Athos quería llevarse a su familia lejos del jodido caos. Lejos de toda esa gente en la que no confiaba. Si su propio hermano se había atrevido a matar a su padre el mismo día de su boda, ¿qué no haría cualquier otro?
No obstante, tanto su madre como su hermana lo habían convencido para proseguir con la boda, trasladando la fiesta a la mansión D'Angelo. En sus dominios, Athos podría controlar mejor lo que ocurría a su alrededor, con su gente protegida por su guardia personal. Nadie era tan iluso como para atacar en su propia casa. Athos estaba a punto de estallar de la ira. Elaia ni siquiera se acercaba a nadie, se mantenía envuelta entre los brazos de su padre. Necesitaban salir de allí cuanto antes. El palacio Kensington no era seguro. Athos reunió rápidamente a sus lugartenientes y mejores hombres, un grupo de diez personas irían tras su hermano. Con Grace y Seth a la cabeza, era indiscutible para él. Era uno de los pocos mafiosos que permitían mujeres en altos cargos de sus filas. Muchos de los más antiguos se negaban a ello, pero el capo era él. Si él confiaba en una mujer como ejecutora, los demás callaban. Su primer lugar de búsqueda sería el territorio de la Bratva en Escocia. Seth, que había fingido durante años ser un allegado de Jaime, conocía los lugares que frecuentaba el mayor de los D'Angelo. Entre ellos, los clubes de la Bratva. Athos no quería saber donde se hallaba su hermano, quería que se lo trajesen vivo para acabar con él tan lentamente que suplicase misericordia.
Observó a Ginny, que se apoyaba en su hija con pesar. Athos veía el panorama con rabia, tratando de no salir arrastrando con todos allí. Carlo había actuado pronto para evitar que las noticias del ataque llegasen a la prensa. Lo último que necesitaban Elaia y Athos era que su boda fuese portada por un asesinato, por parte del hermano del novio. Elaia sacó la entereza de donde no la tenía para acercarse a su marido, que estaba alejado de todos fumando un cigarro.
— ¿En qué piensas?— dijo ella poniéndose a su lado.
— No creo que quieras saberlo— Athos la miró de reojo, detallando las facciones de su rostro.
— No me subestimes, Athos. No soy una cría. Sé dónde me metí con esta boda.
— Te metiste en esta boda porque no tenías más remedio.
— ¿Remordimientos de haberme obligado, capo?
Athos sonrió, pasando la lengua por sus dientes cuando la detalló. Tiró el cigarrillo a la basura que tenía al lado. Tomó la cintura de su esposa y le mordió los labios con fuerza.
— Yo sabía lo que quería, principessa— añadió antes de largarse.
Elaia se quedó mirando a la nada, en blanco. Ese hombre era desconcertante. Su boda se estaba convirtiendo en un desastre.
Athos sacó a Elaia de su ensimismamiento arrastrándola hacia su Maserati Alfieri negro. La joven estaba acostumbrada a los lujos, pero ese coche, a prueba de balas era una jodida maravilla que no podía parar de observar. Se montó como pudo, con la falda de su vestido rodeándola. Solo por no poder acomodarse en ese coche se arrepentía de su falda de princesa. Luego recordaba lo absolutamente preciosa que estaba con ese vestidazo, y se le pasaba. El trayecto a la mansión D'Angelo ocupaba al menos dos horas y ella se negaba a ir en silencio con su marido. Por ello, llevó su mano a la radio y puso música, la cual Athos no tardó en apagar.
— ¿Tienes que ser tan aguafiestas?
— No pienso pasar dos horas escuchando baladas cursis de Taylor Swift.
— No me gusta el country, soberbio de mierda. Prefiero el rock, pero como eres un aguafiestas...— Elaia rodó los ojos y se dispuso a mirar sus redes sociales.
Athos suspiró y volvió a encender la radio, dejando que Elaia conectase su móvil. Ella nunca perdía, por lo que puso su canción favorita de 5 Seconds of Summer She's kinda hot. Por el rabillo del ojo se dio cuenta de que Athos tamborileaba al ritmo de la música en el volante. Elaia no se cortó ni un pelo a la hora de detallar su perfil. Su mirada brillaba incluso de perfil, era como dos gemas verdes plantadas en sus ojos. Sus labios eran carnosos y llevaba barba bien recortada de unos cuantos días.

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Imperio en Llamas +18
RomanceNacida en una de las principales familias de la aristocracia londinense, Elaia Lascelles solo quiere vivir su vida como una doctora prestigiosa de Londres. Pero sus planes cambiaron. Elaia tenía solo dieciocho años cuando su padre aceptó el comprom...