Capitulo 35

276 31 2
                                    

6 meses después...

-¿Como estás? ¿Estás cómoda? ¿Tienes calor? ¿Frío? ¿Hambre? ¿Dolor de algo? ¿Estas nerviosa?- pregunto Jairo mientras revisaba por enésima vez que estuviera acostada correctamente en mi camilla.

-¿Te puedes calmar? El único que me pone nerviosa eres tu. -acomode el incómodo camisolín que me habían dado en el hospital. De alguna manera u otra, ver este pedazo de tela sobre mi cuerpo me daba nostalgia, recordé aquellos días en los cuales me mantuve acostada por meses, pero para nuestra suerte, solo venía aquí por la cesárea y volvería a casa.

-Iré con el doctor Santos, necesito que me ayude con esto. No podré controlarme Stella.- nombro a su psicólogo y rodé los ojos.

-Escúchame, dejarás a ese hombre en paz, ya te ha dado el alta. Estas nervioso porque eres un padre primerizo que no sabe lo qué sucederá.

-Si se lo que sucederá, tendremos un hijo o una hija. Fue una mala idea no saber el sexo cariño, esto me está enloqueciendo.

-¿Quieres que te pida un sedante? Porque no tendré problema de hacerlo.- le observe. Tenía el rostro rojo y estaba despeinado, pero ante mis ojos, siempre era perfecto.- Tendremos un bebé.

-Si, tendremos un bebé.- él también me observo y nos congelamos por varios segundos. Recién estábamos dándonos cuenta de esta situación.- ¿Estas preparada?- pregunto con la voz temblorosa.

-No, no tengo idea de lo que estoy haciendo.- sonreí levemente y él se tranquilizó.- supongo que esto es así, sabremos que hacer cuando este en nuestros brazos.

-Se me va a caer de los brazos, se caerá, me golpearas, el o ella me odiará para siempre y todos los libros sobre bebés que he leído se irán por la cañería en cuestión de nada.- volvió a ponerse nervioso.- estoy cagado de miedo, Stella.

-Estaremos bien, estoy segura de que estaremos bien.- tome su mano y la apreté levemente para hacerle saber que allí estaba yo, que no me iría de su lado jamás y que lo apoyaría en todo, como el también a mi.

-Él mejor tío del mundo ha llegado.- Luca ingreso a la habitación con una bolsa de papel entre sus manos como si nada.

-¿Como hiciste para entrar? Hemos pedido que nadie ingrese.- habló Jairo algo molesto. No quería desconcentrarse.

-Disculpa, ¿tú te crees una especie de famoso o algo por el estilo? He venido por mi sobrina, no por ti, tengo contactos aquí dentro.- dejo las bolsas sobre uno de los sillones que había en el lugar y se acercó a nosotros.- has perdido todo protagonismo, hablo de ambos. Ya no me interesa si están o no, lo único que me interesa es mi retoña.

-Estás hablando de mi hijo o hija.- se ofendió mi marido.

-Hija.- afirmó y le mire seria.

-Si es niño le tratarás igual.

-No es niño, es niña.- volvió a afirmar. Busque la verdad en su rostro, por algo insistía tanto.

-La has cagao.- dije entrecerrando los ojos.- sabe que es niña.- le comenté a Jairo.

-Ha dicho que es niña desde que se ha enterado, ya sabemos que no es normal, déjalo.

-No, el realmente sabe que es una niña.- me senté en la camilla y observe a Luca.

-Se los he estado diciendo todo este tiempo. He ganado mi apuesta.

-¿Que quieres decir?- Pregunto mi esposo y su compañero rodó lo ojos.- Luca, ¿tú has averiguado el sexo de mi pequeño?- habló indignado.

-Le he dado un dinerillo a la ecografista de la otra vez, ya sabes, para que aflojara la lengua un poco.

-¡La madre que te parió! Hemos dicho que lo queríamos saber cuando nazca, eres un cabron.- Jairo se había enojado.

-Es una niña.- dije en un susurro.- cariño...es una niña.- observe a mi marido con ilusión. El aún no se daba cuenta de lo que sucedía.

-Es Raquel.- habló Luca y le mire. Unas lágrimas se amontonaron en mis ojos, él había dicho el nombre de mi abuela y por algún motivo, me encantaba para mi hija.- te he escuchado una vez, has dicho que te gustaba.- asentí. Jairo limpio las lágrimas que comenzaron a caer sobre mis mejillas. Sería hermoso llamar Raquel a mi hija, ese nombre representaba a una mujer fuerte, guapa y excepcional. Representaba el cariño de mi infancia, su compañía y sus pasteles de chocolate, que tanto extrañaba. Representaba a mi bubú, que aunque ya no estaba conmigo de manera física, sabía que se encontraba cerca de mi, cuidándome como siempre.

-Sería un honor, un gran honor.- dijo Jairo mientras sonreía levemente con nostalgia. Entonces con tan solo una mirada, confirmamos el nombre de la niña.

-Ya ven, he elegido hasta el nombre de la pequeña. Si no soy el tío perfecto entonces vendré otro día.- él camino hacia la bolsa que había dejado sobre el sillón y me las alcanzó.- es un pequeño detalle, ya saben, por cariño.

-¿No es nada raro, no?- pregunto mi marido.

-No, lo he mandado a hacer desde hace tiempo y me encantaría que lo tenga puesto en su primer día de vida.- sonrió levemente.- estaré afuera, si necesitas apoyo para golpear a algún médico, me llamas.- se retiró del lugar con las manos en sus bolsillos. Luca era un gran amigo, el mejor de todos.

Abrí la bolsa que me entregó y observe el obsequio con ternura. Era un hermoso pelele de lana, su color era rosa claro y tenía "R.T" de Raquel Torres bordado delicadamente a un lado del pecho.

-Menos mal que nos hemos decidido por Raquel.- Jairo sonrió mientras acariciaba la tierna ropa de la niña.

-Muy bien padres, el quirófano está listo, debemos irnos.- dijo una enfermera ingresando a la habitación.

-¿Podrán ponerle esto a la niña?- pregunte alcanzándole el pelele.

-Claro, lo llevaré. Es precioso.- habló mientras lo observaba.- comisario, deberá ir a cambiarse. Lo estaremos esperando.- me ayudo a caminar hacia una silla de ruedas y me subí a ella con las piernas en un solo temblor. Jairo se acercó a mi y se posicionó en cuclillas a mi lado.

-Estaremos bien, eres fuerte y me lo has demostrado. Espérame porque estaré a tu lado en el quirófano y siempre.- beso una de mis manos y no pude evitar conmoverme.

Habíamos pasado por tanto, el último año ha sido desastroso para nosotros. Pero logramos seguir adelante, porque éramos compañeros de vida y nuestra recompensa estaba por llegar.

Salimos del lugar despacio, no había ningún apuro, sabíamos que lo que venía era hermoso y queríamos disfrutarlo al máximo.

La prueba de nuestro amor estaba aquí, estaba por nacer, esa pequeña era nuestra bendición y estaba llegando para demostrarnos que todo había valido la pena.

La chica del expediente IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora