Capitulo 21 Final

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Afuera todo estaba listo al fin. Las sillas a lo bajo de aquel hermoso kiosco decorado con cientos de flores blancas, las preferidas de Serena, tul haciendo compañía y Seiya parado tan apuesto y perfecto como siempre junto al juez que los casaría. Ambos en el centro de aquel kiosco esperando por la novia que en cualquier momento haría su entrada nupcial sobre el sendero blanco formado por pétalos blancos. La decoración era sencilla, hermosa y elegante, justo como la novia y cada detalle había sido revisado a profundidad, lo suficiente para hacerlo lucir como una boda de ensueño.

Mina ya estaba parada en el pedestal del Kiosco, observando a Seiya que no podía borrar ese aire ansioso y feliz, mientras ella esperaba a la novia sin poder dejar de sonreírle a Yaten que estaba frente a ella. Ambos al ser los padrinos de honor era el lugar predilecto y afortunado que tendrían.

Respiró profundamente tomando el brazo de su padre— ¿Seguro que no vas a llorar papá?

—Un padre tiene que hacer, lo que un padre tiene que hacer —intensifico el agarre que tenía para su hija— ¿estás segura de que quieres hacerlo? aun te quedan algunos metros para arrepentirte —apoyo el padre.

Sonrió besando su mejilla— No papá, estoy segura de que quiero hacerlo. Es más, necesito hacerlo. Seiya es mi felicidad ¿no estas conforme con eso?

Le sonrió dulcemente a su hija— Lo que un padre quiere es ver a su hija feliz y he visto cuán importante eres para ese chico. Además, ya son una familia ¿no? —sonrió más ampliamente al pensar en su futuro nieto— Te quiero y siempre serás mi pequeña, así que se feliz

—Gracias papá. Bien es hora de convertirme en su esposa —sujetó un poco más a su padre tomando con fuerza el ramo de rosas blancas y rojas.

El padre de Serena solo le sonrió comenzando a caminar hacia donde la gente los esperaba y el sendero que la llevaría al altar se hacía más marcado.

En cuanto vio a Seiya su sonrisa se hizo más evidente. Caminaba a pasos lentos hacia él, el vestido color marfil dejaba al descubierto sus hombros, la falda suelta se desprendía desde su cintura dejando que la suave brisa la moviera. El vestido por demás sencillo solo resaltaba el bordado en su cintura de pequeñas flores rojas que simulaban un cinturón, todo lo que una novia deseaba estaba reunido ese día.

Seiya también sonrió al verla venir con ese andar sigiloso y esa sonrisa feliz, justo como la de él. Jamás pensó que una marcha nupcial fuera un eco tan hermoso como lo percibía en ese momento. Su sonrisa hacia ella y su hermosa apariencia no se desvanecía ni un momento de su rostro conmovido de felicidad e impaciente por tomar su mano. Era como si solo ella y su hermosura existieran en aquel lugar.

Ambos se detuvieron frente al novio. Tomó la mano de su hija y la extendió junto con la suya— Espero que la hagas muy feliz, hijo —sonrió al ver la cara de sorpresa de su hija y se encogió ligeramente de hombros— algún día tenía que ser así —murmuró.

Seiya sonrió complacido de aquella aceptación— La atesorare como lo más preciado que es para mí —le murmuró Seiya con suma seguridad para enseguida volver a fijar su vista en aquel tesoro.

Tan solo esperó por el beso de su padre y en seguida volvió la mirada a él— Hola... —murmuró rompiendo ese silencio que se había hecho entre ellos, sonriendo feliz de por fin haber llegado al altar con él.

—Te ves más hermosa que una estrella —la elogió en forma de saludo extendiendo su mano para tomar la de ella.

—Aquí tu eres el famoso —murmuró tomando su mano.

—Pero para mí tu eres la única estrella —se acercó murmurándole, escuchando como el juez les daba la bienvenida comenzando con la ceremonia y él simplemente no podía dejar de pensar en ella, sintiendo la calidez de su mano unida a la de él, sintiéndose por demás afortunado.

Estrellas y Una ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora