Capítulo 6: Azulejos

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Era jueves. O quizá viernes. Draco no estaba seguro.

El tiempo estaba tornando lentamente en un irrelevante en un murmullo de horas olvidadas y cuestionables días, y los patrones inconstantes de Granger apenas ayudaban. No tenía ni idea dónde se metía por las noches, pero estaba dispuesto a apostar que era o la biblioteca o la sala común de gryffindor. ¿Dónde más iría? Aparte de los privilegios de delegada, dudaba que dudaba que fuera tan tonta como para deambular sin rumbo por los terrenos sin propósito o motivo.

Dondequiera que vagara, siempre volvía antes de las tres de la mañana, y él había dejado de intentar dormir por eso. Sus movimientos siempre lo agitaban, así que se había rendido y simplemente empezó a esperar hasta que volviera a casa para intentar dormir.

Aunque también seguía levantándose por sus duchas.

Había intentado resistirse esa mañana, sabiendo que sus acciones eran completamente dementes y de alguna manera perturbadoras, pero su dolor de cabeza se había vuelto peor y peor. Los ruidos era como una droga, y una muy efectiva de hecho. Sólo unos cuantos de sus húmedos sonidos, y el dolor en su sien cedería.

Él había cedido al ansia eventualmente, y ahí es donde las mañanas lo encontraban ahora; echado en el mismo sitio y sacrificando su dignidad por su fijación con los gemidos de baño. Merlín sabía que lo había intentado, pero no pudo evitarlo.

Era un adicto, y se detestaba por ello.

Se levantó de golpe sobre sus pies según escuchó la ducha terminar, de repente con ganas de gritarle a la sangre sucia hasta que ella llorara o lo torturara con su varita. Granger era la única cosa en su prisión que era temperamental; que podía cambiar, respirar y tener pulso. Ella había continuado jugando a ser cívica con él por los últimos días, y el echaba de menos la sangre corriendo hasta su cabeza y la punta de sus dedos. Anhelaba el fuego que le removía su carácter ingenioso, ansioso por ver como enrojecía contemplando una poderosa réplica. Necesitaba saber que podía hacer que Salazar estuviera orgulloso y hacer que la sangre perra se retorciera.

Entendía a la Granger agitada. Era normal. Se estaba acostumbrando demasiado a la Granger de la ducha y sus canciones matutinas.

Se metió en un jersey negro y salió deslizándose de la habitación tan callado como pudo, parándose en la puerta del baño y mirando el pomo demasiado atento. Podía oír sus pies descalzos dando pasitos por el suelo de baldosas, y empezó a pensar un tema para su discusión.

A la mierda, improvisaré.

El pomo de latón crujió y sintió que la excitación empezaba a provocar sus sentidos, la adrenalina recorría sus entrañas con la promesa de una buena pelea. La puerta se abrió y entró de golpe antes de que pudiera salir, atrapándola a propósito. El shock fue desenfrenado en sus rasgos y se tambaleó alejándose de él, deslizándose por la cerámica húmeda y perdiendo el equilibrio. Fue instintivo el alcanzarla e intentar estabilizarla. Sólo un reflejo. Nada más. Pero su propia orientación se vio afectada, y en un abrir y cerrar de ojos estaban los dos tirados por el suelo del baño en un charco de agua poco profundo, resbalando en direcciones opuestas; él aporreándose la cabeza contra el marco de la puerta y ella acabando justo al borde de la bañera.

''¿Qué estás haciendo, Malfoy?'' jadeó Hermione, recuperando el aliento. ''Casi me matas del susto...''

''Maldita sea'' farfulló, absorbiendo el aire por los dientes según tocaba la parte de atrás de su cabeza. ''Tú, zorra patosa...''

''¡Tú me agarraste!'' protestó, asegurándose que estaba apropiadamente tapada por su mullido albornoz. ''En nombre de Merlín, ¿qué intentab...''

ISOLATION | Dramione - TraducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora