Elaia se sentía como un león enjaulado. No paraba de dar vueltas por el ático. Su primera excusa fue colocar su ropa en el vestidor, por colores, por temporadas y ocasiones en las que se podían llevar. Continuó con sus complementos, sus joyas y su maquillaje. El vestidor era inmenso, lo suficientemente grande como para albergar al menos una cena de varias docenas de personas. Una puerta separaba su parte de la de Athos, la cual estaba repleta de trajes hechos a medida y ropa de diseño. Además tenía una colección de relojes de muñeca bastante curiosos.
También examinó el estudio, en el cual había una caja con sus pertenencias relacionadas con sus estudios de investigación. No era el típico estudio, los muebles eran a medida, de color blanco y con remates negros. El escritorio de Athos también era blanco, con la parte superior de vidrio. Las estanterías llegaban al techo y estaban llenas de libros de todos los estilos. Elaia estaba maravillada con la cantidad de material de lectura disponible, al menos podría estudiar o leer. Lo que más sorprendió a Elaia fue que, frente al ventanal, al final de la amplia estancia, había otro escritorio, amplio y con una nota sobre él. Elaia tomó el papel, leyendo lo que rezaba.
"Dale un buen uso, principessa, será tu nueva zona de investigación. A".
Elaia esbozó una pequeña sonrisa. Su investigación era primordial para ella. Pensaría incluso en la opción de tener su propio laboratorio en alguno de los tantos edificios propiedad de Athos. Según Lilu le había contado, era mejor que no esperase poder dedicarse a la medicina pública, por lo que convencería a Athos de darle un buen material de laboratorio para investigar. Y Elaia sabía muy bien cómo obtener sus deseos. Acomodó todos sus libros en los cajones de su escritorio, con unas maravillosas vistas de la ciudad. Para cuando terminó, era la hora de cenar, por lo que Elaia se dispuso a preparar algo rápido. Lo que no esperaba era que una mujer joven, de tez oscura y espesos rizos diese vueltas a un cuchillo en la entrada de su casa.
— ¿Se puede saber qué haces aquí?— dijo Elaia a la defensiva, mirando con una ceja alzada a la morena, a pesar de que era al menos veinte centímetros más alta que ella.
— Soy Grace, la ejecutora de la Cosa Nostra, te aviso de que seguramente tu marido no venga hoy en buenas condiciones, si es que vuelve antes de mañana— le tendió un puñal con un grabado de las fauces de un lobo— Es su puñal, es demasiado peligroso con él en la mano. Sin él tampoco es que sea inofensivo, pero... guárdalo.
— Sigo sin saber que haces en mi casa a estas horas— espetó Elaia tomando el puñal.
— Advertirte.
— ¿Sobre?
— Ahora entiendo el jodido fetiche de Athos contigo, eres tan irritante como él. Tú... no dejes que nadie toque a Lu, ¿ok? Tengo... negocios por hacer. Solo dale esto— Grace sacó un pequeño paquetito de su bolsillo.
— ¿Por qué debería?— Elaia seguía sin confiar en la morena.
— ¿Qué serías capaz de hacer por las personas que quieres?
— Responder con preguntas no es de buena educación.
— Niña, trabajo para la mafia, ¿crees que me importan los putos modales? Dale eso a Lu.
— Ya veremos.
Grace se fue rodando los ojos. La primera dama del capo era más insufrible que él. Menudo par. Elaia se dirigió al primer cajón de su mesita de noche y guardó los dos objetos que le dio Grace, añadiendo un candado con una llave que se colgó al cuello.
En la recepción llamó a pedir un poco de shushi que cenó viendo una buena película en el proyector de cine que hacía las veces de televisión. Elaia disfrutaba con las canciones de The Greatest Showman, cantando a todo pulmón a pesar de que no tenía voz para ello. La voz de Hugh Jackman resonaba por los altavoces, como si estuviese en el cine viendo la película ella sola, comiendo palomitas. Elaia incluso se levantó del sofá, saltando y disfrutando la banda sonora como una niña pequeña. Athos no se podía creer el espectáculo que había en su casa cuando entró, apestando a destilería. Elaia no se dio cuenta de su entrada hasta que encendió la luz, cortandole el ambiente en el que disfrutaba de Zac Efron enamorado de Zendaya.
ESTÁS LEYENDO
Imperio en Llamas +18
RomanceNacida en una de las principales familias de la aristocracia londinense, Elaia Lascelles solo quiere vivir su vida como una doctora prestigiosa de Londres. Pero sus planes cambiaron. Elaia tenía solo dieciocho años cuando su padre aceptó el comprom...