EPÍLOGO

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Remo pasó varias semanas en la incubadora, motivo por el cual Elaia no dejó el centro de investigación en ningún momento, hasta que Olivia dio el visto bueno de que todo estaba lo suficientemente correcto como para volver a casa. Elaia aún caminaba con dificultad debido a su cesárea de urgencia para ese momento, pero estaba tan feliz de poder estar en casa con Remo y Athos.

Athos cargaba a su hijo en brazos, llevando la pañalera colgada en su brazo libre. Elaia pensó que la vista no podría ser más perfecta. Athos tan grande y fuerte, cargando con tal delicadeza a un bebé tan pequeño, de apenas un mes de vida. Un hombre tan brutal y despiadado, cargando a su hijo como si fuese el tesoro más preciado del mundo.

Athos se quedó paralizado cuando vio el enorme cuadro que había colgado en su salón. Elaia sonrió ampliamente. Una enorme imagen de Athos arrullando a Remo en sus brazos, con una expresión serena y llena de una feroz calidez en su rostro. Feroz y calidez no eran adjetivos similares, pero era lo más adecuado a la expresión de Athos observando a su hijo.

— ¿Desde cuando tienes dotes de fotógrafa, principessa?

— Soy una caja de sorpresas— añadió simplemente, dejandose caer cuidadosamente en el sofá.

Aaron entró en el apartamento, seguido de una Emma cargada de cosas de bebé.

— Cada día me sorprende más lo bien que dibuja Emma— dijo cuando la aludida se encargaba de montar el moisés para Remo.

Athos alzó una ceja, mirando a Elaia, la cual se encogió de hombros con una sonrisa coqueta.

— ¿Es obra tuya, Emma?— preguntó Athos, arodillándose a su lado para ayudarla a montar el moisés.

Emma se sonrojó, pero asintió repetidas veces sin ser capaz de mirar en la dirección de Athos.

— Tienes talento— añadió simplemente.

Elaia miraba divertida la escena. Ella era la única persona en el mundo que no se asustaba de la presencia del Capo. El resto, solían ir con pies de plomo a su alrededor. Sobre todo Emma, habiendo sido educada en una familia tradicional, a pesar de que Athos consiguió que le permitieran estudiar lo que quería.

Más tarde, ese mismo día, Athos y Elaia cenaban con Remo cerca. Una lágrima traicionera escapó de los ojos de Elaia, pensando en lo afortunada que era por poder disfrutar de ese momento especial con su familia. Pensando en que podría haberse perdido la sensación de paz que llenaba su alma al tener a sus dos hombres cerca. No pudo evitar el impulso de tumbar a Remo sobre su pecho y recostarse en el brazo de Athos. Necesitaba ese contacto, el contacto físico de Remo sobre su pecho y la robusta calidez de Athos tras ella. Athos la abrazó y los atrajo más cerca, rodeando el cuerpo de Elaia con sus fuertes brazos y posando su mano sobre la espalda de Remo, acariciando con suavidad.

— Quiero que le cuides, no te permitiré que lo hagas fuerte como lo hacéis los hombres en este mundo— murmuró Elaia al cabo de un rato.

— No voy a golpear a Remo, no lo voy a torturar. Le enseñaré disciplina, pero no pienso tocar un pelo a nuestro hijo de esa manera, puedes estar tranquila.

— Quiero que tengamos más, Athos, quiero una familia grande.

— Apenas te estás recuperando de la cesárea, amore mío, creo que deberíamos esperar antes de considerar esa idea.

— No he dicho que quiera tenerlo mañana, pero quiero una familia grande— murmuró Elaia, girando su cabeza para encontrar la mirada de Athos.

— Ya veremos, Elaia, tener una familia grande implica muchos riesgos en mi posición. Por ahora no quiero que nadie sepa sobre la existencia de Remo. A menos gente lo sepa, más seguro estará.

— Encierrame en una torre si hace falta, nos escapamos a Alaska y dejas a Luca al mando, sin decir dónde estás, y allí practicamos para tener hijos.

Athos soltó una carcajada que retumbó en cada célula de Elaia, llenando su alma de un amor inmensurable. Ahí, justo en ese momento, Elaia supo que, a pesar de haber odiado la idea de casarse en un principio, había encontrado la felicidad que tanto había ansiado de niña. Ese era su lugar, su vida estaba en esos dos corazones latiendo a su lado, e insuflando vida al suyo.

Imperio en Llamas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora