedaba volver al hospital con Stella.

Lave mi rostro y dientes, corte mi barba, ya era suficiente tiempo con ella en el rostro. Debía mantenerme prolijo, no podía entregarme a la situación porque sólo lograría empeorarla.

Escuche ruidos en el living y fruncí el ceño, trate de agudizar mi oído para escuchar mejor pero no sentí más nada. Igualmente salí del baño para revisar la casa, no sin antes ponerme una bata.

-Te ves bien con eso puesto, aunque preferiría que te lo quites.- escuche a Elidia hablar y entonces supe que lo de hoy no era una pesadilla. Ella estaba en la casa. Avance hacia el living, tenía un arma guardada en uno de los muebles de allí así que la iría a buscar.- quédate quieto Torres, ya me has causado muchos problemas.- observe cómo Elidia se aparecía frente a mi apuntándome con un arma.

-Tienes que tener los ovarios bien puestos para venir a mi casa.- dije tratando de no enojarme.

-Es nuestra casa ¿recuerdas? Tu mismo me lo has dicho.- sonreí sin ganas. Había sido un completo estupido.

-Aquí no hay nada que te pertenezca.- esta vez fue ella quien sonrió.

-Entonces dime, ¿cómo está la supuesta dueña de todo esto? ¿Sigue grave? Es una lástima que le quede tan poco de vida.- apreté los dientes y observe todo mi alrededor, tenía que detenerla, estaba sola y era mi oportunidad así que avancé.- ni se te ocurra.- acomodó mejor su arma para disparar.- he venido a buscarte cariño, te lo estoy haciendo fácil ya que no has podido dar conmigo.- se acercó y le mire con asco. Era muy obvio que se había drogado antes de venir.

-No iré a ningún lado contigo.- asegure preparándome para cualquier cosa.

-Tu eliges, de la forma mala o de la forma buena.- me dio opciones y volví a sonreír sin ganas. En un combate cuerpo a cuerpo con ella eran demasiadas las probabilidades de que se saliera victorioso.

-Sabes que pierdes.- advertí- así que elegiré la mala.- cerré los puntos y me preparé para atacar.

-Está bien guapo, buenas noches.- sentí un golpe seco en mi nuca y traté de mantenerme en pie, pero antes de girarme otro golpe en el mismo lugar me desvaneció.

La chica del expediente IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora