Faldi

OBLIVIATE.

Anna pasó toda la noche de navidad llorando, recordando todo aquello que nunca podría volver a tener: unas navidades con sus padres, a quienes había tenido que hechizar para que no la recordasen durante la Batalla para que nada malo les sucediese; y unas navidades con los Malfoy, a quienes nunca más podría llegar a ver.

Aquella noche Anna se miró al espejo para ver en la persona en que se había convertido: la persona que siempre juró no ser. Anna vio en ella amargura, dolor y un gran vacío, los cuales habían sido causados por la desaparición de Draco, que había estado consumiéndole durante meses. Sabía que poco más iba a aguantar en aquella situación, pues poco a poco estaba terminando con ella, y fue en aquel momento cuando se dio cuenta de que, por más que le doliese, tenía que tomar una decisión que cambiaría drásticamente su vida.

El 26 de diciembre Anna llamó a Hermione, en quien más confiaba en aquel momento, para llorar por la pérdida de Draco, y aceptarla de una vez. Anna pasó todo el día llorando, rota tanto por dentro como por fuera, y preguntó a Hermione si creía que en algún momento podría recuperarse, o si la pena terminaría consumiéndola al igual que había hecho con George.

Hermione no contestó, lo cual hizo que Anna tomase una decisión de la cual nunca sabría si se iba a arrepentir: quería que Hermione realizara el encantamiento Obliviate para hacer que esta olvidase a Draco, a ella y a todo el mundo mágico, que había terminado consumiéndola por dentro, robándole todo lo mejor que ella había tenido jamás: su identidad.

Al principio Hermione se negó a hacerlo, pues no podía soportar la idea de perder a su mejor amiga, y tanto ella como el resto de los Weasley, junto a Harry, intentaron convencerla de que no lo hiciese, aunque sabían que aquello estaba en las manos de Anna, y que debían aceptar lo que esta finalmente decidiese hacer.

Esa noche hizo reflexionar a Anna. ¿Realmente estaba dispuesta a olvidar a su primer y único amor y a sus amigos con tal de dejar de estar rota? Sabía que debía afrontar la situación y no intentar esquivarla, pero aquello estaba terminado con ella, y fue por eso por lo que esa misma noche Anna volvió a visitar a Hermione para que esta realizase el encantamiento y Anna pudiese ser, tras un año y medio, libre y feliz.