No tenía fuerzas para gritar. Su voz se fue apagando a medida que pasaban las horas, los días. Cada vez que entraban para entregarle su vaso de agua diario no tenía las fuerzas para decirles lo que llevaba pensando desde que la habían colgado. Los soldados que seguían al monstruo de Jaime la despreciaban con las palabras y algún golpe cuando Elaia no podía beberse el agua a la velocidad que ellos querían. Sucia, adolorida y sin nada en el estómago, salvo unas pequeñas migas de pan. Las ganas de vivir, de luchar por su vida, se iban apagando cada vez más. Se odiaba por no ser fuerte, se odiaba por sucumbir al maltrato que le estaba infligiendo Jaime por algo que ella no sabía. Si hacía todo esto para tener la posición de capo, que en las retorcidas mentes de esa gente era el derecho de Jaime, tendría que idear otro plan.
El hermano de su esposo entró en el cobertizo, su sonrisa al verla fue demasiado para Elaia, esa sonrisa le decía que su totura no había acabado. Portaba consigo una cámara y un ordenador que colocó frente a ella. Elaia intuía que esos videos que Jaime grababa con tanto deleite eran enviados a Athos para conseguir alguna reacción de su parte. Rió sarcástica, qué iluso era Jaime si pensaba que su hermano iba a ceder su puesto por una mujer. Por ella.
— ¿Qué?
— Todo esto no te sirve de nada, no te va a servir de nada—dijo Elaia con una sonrisa falsa aún cuando en el fondo, lo que más quería era llorar porque sentía que así era.
— ¿Segura?
— Estás gastando fuerzas, tiempo y por supuesto, dinero para provocar a tu hermano conmigo. A Athos no le importo.
— No digas eso, mia cara.
— ¿Es que no lo ves? Para Athos solo soy un medio para un fin, un fin que desconozco. No soy de vuestro sucio mundo, no he nacido entre sangre y crimen. Cuando me mates, Athos se casará con otra mujer, una mujer más joven, bonita y que pertenezca a una de las familias que siguen al Capo. ¿Yo? Solo seré el breve recuerdo su primera esposa, una mujer que no era digna de ser llamada mujer del jefe de la Cosa Nostra. ¿Quieres información? No la vas a conseguir de mí. En los meses que llevamos casados, no ha confiado en mí así que no te valgo de nada. La única razón por la que Athos te atraparía sería para vengar la muerte de tu padre. Para matarte con sus propias manos por haber manchado el buen nombre de la familia, por dañar a tu madre y a tu hermana.
— Todos saben que nadie se te puede acercar.
— Porque soy solo una mujer florero, su mujer florero. Me pongo bonitos vestidos, pongo mi mejor sonrisa y actúo como la bonita dama londinense que soy—Elaia rió—¿Pensabas que todas esas muestras de posesividad eran porque está enamorado de mí? No, nada más lejos de la realidad. Soy una posesión. Algo de su propiedad. ¿Que trabajo y otras mujeres florero no? Sí, pero eso es para mantenerme contenta y sin que monte mucho drama. Así que, ya ves, has secuestrado a la incorrecta, a la que no te beneficiará en nada porque no soy nada para Athos—lágrimas se amontonaron en sus ojos, queriendo salir—. Mátame, Jaime. No quiero seguir viviendo, no así. No te sirvo, ya te habrás dado cuenta de eso.
— ¿Escuchas eso, Athos? Dice que la mate—su risa cruel llenó el cobertizo— ¿Qué hacemos con esto? ¿Cumplimos su petición?— dijo pasando la punta de su cuchillo por la carne desnuda de Elaia, haciéndola estremecer— ¿Quieres que mate a tu mujer y al bebé que lleva dentro? Aunque quizás lo que lleva ya esté muerto, ¿qué me dice, doctora?— preguntó clavando su mirada oscurecida en Elaia.
Elaia se erizó en el acto. Aun con sus sentidos aletargados, pudo conectar los indicios. Las náuseas, el olfato super desarrollado, las emociones tan intensas... y sobre todo, la falta de su periodo. Lo asoció al estrés del secuestro, a la ansiedad y el pánico, pero su periodo estaba retrasado por dos semanas antes de eso. Nunca había usado protección con Athos, ni siquiera tomaba la píldora anticonceptiva. Elaia comenzó a luchar contra las cadenas que la sujetaban, llorando violentamente. Estaba embarazada, pero las probabilidades de que su bebe siguiese vivo dentro de ella eran tan escasas... El dolor físico no era nada comparado con el dolor emocional que sentía, su bebé muerto. Siguió pataleando hasta que uno de los hombres de Jaime le inyectó algo en el brazo. Todo se desvaneció un instante después.
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Imperio en Llamas +18
RomanceNacida en una de las principales familias de la aristocracia londinense, Elaia Lascelles solo quiere vivir su vida como una doctora prestigiosa de Londres. Pero sus planes cambiaron. Elaia tenía solo dieciocho años cuando su padre aceptó el comprom...